Nunca lo haré

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Narra Tae

- Parece que alguien esta decepcionado de su visita a la tierra. - pronunció Jungkook tras acercarse a nosotros.

- No estoy decepcionado. - pronuncié mientras que lo miraba de una forma un tanto agresiva.

- Vaya, la pequeña Katia si que debió de mandarte a paseo. - pronunció con una sonrisa.

- Jungkook. - expresó Namjoon para defenderme.

- Sabes, divertirte nunca fue lo tuyo. - se acercó a Namjoon y después posó su mano en su hombro. - Antes de irte a dormir, te daré un cometido. - pronunció completamente serio.

- ¿El qué? - pregunté agresivamente. No estaba de humor para sus juegos y tampoco para sus mandatos estúpidos.

- Podrías echarle un vistazo a ese jardín que hizo Suga. Verás he intentado que no se marcite, pero parece que no se me da bien mantener las cosas vivas. 

- Está bien, iré a ver ese estúpido jardín. - respondí molesto. No pensaba que era estúpido, pero en ese momento nada más me importaba.

- Muy bien. - pronunció con una sonrisa de oreja a oreja.

En ese momento todo me molestaba por lo que salí de allí y fui  hacia aquel jardín. Mis pasos eran firmes y rápidos, después de todo quería terminar rápida aquella tarea y volver a mi cuarto. No obstante, tras ver una silueta allí, mi enfadó se marchó al instante. ¿Qué hacia allí?

- Katia. - pronuncié tras levantar mi mano y posarla en su hombro. En ese momento entendí porque Jungkook me había mandado aquí, sin duda se había percatado de que Katia había llegado al infierno.

- Tae. - pronunció tras girarse hacia a mí con una sornisa. Sin embargo, aquella sonrisa era diferente a todas las que me había dirigido hasta ahora.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté tras acercarme más a ella.

- Sentí un poco de nostalgia y vine aquí.  Fue como un impulso, pero no quería corregirlo. - expresó tras volver a mirar aquel jardín. 

- A veces está bien seguir un impulso. - respondí. Quería sentirme más cercana a ella, quería tocarla, ¿Tal vez abrazarla?  no sabía lo que quería pero lo único que ocupaba mi cabeza es que no quería dejar de ser importante para ella.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - caminó hacia uno de los árboles y se sentó en las raices del árbol.

- Claro que puedes. - pregunté tras sentarme a su lado.

- Cuando te dije que era un demonio... ¿No tuviste miedo? Tu reacción fue muy diferente a la de Jimin.  - parecía preocupada por lo que aquel chico le había dicho.

- Tal vez, fue porque aquellos a los que los demás llamaron demonios, fueron los que tendieron la mano y me ayudaron. - pronuncié.

- Si, pero tú nunca me juzgaste. - me miró ligeramente y después se apoyó en mí. Aquello parecía un sueño.

- Y nunca lo haré. - levanté mi brazo y después rodeé su cuerpo. 



Hija del cielo y del infierno (tercera parte de enamorada del diablo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora