Parte 30: Mala suerte

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Solo tenía menos de un día para conseguir el corazón de orco, así que me puse a trabajar al instante. Lo primero que hice fue dirigirme a uno de los lugares donde era más posible encontrar orcos. Una vez allí, comencé a poner las trampas de agujero.

Tuve algunos problemas con la primera, ya que era la primera vez que intentaba mover una gran cantidad de tierra. Al menos, ya tenía una idea de la profundidad y amplitud que tenía que tener el agujero, ya que había presenciado a un orco en la batalla que tuvo Gonzalo. Pero mientras movía la tierra, me di cuenta de otro problema. ¿Dónde la podía dejar?

Hasta ahora, no había logrado hacer desaparecer la materia, así que cada vez que utilizaba los Picos de tierra, creaba profundos agujeros en forma de cono por todo el suelo. Normalmente se llenaban de nuevo solos, ya que una vez dejaba de usar los maons, la mayor parte de la tierra caía de nuevo en los agujeros.

El problema era que esta vez no quería que la tierra volviera al agujero, porque entonces sería algo inútil. Y si solo la dejaba a un lado, haría que la zona pareciera muy sospechosa, más aún si planeaba tapar el agujero con unas cuantas ramas y hojas. Se me ocurrió el hacerla volar usando aire, pero eso solo provocaría una nube de polvo y alertaría a todos los habitantes del bosque.

Al final, lo único que se me ocurrió fue llevar el enorme montón de tierra lejos del lugar del agujero y ir dejando montones de tierra alrededor de los troncos de los árboles de otras zonas, para que no parecieran muy sospechosos. En consecuencia, cada vez que hacía un agujero, utilizaba una gran parte de la resistencia de mis canales de mana. Al final, solo logré hacer tres porque no quería quedarme con menos de la mitad de mi resistencia, ya que sería necesaria para derrotar al orco o en caso de una emergencia.

Una vez termine, me escondí en la copa de un árbol relativamente cercano a los agujeros y concentre mi habilidad de refuerzo corporal en mis oídos para captar cuando algo o alguien cayera en mi trampa. No era la primera vez que probaba mejorar mis sentidos con magia, así que esta vez no sufrí de las consecuencias de mejorar mi oído. La primera vez que lo hice, casi pierdo mi capacidad auditiva porque hasta el sonido más leve parecía ser el de un avión aterrizando a tu lado. Si no fuera porque eso también me hizo perder el control en los maons y, por tanto, en la activación de mi magia, era posible que me hubiera quedado sordo. Desde entonces, comencé a ser más cuidadoso con la cantidad de maons que utilizaba al experimentar, especialmente cuando experimentaba con mi cuerpo.

No tuve que esperar mucho. Menos de una hora después de poner la última trampa, oí como algo con una gran masa caía en uno de los agujeros. Al instante, me dirigí hacía ese lugar y me encontré con un orco gritando desde dentro del agujero. Sonreí y me acerqué para eliminarlo. No podía creer que tuviera tanta suerte: solo tuve que esperar un poco y uno ya había caído. 

Antes, ya había decidido que terminaría con los orcos ahogándolos con una esfera de agua. Era la primera magia que había aprendido y la que mejor controlaba, además de que así podría conseguir el cuerpo sin dañarlo mucho.

Pero tristemente (e irónicamente), las cosas no salieron como había planeado. Cuando el orco estaba a punto de dejar de respirar, activó su modo Furia. Ante mi sorpresa, logró salir del agujero con un gran salto y usando el tronco de un árbol cercano como un agarre para acabar de salir. Una vez fuera, arrancó el árbol totalmente y me lo lanzó. Ya esperaba algo parecido, así que lo esquivé sin problemas, pero antes de que logrará sacar mis armas, el orco lanzó un increíble gritó y luego se derrumbó. Su modo Furia había durado mucho menos tiempo que el que había visto antes, seguramente porque estaba a punto de ahogarse. 

Suspiré y me preparé para esperar de nuevo hasta el siguiente orco, pero no tuve la oportunidad. De repente, tres orcos aparecieron delante mio. El grito seguramente los había atraído y al ver el cuerpo de su compañero en el suelo, se pusieron a gruñir y golpear el suelo con sus mazos. Me preparé para huir, pero mi mala suerte no acababa allí.

- ¿¡Quién demonios eres tú!?- ni siquiera tuve que girarme para saber que otro orco con su grupo habían aparecido. Y bien que lo hice, porque no llevaba ninguna mascara y sería un grave problema que Gonzalo logrará identificarme.

Tenía que pensar rápido. Me encontraba en una situación complicada, ya que no tenía la fuerza suficiente para derrotar rápidamente a los orcos que tenía enfrente. Además, si intentaba huir, Gonzalo me perseguiría junto a ellos y podía acabar descubriendo mi identidad. Pero sabía que la única opción era huir, pero si lo hacía podía crear más problemas, tanto para mí como para mi familia, Orien y Jana.

Comencé a mirar a mi alrededor con desesperación y mis ojos cayeron en el árbol arrancado por el orco. Una idea surgió en mi mente y supe que era lo siguiente que tenía que hacer. Usando los maons, logré crear un flujo de gases que comenzaron a levantar el polvo. Antes de que cualquiera pudiera detenerme, logré hacer que toda la zona se llenará de una gran cantidad de polvo, provocando que todos tuviéramos que entrecerrar los ojos y comenzáramos a estornudar.

Aproveché la oportunidad y comencé a alejarme de allí. Era molesto, pero sabía que la única opción que tenía ahora era volver a la cabaña de Orien, ya que seguramente Gonzalo comenzaría a buscarme por todo el lugar y no podía dejar que me encontrara. Enfurecido, me prometí a mi mismo que me vengaría de él por hacerme perder esta oportunidad de obtener la ayuda de Orizon y pedirle que me ayudara con los Ulknos. Y entonces tuve una gran idea.

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora