Parte 19: Más hechizos

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Gracias al desarrollo de la magia de refuerzo corporal y a la bala de agua, pude terminar de cazar antes la cantidad diaria de criaturas no mágicas requerida, lo que me dio tiempo para poder practicar magia. Teniendo en cuenta que buscaba tener la suficiente fuerza como para poder ir al territorio de los goblins a recoger más bayas Cerezul, me hacía falta un hechizo de área de daño y uno de recuperación.

Para el primero, gracias a mi amplio conocimiento de lecturas informativas en mi anterior mundo (libros de fantasía), llegué a la conclusión de que el hechizo que necesitaba desarrollar ahora eran los épicos Picos de tierra. 

Si bien un hechizo de fuego sería más efectivos para hacer daño, no tenía la suficiente confianza en controlarlo y no provocar un incendio forestal o auto-lesionarme. Por esa razón, decidí usar el elemento de la tierra, que no debería hacerme mucho daño si lo utilizo a una cierta distancia y debería ser más fácil de controlar, ya que no se propaga como las flamas. Aún y así, decidí que tenía que comenzar a practicar el encender una llama con mi magia o jamás tendría la confianza para utilizar hechizos de fuego. Podría utilizar las ideas que me habían dado las clases de Roberto, ya que eso era todo lo que había obtenido. Por ahora, siguen practicando el control del fuego, así que no he podido ver ningún hechizo de ataque (quería ver la legendaria Bola de Fuego).

Para poder empezar a trabajar en el hechizo de los Picos de tierra, primero tenia que aprender a controlar los maons a distancia. Con eso en mente, me propuse levantar un solo pico de 30 cm a 5 metros de mí. Para eso, me imagine que formaba un grupo de maons que luego enviaba hacía un punto en el suelo, en donde tomaban los átomos del suelo y luego salían disparados hacia arriba en forma de estalagmita. De esa manera, maté a un pájaro que volaba por arriba, ya que la "bala" salió del suelo a toda velocidad, dejando un agujero en el suelo. Después de casi tener la cabeza perforada tras la caída del experimento 3, decidí que una parte de los maons servirían como un ancla para que no se separar del suelo.

Fui experimentando, aumentando la dureza de los picos, alargándolos, cambiando su forma, probando su resistencia, etc. .Hasta logré que salieran picos de los picos, pero para eso la cantidad de maons necesaria era demasiada como para enviarla por un paquete, por lo que tuve que imaginarme que había una pequeña manguera que me conectaba con la zona de donde salieran los picos.

Una vez supe lo que tenía que ir practicando para perfeccionar el hechizo, me puse a pensar en el siguiente: el hechizo de recuperación. Pensé que este podía ser similar al refuerzo corporal, ya que solo tenía que dar energía a las células para que se recuperarán de forma natural o obligar a las que ya no se duplicaban a duplicarse de nuevo. Pero esta vez aprendí la lección y en lugar de ponerme ha practicar con mi cuerpo, capture algunos conejos que me servirían para practicar.

Y así, después de crear y matar diversos conejos deformes (creo que uno ya podía considerarse zombi), logré hacer que la velocidad en la que recuperaban de un corte aumentara drástica mente. Durante el proceso, me acorde de que algunas criaturas tenían veneno o podían provocar infecciones, por lo que hice que el hechizo también mejorara el sistema inmunitario y eliminara las sustancias que esté consideraba extrañas. De esa manera, se volvía en un hechizo de curación y limpieza, lo que me podría salvar la vida en el futuro. Claro que solo sería útil para heridas pequeñas y no mortales, además de solo limpiar cosas que no implicarán magia o composiciones muy complejas.

Tras entrenar estos dos hechizos por un mes completo, me volvía capaz de utilizarlos con cierta facilidad, lo que hizo que ahora pudiera confiar en cuatro hechizos. Además de eso, me di cuenta de algo que me sería muy útil.

Con el cambio de estación, los días se volvieron cada vez más cortos, lo que provocó que a veces tuviera que volver a casa guiándome solo con la luz de la luna y de las estrellas. Fue allí que se me ocurrió en utilizar los maons para hacer luz. Me imaginé que salían de mi mano haciendo ondas, como la luz, y de repente mi que había creado un pequeño rayo de luz. Al darme cuenta de que podía utilizar los maons para imitar las ondas, un nuevo mundo de posibilidades se abrió ante mí. Y con eso se me ocurrió mi quinto hechizo: el hechizo de detección.

Combinando los rayos infrarrojos y las ondas sonoras para eco localización, podía lograr crear un hechizo que me permitiera identificar las cosas y los individuos a mi alrededor, aunque no pudiera verlos con solo mis ojos. Además, si alguna vez lograba identificar las ondas que emite una criatura con magia, podría detectarlas desde la distancia, facilitando la caza y ayudándome a mantener mi vida.

Así fue que, luego de tres meses y medio desde que aprendí sobre los canales de mana de "mi" maestro Fogon Firebird, ya había aumentado la capacidad de mis canales a más del doble, además de poder utilizar cinco hechizos para defenderme. Con eso, decidí que ya era hora de enfrentarme de nuevo contra los goblins.

Durante esos tres meses, mi padre ya se había recuperado en gran medida, pero su salud se había visto muy afectada y había perdido muchas de sus habilidades y fuerza. Para que pudiera lograr una completa recuperación, la única forma que se me ocurría era conseguir más bayas Cerezul. Mi hechizo de recuperación no era una opción ya que no quería que mi padre supiera que ya podía usar magia, ya que podía causar problemas. Y causaría muchos más cuando se diera cuenta de que el hijo de los Ulknos solo aprende magia de fuego. Además, el hechizo no era lo suficientemente poderoso como para ayudarlo.

En consecuencia, cuando volví a ver a Orien, le pedí que me dejara ir a la zona donde están las bayas. Así fue como partí hacia mi objetivo... junto con Jana. Me había olvidado completamente de ella. Espero que no sea un gran problema.

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora