Parte 20: Problemas

1.1K 202 6
                                    

J: -Entonces, ¿haz estado entrenando tus habilidades y mejorando tu equipo para mejorar en la caza, verdad?

A: -Sí. ¿Por qué preguntas?

J: -Porque no se nota nada. Sigues siendo igual de malo. - respondió, mientras me hacia una mueca para demostrar su superioridad.

A: -Claro...(si no fuera porque todo el tiempo estuve entrenando con la magia y solo use el arco y el cuchillo para cazar, estoy seguro de que no te atreverías a decir eso. Además, tampoco es que vea que hayas mejorado en algo...)

Y de repente, Jana se detuvo, tomo su arco y una flecha y la lanzó contra unos arbustos delante nuestro. Antes de que pudiera preguntarle por qué había hecho eso, vi como aparecía el cuerpo de un goblin con una flecha en su cabeza y como caía al suelo.

A: -...(Está bien, tu ganas está ronda. Debo de entrenar más seriamente mis habilidades físicas o saber usar magia no servirá de mucho en algunos casos)

Con eso, al menos ya habíamos confirmado que habíamos entrado en el territorio de lo goblins. Está vez, con la intención de encontrar más bayas Cerezul. Y aprovechar para comprobar cuanto habíamos mejorado en los últimos meses.

Aunque hubiera preferido venir solo que con Jana, entiendo que a Orien no le pareciera algo que fuera correcto, teniendo en cuenta las dificultades que pasamos la primera vez que vinimos a esta zona. Así que mandarnos a los dos juntos de nuevo era la mejor manera de asegurar que regresáramos a salvo.

Mientras pensaba en eso, Jana me avisó que más adelante se encontraba un grupo formado por tres goblins. Decidimos que intentaríamos eliminar al menos dos desde la distancia y luego nos encargaríamos del último antes de que pudiera avisar a sus compañeros.

Aprovechando la oportunidad, decidí que había llegado el momento para probar mi nueva arma: la ballesta. Aunque al principio me resulto difícil encontrar los materiales para hacerla, me di cuenta de que los tendones de las patas traseras de los conejos tenían una gran elasticidad una vez se calentaban a una cierta temperatura y mantenían está característica una vez que se enfriaban (por pura suerte, ya que lo descubrí al quemar el cadáver de un conejo mientras practicaba el encender una hoguera con magia).

Una vez conseguí eso, lo demás resultó ser más fácil de obtener, concluyendo en la creación de mi primera ballesta. Cargué mi arma con una flecha especial diseñada para perforar, apunté a la cabeza del goblin que me tocaba y disparé, logrando una muerte instantánea. Aunque su fuerza era todavía similar a la de un arco, era más fácil lanzar con ella flechas con puntas más pesadas y podía sobrecargar los tendones y lograr un tiro mucho más potente, a costa de romperlos. Sin lugar a dudas, me quedaba un gran camino por delante hasta que lograra que fuera algo increíble. Y no es que estuviera muy emocionado por continuar con las mejoras, pues cuando Orien vio lo que estaba haciendo, me preguntó si era una ballesta. De esa manera, me di cuenta de que ya existían en este mundo, así que si quería obtener una mejor, sólo tendría que buscarla y comprarla.

Continuando con el presente, una vez vi que el goblin de Jana también había sido eliminado, corrí afuera de mi escondite y me dirigí contra el último de ellos con el cuchillo en la mano. Cuando estuve lo suficientemente cerca, el goblin golpeó con su maza y le dio a mi cabeza. Como si no hubiera pasado nada, seguí adelante y clavé mi cuchillo en su corazón, matándolo en el acto.

J: -Vaya, al menos tu armadura sirve para algo más aparte de cansarte antes.

A: -Si ni siquiera sirviera para protegerme de ataques como estos, no la llevaría puesta.

Como bien había visto Jana, mi nueva armadura era algo de lo que podía sentirme orgulloso. Después de algunas otras mejoras, ya era algo que era muy útil al momento de enfrentar los goblins más comunes. Si bien era algo incomoda y pesada, valía la pena llevarla puesta.

Una vez terminamos con todos lo goblins, continuamos con nuestra búsqueda. Puede ser porque se acercaba el invierno, pero cada vez había menos hierbas y bayas medicinales, incluyendo las Cerezul. Apenas habíamos encontrado unas cuantas cuando de repente vimos un arbusto lleno de bayas Cerezul frente una cueva. Puede ser porque era muy sospechoso o extraño, pero sentía que algo iba a pasar. Claro que Jana todavía no había desarrollado ese sexto sentido que viene con la experiencia de vivir otra vida, por lo que solo se acercó de manera sigilosa.

Si no fuera porque había aprendido y mejorado en notar el movimiento de mana, no hubiera podido empujar a Jana a tiempo y salvarla de una bola de fuego que venía del interior de la cueva.

Antes de que pudiéramos decir nada, un goblin con un bastón de madera y vestido con pieles de animales salió al exterior, seguido por un escuadrón de casi diez goblins. Al notar como el mana circulaba alrededor del goblin con bastón, supe que teníamos problemas: había aparecido un goblin con control sobre el mana.

J: -Es la primera vez que veo un goblin vestido de es manera. Supongo que se trata de un goblin mago.

A: -Pienso lo mismo. ¿Deberíamos huir?

J: -¿Y dejar todas esas bayas atrás?

A: -¿Sabes que casi mueres quemada, no?

J: -Nunca pedí tu ayuda. Lucharemos, pero si se vuelve imposible seguir el ritmo, nos iremos. Tampoco es que quiera dar mi vida por unas bayas.

Aprendí en ese momento que no es recomendable hablar mucho cuando tienes a tus enemigos delante. Para cuándo ya estábamos de pie, los goblins habían comenzado a rodearnos y el mago rival ya estaba acabando su encantamiento.

Parecía que fue una magia de refuerzo, pues una vez acabó, todos los demás goblins fueron envueltos en una niebla roja, que los hizo volverse locos. Y por la grieta que se había formado en mi espinillera al intentar parar un golpe de maza de uno de ellos, su fuerza y velocidad también había aumentado significativamente. Estábamos en problemas.

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora