Parte 33: Preocupación

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Al día siguiente, con mis canales de mana ya recuperados, inicié mi viaje de vuelta al pueblo, pues ya había cumplido con el trabajo que tenía que hacer en la semana. Decidí dejar el corazón de orco en el lugar que ya le había encontrado, ya que no tenía ningún lugar donde esconderlo en el pueblo.

En el camino de regreso, decidí que tenía que añadir la esfera de bosones a los hechizos que más tenía que entrenar y mejorar. Si lo lograba dominar, tendría la posibilidad de crear más hechizos útiles, como un agujero negro... En un futuro muy lejano, porque todavía no me veía capaz de solucionar los problemas que pudiera provocar si se salía de control. Por el momento, quizás era mejor concentrarse en encontrar una manera de que me sirviera para volar o inmovilizar a mis enemigos.

En eso estaba pensando cuando llegue al pueblo. Fue entonces cuando oí como las personas hablaban del regreso de Gonzalo y su grupo, y como se encontraban llenos de heridas y sangre. Me empecé a preocupar sobre lo que iba a pasar una vez que le contaran a los Ulknos lo que había pasado en el bosque. Si por alguna razón habían averiguado que era yo, podían haber muchos problemas. 

Por suerte, Gonzalo apenas había llegado unos minutos antes que yo, por lo que tenía tiempo para ir a la mansión de los Ulknos y ver que les dirían. Cambié mi rumbo, y me comencé a dirigir a los túneles que llevaban a la mansión, cuando me encontré con Ino. Aprovechando su aparición, le di los objetos que había traído esta vez, le dije que se los diera a mis padres y me fui antes de que pudiera decirme algo más. Por alguna razón, cada vez estaba más nervioso de que Gonzalo o alguno de los otros dos hubiera llegado a identificarme, por lo que no podía perder más tiempo.

Entré al mismo túnel que use para espiar las lecciones de magia y corrí hasta el lugar donde podía ver el patio. Al llegar, pude ver que Gonzalo y su grupo ya se encontraban allí, hablando con Roberto acerca de lo que había sucedido, mientras unos sirvientes atendían sus heridas y se llevaban sus armas y armaduras.

- ¿Me estas diciendo que os encontrasteis con un mago en el bosque de los orcos y este os utilizó para distraer a unos cuantos de ellos y así poder cazar a un orco con más facilidad?- preguntó Roberto, que tenía los brazos cruzados y se encontraba sentado en una silla que probablemente había traído alguno de los sirviente. Me costaba verle la cara, pero por su tono de voz, era fácil decir que no se encontraba de buen humor.

- Así es. Lo encontramos cuando se estaba enfrentando a tres orcos, tras lo cual nos ataco y nos obligo a pelear contra dos de los orcos mientras el huía llevándose al tercero.- contestó Gonzalo, que se encontraba tendido en el suelo mientras uno de los sirvientes le trataba su brazo izquierdo que, por los tratamientos que le estaban dando, posiblemente estaba roto.

- Tch. Seguramente también estaba en busca de un corazón de orco para darselo a Orizon y ganar su favor. Por lo tanto, debe de formar parte de una de las familias nobles de la zona. ¿Recuerdas algo que puede servir para identificarlo, aparte de que pueda usar magia?-. Esa era la pregunta que quería escuchar. Dependiendo de lo que respondiera Gonzalo y su grupo, tendría que pensar en que hacer si comenzaran a buscarme por saber magia.

- Estaba vistiendo una capa con capucha de color negro, sin ningún escudo noble en ella.

- Eso no servirá. Seguramente sea ropa que desechara una vez vuelva al territorio del noble a quien sirve.

- Aún así, tuve la oportunidad de verle el cabello una vez, cuando se le cayó la capucha. Era negro, con algunas de las puntas de color blanco. El mismo color de pelo que tiene esa basura del pueblo.-. Obviando el insulto que había dicho, me di cuenta de que me encontraba en peligro por haberlos subestimado. Durante toda la persecución, había procurado evitar que se me cayera la capucha, pero una vez cayeron al agujero, deje de darle importancia. Posiblemente fue en ese momento que Gonzalo logró salir del agujero y pudo ver mi color de pelo mientras yo me encontraba llevando al orco al tercer agujero. Tuve suerte de que no hubiera logrado ver mi cara, porque si lo hubiera hecho, no existía ninguna manera de que pudiera escapar de su venganza. 

- Mmm... Ya veo, eso resulta más útil. Quizás sea un color de pelo bastante común en los plebeyos de los territorios más al norte, pero todavía sigue sirviendo para identificar a un mago. No son muchos los que pueden usar magia sin ser de alguna sangre noble. 

- ¿No existe la posibilidad de que esa basura sepa quien sea?

- Ja, no. Esa cosa es inservible, dudo que alguien de tanto nivel como un mago pueda tener algo que ver con él, aunque tengan el mismo tipo de pelo. Es más, puedo decir que esa probabilidad es tan grande como la probabilidad de que él sea ese mago. Es decir, ninguna.- contestó Roberto, mientras comenzaba a reír por su "divertido" chiste.

Si bien la conversación había logrado aumentar mis ganas de golpearles, también me sirvió para confirmar que no había ninguna razón para preocuparme de que me relacionaran con el mago que habían visto en el bosque. De esa manera, y tras escuchar el resto de la conversación, pude volver con más tranquilidad a casa.

Una vez ahí, recibí una lluvia de preguntas por parte de madre, que quería saber porque no había vuelto directamente a casa y porque había dejado que Ino cargara todas las cosas sola. Solo pude decirle que tenía algo importante que hacer y si no fuera por la intervención de Ino, posiblemente la discusión se hubiera alargado hasta que le contara que era eso tan importante.

Como agradecimiento, le prometí a Ino que le enseñaría más magia al día siguiente, además de ver como había progresado en todo el tiempo que no la había visto. Una vez acabamos de cenar, donde esta vez logramos cenar los cuatro en la mesa, ya que padre se encontraba bastante mejor, volví a mi cuarto a descansar. Necesitaba pensar en mi siguiente paso, pero decidí dejarlo para el siguiente día.

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora