Extra Capítulo 48

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Martes, 8am.

Mika.

Observé de reojo a Owen hablar junto a ese chico, no sé cual es su nombre, pero me hierve la sangre. Trato de calmarme, pero solo alcanzo a sentir un vacío en mi pecho. Suspiro porque esto está resultando más difícil de lo que pensé y caminé hasta mi casillero, quizás pueda hablar con Olivia, pero no se como reaccionaría, me da bastante miedo admitirlo a otra persona.

—Hola, Mika. —volteo algo sorprendido, pues Maddison es aquella chica por la que estaba colgado antes de que... bueno, antes de que todo este asunto con Owen pasara.

No puedo evitar sentir cierta atracción hacia ella, pero mi mente vuelve a aquel chico de ojos cafés y sonrisa flamante no importa qué. Aquel chico que ríe tan plácidamente con ese imbécil, y no conmigo.

—Que tal, Maddison. —le sonrío de vuelta un poco forzado, no puedo parar de ver aquella cabeza naranja.

—Sólo quería saber si querías ir al baile conmigo, se que las chicas no invitan a los chicos pero ya sabes, el feminismo dice... —dejo de escuchar cuando Owen pasa por detrás de la rubia y solo se me ocurre decir una cosa.

—Si, iré al baile contigo. —el pelirrojo detiene su paso, pero luego de un segundo sigue, como si no lo hubiese escuchado.

Bravo, Mika. ¿Qué estabas tratando de demostrar?

—Oh, que bien. —la chica delante de mi sigue parloteando, pero veo aquella cabeza pelirroja desaparecer entre la gente, así que lo sigo.

—Lo siento, debo irme, ¡hablamos luego! —corro detrás de él, pero ya no lo veo. Y se exactamente hacia donde fue.

Camino con cuidado de que nadie me vea hasta los vestidores del campo de fútbol, y lo veo ahí sentado, con las manos en la cabeza y los codos en las rodillas.

No lo arruines más.

—Hola.

Carraspee, pero ni siquiera se inmutó.

—¿Por qué has hecho eso? —subió la mirada hasta mí y suspiré, el Owen divertido e imprudente de siempre se desvanecía a mi alrededor, es como si chupara su energía.

Y odiaba eso.

—¿El qué?

—No te hagas el tonto, Mika, lo he escuchado. —caminó hasta mí y con ambos puños tomó mi chaqueta y me estampó contra los casilleros.

Me sentí intimidar por su mirada furiosa.

—Ella me invitó y yo...

Se rió con sarcasmo y se alejó de mí, extrañamente lo quise cerca de nuevo. —deja de jugar conmigo, ya no quiero esto, Mika, ya no.

Tomé su mano y lo jale hasta mí, hasta quedar lo suficientemente cerca como para respirar el mismo aire.

—Estaba celoso. Tu estabas hablando muy cómodo con ese tipo.

Me miró incrédulo, y supe que me había escuchado como un idiota.

—¿Eso es lo que vas a hacer cada vez que me veas hablando con algún chico?

—No... yo...

Rodó los ojos y se alejó de mí, pero lo jale de nuevo hasta tenerlo entre mis brazos. Estaba cansado de dejarlo ir cada vez que las cosas se ponían feas.

—Te quiero y sabes que nada de lo que haga allá afuera cambiará eso.

Lo dudó por unos segundos, pero finalmente se dejó abrazar.

—Ya no quiero vivir en una mentira. —sus ojos me miraron con tristeza, así que lo besé. Lo besé porque el miedo y la impotencia también me consumían, pero era muy cobarde como para hacer algo al respecto.

Lo besé con fiereza y estampé contra los casilleros, en un absurdo intento de apagar el fuego que sentía por dentro. Dejé que me acorralara en la esquina, susurrando en mis labios:

—Cada vez que Maddison te bese, recuerda como yo te hago sentir.

Sus manos se perdieron en mi espalda y suspiré en su boca.

Un estruendo nos separó a ambos y casi hace que se me salga el corazón. Olivia estaba parada frente a nosotros con el rostro estupefacto y su mochila en el suelo. Mierda.

—Yo... lo siento... —antes de que pudiera hacer algo, Owen salió corriendo, dejándome solo.

¿Por qué todo tenía que ser así?

Me dejé caer con la espalda recostada en los sucios azulejos e hice un puchero para no llorar. Estaba mal quererlo, Dylan me lo había dicho, pero no podía evitarlo.

No podía escapar del miedo.

7:00 pm.

Conduje lo más rápido que pude hacia su casa. Sabía que Olivia tenía la razón, esta mañana ni siquiera le había dicho que lo sentía, pero es que cada vez que estaba con él, sólo quería tenerlo entre mis brazos y hacerle sentir que lo nuestro no estaba mal.

Que lo que sentíamos no era un error.

Pero no sabía como hacerlo, simplemente lo arruinaba cada vez más y ya no sabía que hacer, pues odiaba verlo sufrir por mi culpa.

Toqué aquella puerta tan familiar de color blanco y esperé que me abriera. Como lo supuse, su cabellera naranja y pequeñas pecas se asomaron a mi vista, pero solo pude decir una cosa:

—Lo siento, de verdad lo hago.

Baje la mirada pues, me sentía muy mal como para mirarlo a la cara, pero escuché el crujido de la puerta terminándose de abrir y sus brazos rodeándome con delicadeza.

—Está bien, se que lo haces. —lo abracé también y dejé que algunas lágrimas cayeran por mis pómulos.

—Quiero ir al baile contigo, no con ella. —susurré con dolor, ya sabiendo la respuesta.

—También yo, pero jamás podremos hacerlo, no mientras estudiemos ahí.

Me separé y dejé que me adentrara en su gigantesca casa, sus manos fueron a parar a mi gorro gris y tomaron un mechón de cabello con cariño, dejándolo detrás de mi oreja y acariciando mi rostro en el camino.

—Te quiero.

Besé sus labios por un corto tiempo.

—Te quiero.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora