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Capítulo treinta y nueve:

Maratón 1/2

—Ya es hora. —observo que todavía faltan cuarenta y cinco minutos para la reunión, pero mi hogar queda lejos del punto de encuentro. Si quiero llegar a la hora, debo salir ya.

Además, Nueva York siempre está congestionada de gente. Si hay tráfico, tardaré más de lo esperado.

—Déjame llevarte.

—No.

Me coloco un abrigo y tomo unos guantes con una bufanda para no congelarme. Lo veo venir hasta mi.

—No puedo dejarte ir sola.

—Si vas, te van a conseguir, puedes quedarte aquí o ir a tu casa, pero no dejaré que te acerques allá. —me pongo de puntillas para dejar un beso en su mejilla antes de tomar mi celular. —te llamaré si algo va mal, pero prométeme que no irás detrás de mí.

—No puedo prometerlo.

Sonríe de lado, haciendo que me estremezca.

—Colton...

—Sólo si me das un beso. —de la nada me toma de la cintura y me pega a él, haciéndome jadear. —el beso de antes y después.

—¿Sabes que ese beso es de mala suerte, verdad?

Rodeo su cuello con mis brazos y dejo que bese mi frente y luego mi nariz.

—Hagamos que sea buena, entonces. —y me besa.

Me besa con lentitud y profundidad, haciéndome estremecer. Casi como si quisiera penetrarme la boca con amor, ¿a caso eso tiene sentido? No lo sé, pero se siente increíble.

Nos separamos lentamente, si sigo así mandaré a la mierda todo, así que me separo y le doy un último pico antes de salir por la puerta de mi habitación.

Las voces de los adultos ya no están.

Cuando llego a la sala no hay nada más que los muebles, lo cual me resulta extraño. No le presto mucha atención y me dirijo a mi próximo destino. Central Park.

Llego, como lo supuse, justo a tiempo. El lago está lleno de gente y en cierta parte me causa tranquilidad, no me pueden secuestrar con niños a nuestro al rededor, ¿o si?

Me siento en una banca a esperar, aunque no pasa mucho cuando un chico con chaqueta negra se acerca a mí.

Me levanto porque me mira con una sonrisa traviesa.

—Hola, Olivia.

Trago fuerte, no se quien es ni como se llama, pero es Adonis encarnado en un adolescente del siglo XXI. Parece el mismísimo Diablo en persona. Y vaya que el Diablo es apuesto.

—Creo que nadie nos ha presentado. —saca su mano del bolsillo y me la tiende. —soy Lukas. Lukas Warren.

La respiración se atora en mi garganta y mi corazón se acelera al máximo. Sabía que tanta belleza era engañosa, es como Lucifer.

—Ya que veo que no tienes intensiones de hablar, lo haré yo, tranquila, es normal que estés nerviosa.

—¿Estás acostumbrado a hacer esto o qué? —como puedo busco mi voz y contraataco con hostilidad, a pesar de todo, es un hijo de puta.

Puedo verlo.

—Calma, querida. —ríe y da un paso más cerca, haciéndome encoger. —sígueme.

Susurra.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora