No te atrevas

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Narra Katia

Ni por asomo iba a creerme aquella respuesta, podía notar como le ocurría algo e iba a averiguarlo. Al termina las clases recogí mis cosas y al ver como se dirigía hacia la salida de una forma apresurada, le seguí de inmediato. 

Sin duda había algo extraño en su comportamiento, desde luego no era normal dirigirse hacia el bosque, ¿Por qué iría allí? Parecía que iba hacia un lugar fijo, era descuidado y ni en ningún momento se preocupo de ver si alguien le estaba siguiendo. De hecho, era como si estuviera en trance, lo que significaba que algo le estaba ocurriendo.

- Esta casa. - me paré en secó al ver una casa en medio de la nada. Pese haber vivido en aquel bosque, nunca me di cuenta de que aquello estaba allí. 

- ¿Dónde se ha metido? - me pregunté mientras que miraba hacia todas partes. En ese momento caminé hacia la parte de arriba de la casa. Aquella casa, estaba hecha un desastre. Sin duda, había habido una pelea allí dentro, aunque también había que contar con que no había sido habita durante mucho tiempo.

- ¿Dónde está Jimin? - pregunté mientras que lo buscaba por aquella casa.

- Veo que has traído algo contigo. - la voz de una mujer se hizo paso entre la oscuridad. No tenía aspecto humano, ni siquiera llegaba a ver su presencia, pero podía sentirla, sin duda era un demonio. 

En ese momento visualicé a Jimin, estaba abajo de las escaleras contemplando aquella cosa, aquel monstruo, pero lo que realmente no sabía era a que se refería con que había llevado algo. Me acerqué un poco más hacia las escaleras para poder divisar mejo a aquella cosa.

- Supongo que bastara con un alma humana por ahora, pero la próxima vez tráeme algo más jugoso. - el era el único humano allí, porque estaba diciendo...

- Tae. - mi voz resonó en aquel lugar abandonado, en aquellas pareces y parecía que ella me había localizado. 

- Parece que trajiste algo más suculento. - los ojos rojos de aquella cosa me analizaron y después vinieron hacia a mí. Comencé a correr y me paré en medio de las escaleras. Fue ahí cuando vi a Tae frente a mí. Su rostro lucía preocupado, pero podía apostar que no más que el mío, solo tenía que recordar que él era un humano.

- Empezaré por ese humano.  - sus ojos analizaban a Tae como si fueran un trofeo, sin embargo, no iba a dejar que le pusiera una mano encima.

- No te atrevas a tocarlo. - llegué hasta Tae y después me puse delante de él.

Hija del cielo y del infierno (tercera parte de enamorada del diablo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora