Parte 49: Morni

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Morni era, según lo que había oído de los demás aventureros, la mayor población de la zona oeste y una de las cuatro ciudades principales del reino. Como tal, era una ciudad donde diariamente había un gran movimiento de personas en las entradas de la ciudad y los caminos se solían llenar con largas colas de carruajes. Entonces, ¿por qué razón no nos encontramos a nadie durante el camino?

Al parecer, la ruta que tomamos solo tenia se hizo con el objetivo de comunicar el pueblo donde nació el dueño de este cuerpo con la ciudad más cercana que, por coincidencia, resultaba ser Morni. En otras palabras, la razón por la que nunca vimos a nadie más era porque la ruta era solo utilizada por las personas del pueblo y los aventureros. Así que, a parte del carro que iba y venía cada mes con productos, los únicos que pasaban con frecuencia eran los aventureros. Y como estos solo solían moverse si podían ganar dinero, en lugar de seguir el camino para carros, iban por los bosques cazando criaturas o recolectando cosas, dando lugar a que el camino soliese estar abandonado, haciéndolo un lugar perfecto para emboscar o ser emboscado.

De cualquier forma, la ruta volvía a unirse con el camino principal cerca de las cercanías de la ciudad, a las afueras del muro que rodeaba a esta. Y fue ese mismo muro la primera cosa que pude ver de la ciudad al voltear la vista en su dirección.

Como había pensado, el riachuelo que se encontraba al lado del camino si llegaba a pasar por el lado de la ciudad. Según me contaron, Morni era una ciudad al lado de un río y el riachuelo era una de las ramas de este. Aparte del lado que daba al río, la ciudad estaba rodeada por un muro demasiado alto como para solo tener la intención de defenderse de humanos. O quizás solo me lo parecía a mí. A saber que enormes criaturas podían existir en este mágico mundo.

Aún y así, el muro no evitaba que sobresaliese una torre con una bandera ondeando con un escudo del Sol saliendo por el horizonte: el escudo de la familia del conde Horizon. Los Horizon eran una de las tres familias de condes del reino y la que gobernaba la zona oeste del reino de los hombres. Cuando me contaron esto, descubrí que había otros reinos, con otras razas gobernando en ellos. Elfos, enanos, hombres bestia...  Cada vez me gustaba más este mundo.

Las familias de condes, que controlaban territorios de un tamaño similar, eran los nobles más poderosos del reino después del rey y de los archiduques, nombre por el cual se conocían a las personas más fuertes del reino y que, en lugar de manejar territorios, se encargaban de la protección de todo el reino. Cada zona que gobernaban los condes se encontraba en contacto con alguno de los otros reinos y, por lo tanto, se tenían que encargar de hacer buenos lazos con ellos. En el caso del territorio de los Horizon, este hacia frontera con el reino enano.

Y por lo que sabían los aventureros, siempre habían tenido una buena relación. Es más, el muro había sido construido gracias a su ayuda y parecer ser que la ciudad era conocida por la gran variedad y calidad de los productos hechos con metales y piedras preciosas. Pero también eran conocidos por lo caro que llegaban a costar, por lo que si planeaba comprar algo tendría que confiar en que la recompensa extra que me darían los soldados fuera lo suficiente generosa. Al parecer, el solo pasar una noche en uno de los hoteles podía llegar a costar una décima parte de una moneda de plata.

Y así, mientras iba hablando con los aventureros, fue como nos acercamos poco a poco a la ciudad, hasta que en el camino apareció una bifurcación. En ese momento, detuvieron la caravana y el líder de los soldados se acerco a nuestro carro.

- Muy bien, hasta aquí es la misión de escolta. Vosotros seguiréis en el carro y os dirigiréis por el camino de la izquierda, hacia la entrada principal de la ciudad. Dejare a dos de mis hombres siguiéndolos con caballos para que puedan acelerar vuestra entrada a la ciudad y así podáis recibir tratamiento lo antes posible. Nosotros iremos por el otro lado, directamente a la fortaleza del conde Horizon. Así que, como nos separaremos en este momento, he venido a entregarles la moneda de plata restante que habíamos prometido, así como la paga extra a quienes sobresalieron.

Dicho eso, nos empezó a repartir el resto de la paga. A parte de mí, otros dos aventureros recibieron dinero extra, ganando cada uno cuatro monedas de plata en total, duplicando el pago inicial que nos habían prometido. Nadie del resto de aventureros se quejó de esto, pues al parecer nuestra actuación durante la emboscada fue suficiente para convencerlos de que merecíamos ese extra.

Y una vez nos acabaron de repartir el dinero, comenzamos a movernos de nuevo: los aventureros fuimos por el camino de la izquierda y los otros dos carros fueron por el camino contrario. 

Viendo a los hombres de Horizon alejarse, me puse a pensar en que podría hacer de ahora en adelante. Con el dinero que traje del pueblo y las cuatro monedas de plata que había recibido, debería de poder conseguir un mejor equipamiento al que llevaba puesto. En caso de que no fuera suficiente, todavía tenía el corazón de orco, que al final no había servido para ganarme un favor de Horizon.

Pensando en ello, me comenzó a llegar un dolor de cabeza. Mi principal objetivo al venir aquí era conseguir la ayuda del conde Horizon con tal de solucionar el problema que causaban los Ulknos en el pueblo. Con esa intención, conseguí el corazón de orco que necesitaban pero, antes de que pudiera comenzar a viajar a Morni, los hombres de Horizon consiguieron uno. Así que ahora me veía obligado a encontrar otra forma de ganarme un favor del conde. Lo que me llevo a pensar de nuevo en la emboscada. Si no había adivinado mal, era posible que el asunto fuera más complejo que solo una enfermedad. 

Mientras tales pensamientos pasaban por mi mente, me volví a girar a ver los carros de los soldados, logrando verlos arder de nuevo.



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