Una vez dijo eso, comenzamos a caminar hacia el lugar donde me encontraría con el conde Horizon. Estaba algo nervioso, principalmente porque no estaba seguro de si podría haber alguna solución viable para mi problema con los Ulknos. En el peor de los casos, si el conde Horizon no me daba ninguna solución para tratar con ellos, tendría que provocar que "decidieran" irse de alguna manera que, seguramente, no resultaría muy agradable.
Mientras buscaba la viabilidad de esas opciones en mi mente, llegamos delante de una puerta algo más grande que la de la habitación donde me había aseado antes, además de estar resguardada por dos soldados, uno a cada lado de ella. Uno de los sirvientes entró primero, seguramente para avisar de mi llegada, y al momento siguiente volvió a salir y me avisó que podía entrar. Respiré profundamente para despejar mi mente y entré.
La habitación era bastante amplia, con un techo alto y con un gran ventanal en una de las paredes. El resto de paredes se encontraban llenas de librerías, en donde descansaban libros de diferentes colores y tamaños. No había muchos muebles, aparte de dos sillones largos, una mesita larga para entre ellos y un gran escritorio lleno de papeles. Sin lugar a dudas, la sala de reuniones también era el estudio del conde.
En la habitación, aparte del sirviente que se había quedado al lado de la puerta, se encontraban tres hombres. Uno de ellos era Guillermo, que por la cara que tenía no parecía encontrarse muy bien. Los otros dos eran personas que no había visto. Uno de ellos era un hombre alto y robusto, vestido con un armadura completa de hierro pero sin el casco y con una espada larga colgada de su cintura. En su cara se podía ver una cicatriz en una de sus mejillas y sus ojos entrecerrados se encontraban analizando mi persona, como si estuviera decidiendo si era un individuo peligroso o no.
El otro se encontraba detrás del escritorio. Su ropa era similar a la que me habían prestado, pero más decorada y con una capa larga roja sobre sus hombros. Se encontraba sentado en una silla y en el primer momento que vi su cara, vi reflejada su preocupación y angustia. Cambió en el momento en que me vio y pasó a mirarme con curiosidad. Si no me equivocaba, el debía de ser el conde Horizon. Aunque no tendría que esperar mucho para confirmarlo.
- Mmm... tú debes de ser el aventurero que ayudó a mis hombres cuando fueron emboscados. Déjame agradecerte en nombre de ellos. Mi nombre es Gustavo Horizon y soy el actual líder de la casa de condes Horizon.- dijo el hombre sentado detrás del escritorio mientras se levantaba. - Teniendo en cuenta que les ayudaste cuando tu contrato ya se había acabado, me gustaría recompensar tu buena acción con un premio lo antes posibles. Pero me temo que ahora mismo no me veo capaz de hacerlo, ya que ha surgido un problema de máxima gravedad.
Una vez dijo eso, poso su mirada sobre Guillermo, que bajo su mirada al suelo. Algo me decía la entrega del corazón de orco había fallado, pero era mejor no preguntar directamente.
- ¿Puedo preguntar a que problema se refiere? Quizás pueda ayudarlo de alguna manera.- pregunté, tras lo cual Gustavo me miro mientras se acariciaba su barba.
- Mmm... quizás. Supongo que habrás oído rumores de que mi hijo se encentra enfermo. Son verdad, en cierta forma. El problema es que, para curarlo, necesitamos de un material no muy común: un corazón de orco. Debido a esto, inicie una búsqueda en todo mi territorio pero no logré encontrar ninguno. Hasta que Guillermo logró obtener uno pero fue emboscado dos veces. En esta última emboscada, el corazón de orco sufrió daños y se volvió inservible, así que me temo que vuelvo a estar como al principio.- sus palabras provocaron que Guillermo bajara aún más la cabeza. Sin lugar a dudas, se arrepentía de haber fallado su misión.
- ¿No ha intentado cazar un orco con ayuda de sus soldados?- pregunté. Teniendo en cuenta que yo pude conseguir uno trabajando solo, debería ser más fácil de lograr si el conde movilizaba a todos sus soldados. Hasta Gonzalo se atrevió a conseguir uno siendo solo tres personas.
Pero parecía que había más cosas detrás de este problema, pues el conde no pudo evitar suspirar.
- Por diversos motivos, me temo que no puedo movilizar a muchos hombres fuera de Morni, por lo que solo puedo enviar pequeños grupos de soldados para buscar lo que necesito. También intente contratar a aventureros, pero debido al momento del año en que nos encontramos me temo que todos los aventureros más hábiles están fuera de Morni y para cuando vuelvan ya será demasiado tarde.
Ignorando el hecho de que no sabía que había de especial en este momento del año, me di cuenta de dos cosas: una, que la enfermedad era bastante grave pues necesitaba el corazón de forma urgente y dos, que las emboscadas seguramente habían sido planeadas. Si la familia del conde Horizon se encontraba bajo el ataque de un grupo, eso explicaría porque no puede mover sus fuerzas fuera de la ciudad de Morni. Quizás la enfermedad también podría haber sido un ataque planeado.
Lo importante ahora era que se me presentaban dos opciones: la más sencilla era irme sin hacer nada y esperar al que problema actual desapareciera, para luego volver y encontrar una forma de recibir la ayuda de los Horizon para tratar con los Ulknos. La otra opción, más complicada, era entregar el corazón de orco que llevaba y , seguramente, resultar envuelto en el grave problema en que se encontraban ahora.
Y decidí la segunda opción, por un motivo muy sencillo: era la que posiblemente me daría más recompensas a corto plazo. Y si bien estaba arriesgando esta nueva vida, teniendo en cuenta que el camino del aventurero tampoco era muy seguro que digamos, tampoco era un argumento de mucho peso. Así que saque el corazón de orco de mi bolsa.
- Yo tengo un corazón de orco. ¿Le sirve?
Al instante, el ambiente de la habitación se enfrió.
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Viviré su vida
Fantasy¿Qué harías si de repente te despertaras en el cuerpo de otra persona, en un mundo totalment diferente al tuyo y sin saber dónde te encuentras? ¿Intentarías continuar con la vida que llevaba tu nuevo cuerpo o abandonarías todo lo que haya hecho y co...