Parte 47: Saliendo del bosque

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El carro que debería de ser protegido por los soldados de Horizon comenzaba a verse envuelto en llamas. Sucedió tan de repente que me pareció que todo se paraba por un momento para darnos tiempo de comprender como podía había fuego donde se suponía que no debería haber. 

Pero esta pausa imaginaria no duro mucho. Al segundo, la luz reflejada en las espadas fue captada por mis ojos y comprendí que era necesario comenzar a moverse. Lo primero que hice fue intentar descubrir porque había empezado todo. Ya había visto una vez un dragón, por lo que si el fuego lo había provocado una criatura similar, seguramente era momento de huir. Pero para mi tranquilidad, parecía haber sido provocado por el ser humano, más concretamente, por los hombres vestidos de negro que seguramente habían provocado todo el ataque.

Desde encima del primer carruaje, lugar donde me había subido mientras disparaba a los lobos con la intención de encontrar un mejor angulo, podía divisar la zona donde habían luchado los soldados y los bandidos. Cumpliendo con sus palabras, era fácil ver que los soldados habían logrado controlar la emboscada, aunque se encontraran heridos. Podía ver en el suelo los cuerpos de bastantes de los atacantes, aunque había unos tres que aún se mantenían en pie.

Y por la pose que uno de ellos estaba haciendo, daba a entender que tenían algo que ver con el fuego. Sospecha que se confirmo al instante cuando, después de ver como los soldados corrían a toda velocidad contra ellos, uno de ellos lanzó lo que sea que tuviera en la mano contra el carro. Al momento, el fuego en este se volvió más grande.

Para dificultar las cosas, el último bandido lanzó las cosa inflamable enfrente de su grupo, creando un muro de fuego entre ellos y los soldados. Sin ninguna duda, planeaban en escapar. Y no fui el único que lo notó.

El capitán de los soldados, el hombre que estaba cerca de Guillermo en el momento en que partimos del pueblo, se encontraba un poco por detrás de sus soldados. Cuando vio como los bandidos alzaban un muro de fuego para escapar, se puso a gritar. Fue entonces que recode que todavía tenía los oídos tapados, por lo que me quité la cera para oírlo.

- ¡No podemos dejar que escapen! ¡El señor de la casa Horizon no estará tranquilo si sabe que los que atentaron en contra del material que necesitan siguen vivos ! ¡Rápido, recompensare a quien logré atraparlos! 

Pero nadie se movió. Los soldados que estaban detrás de él estaban demasiado heridos como para hacer algo o estaban cuidando de sus compañeros. Y los que ya habían corrido en dirección de los enemigos, parecían ya haber utilizado sus últimas fuerzas y no tenían más como para perseguirlos. Dándose cuenta de esto, el propio capitán comenzó a correr en su dirección, pero ellos ya estaban a punto de entrar en el bosque y seguramente no los atraparía. Era mi momento de brillar.

Cargando el arco con la última flecha que tenía, que tuve que tomar prestada del cadáver de un lobo, disparé en dirección de los asaltantes. Mi disparó solo logró herir a uno en la pierna, pero el momento en que pararon para ver que había pasado era todo lo que necesitaba.

Activé de nuevo mi refuerzo corporal al máximo y me dirigí a toda velocidad en su dirección. Estos, al ver como me acercaba rápidamente, decidieron dejar a su compañero atrás y comenzaron a correr de nuevo al bosque. Esperando eso, cargué la pequeña ballesta y lancé su munición contra el bandido más alejado. Este, al sentir algo clavándose en su espalda y pensando que era una flecha, se tiró al suelo por reflejo para evitar las que podían estar en camino.

Su compañero se giró para ver quién había lanzado ese palillo, pues él si había visto que no era una flecha, solo para encontrarse cara a cara conmigo. Intentó sacar la daga que llevaba en la cintura para defenderse pero yo, aprovechando el impulso que llevaba, le clavé una de mis dagas en su pecho.

Solo para confirmar su muerto, le corté el cuello con la otra daga, dejando la otra en su pecho, antes de salir corriendo en contra de aquel que se había tirado al suelo, que ya se había enterado de que había sido engañado. 

Antes de que llegara, logró sacar su daga y se preparó para enfrentarme. Todo lo que pudo ver fue como le lanzaba tierra a la cara, tras lo cual lanzó un corte horizontal hacia adelante con intención de herirme. Pero porque tenía los ojos cerrados, no pudo ver que estaba agachado y termine con él clavandole el arma en el cuello.

Todo eso sucedió en segundos y hubiera sido imposible si no tuviera el refuerzo corporal activado. Me giré para luchar contra el último de ellos, pero lo único que vi fue al capitán de los soldados atravesándole la espalda con su espada, tras lo cual cayó muerto.

- Nada mal. Sin lugar a dudas te mereces el aumento que habíamos prometido. Aunque, ¿no se supone que tenías que estar apoyando a los demás en la lucha contra las criaturas? - me preguntó mientras sacaba su espada del cuerpo donde la había clavado.

- Ya hemos logrado abrir un camino lo suficientemente amplio como para que pasen los carros. No parecían necesitar más ayuda. - conteste, mientras acababa de recoger mi daga. Sin que se diera cuenta, me llevé una de las botellas que habían lanzado los bandidos, ya que me podría ser de utilidad en un futuro.

- Ya veo. Entonces es mejor que nos pongamos en marcha. No podemos dejar que el carro se quemé totalmente en el bosque o podríamos enfrentarnos a un problema mayor. 

Dicho eso, se volteo y comenzó a dar ordenes de avanzar lo más rápido posible. Todos, tanto los soldados como los aventureros, heridos o cansados, subieron al tercer y primer carruaje respectivamente. El segundo carruaje parecía estar hecho de un material especial, porque aún seguía ardiendo pero no se había derrumbado. Casi parecía que lo hubieran preparado para soportar situaciones como estas.

Comenzamos a movernos, pasando por encima de los cadáveres de los monstruos. Parecía increíble, pero nadie había muerto. Pensando en eso, salimos del bosque para ser recibidos por el sol, mientras un carro en llamas nos seguía de cerca.

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora