Parte 63: Batalla entre héroe y demonio

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La gran batalla entre los líderes de los dos ejércitos se llevó a cabo en la entrada del único camino que cruzaba la Sierra de las Bestias, el Valle de Voreios. La gran alianza tenía como  objetivo cruzar la Sierra, pues al otro lado se encontraban los últimos restos del imperio de Exousía y, una vez que los eliminaran, lograrían poner fin a la guerra. Pero por la geografía y la gran cantidad de criaturas mágicas que habitaban en la Sierra, se veían obligados a pasar por el Valle, lo que llevó al encuentro entre los bandos, pues el destino había querido que ya no hubiera otro opción para ninguno de los dos: los demonios ya no podrían huir a otro lugar y la alianza no pensaba detenerse hasta acabar totalmente con la amenaza.

En el momento en que los dos bandos se encontraron, todos sabían que se iba a llevar a cabo la batalla que decidiría el destino de Monogi. Fue en ese momento que Exousía apareció por primera vez ante los ojos de la alianza. Hasta entonces, solamente se había sabido de su existencia por los soldados capturados y por los mensajes interceptados. En todos, se le describía como el gobernante más grande de toda la historia de la raza demoníaca. Y según cuentan los escritos, no se equivocaban.

Ante ellos apareció el mayor ser que jamás se había visto. Los gigantes que formaban parte del ejercito de la alianza eran niños comparados con aquel individuo. Su cuerpo estaba cubierto por una armadura completa, tan negra como la noche, y lo único visible eran sus ojos rojos, tan brillantes como el fuego de una hoguera. En cada mano, una espada tan larga como los árboles del bosque de los elfos, y con un filo que podía compararse con el de las armas de los mejores herreros enanos.

Su sola presencia destruyó la moral del ejercito de la alianza. El miedo podía verse en los ojos de los soldados, su esperanza comenzaba a desaparecer. Ante ellos se encontraba un monstruo que pertenecía al mundo de las pesadillas, un ser que con su presencia podía cambiar el mundo. Pero, para su desgracia, no era el único individuo con esa capacidad en el campo de batalla.

Mientras sus aliados pensaban en maneras de escapar, el héroe y sus compañeros salieron a enfrentarse contra el emperador. Así fue como, en medio de los dos ejércitos y enfrente de la Sierra más alta del continente, el combate entre dos seres elegidos por el destino dio comienzo.

Si bien el héroe y su grupo ganaban en numero, no eran ellos los que tenían la ventaja. Cada golpe del demonio hacia temblar la tierra y creaba grietas tan profundas que no parecían tener un final. Cada uno de sus cortes tenía la fuerza de derrumbar cualquier tipo de murallas a su paso. Si Exousía hubiera estado en frente del asalto al continente, no había duda de que se hubieran expandido aún más lejos.

Pero el héroe tampoco podía ser menospreciado. Si bien no parecía que pudiera ser una amenaza al encontrarse de pie enfrente de tal monstruo, demostró que la fuerza era una cuestión más allá del tamaño. Aunque se veía obligado a esquivar las espadas de su rival, sus propios contraataques lo habían logrado desestabilizar unas cuantas veces. Además, sus compañeros lo apoyaban, ya sea para curar las heridas que había acumulado o distrayendo al demonio en los momentos oportunos.

Así fue como, tras una lucha que se alargo por varias horas, la enorme armadura cayo derrotada ante la espada del héroe. Pero, para la desgracia de los aliados, eso no significaba que el emperador demonio hubiera sido derrotado. 

Como si se negara a aceptar lo que le había preparado el destino, un nuevo cuerpo resurgió desde dentro del primero. Si bien este era menos fuerte y más pequeño, apenas de la altura de un gigante durante su infancia, no cabía duda de que seguía siendo una amenaza. Aunque seguía llevando una armadura completa similar a la anterior, era mucho más rápido que antes y, si bien el héroe lograba parar sus golpes con su espada, le era más difícil hacerle algún daño.

Para ese momento, las emociones del ejercito de los aliados ya se encontraban al límite y, al ver que el héroe tenía dificultades, no dudaron en avanzar para darle su apoyo. Pero con su movimiento, el ejercito de los demonios también comenzó a avanzar, dando lugar a una batalla que ocuparía toda la entrada del valle.

Paso el tiempo. El sol, que al inició del encuentro se encontraba iniciando su camino en el cielo, ya había llegado al punto más alto. La batalla entre los dos líderes ya empezaba a mostrar al ganador y, esta vez, fueron los compañeros del héroe los que marcaron la diferencia. 

Al contrario de la primera vez que lucharon, el nuevo emperador demonio se veía más afectado por los ataques de los compañeros del héroe, hasta el punto de obligarlo a tener que tener cuidado de recibir demasiados ataques. Debido a esto, cuando los suelos ya estaban pintados de rojos y los cuerpos se iban amontonado, el emperador fue derrotado de nuevo. 

El héroe aprovechó la oportunidad que le habían ofrecido sus compañeros y le cortó la cabeza a Exousía. Pero no tuvo tiempo de poder pensar en cualquier otra cosa antes de ser atacado por la espalda por un hechizo. Al fin y al cabo, todavía no había derrotado al emperador.

Por segunda vez en ese día, Exousía desafió toda la lógica para renacer de su cuerpo decapitado. Aunque esta vez, su nueva forma y tamaño ya era la característica de un demonio que, si bien se mostraba cansado y herido, su aura seguía siendo digna del emperador de los demonios. Y lo demostró combatiendo con todo su poder restante contra el héroe, ya recuperado, y sus compañeros. 

Aún y toda su lucha, Exousía acabó siendo derrotado, con la espada del héroe clavada en su corazón. Y esta vez, temerosos de otro renacimiento, los aliados y los compañeros del héroe provocaron avalanchas destruyendo los lados del valle y levantaron muros con la magia que les quedaba, enterrando al emperador demonio y cerrando la entrada del Valle de Voreios para siempre. 



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