Parte 27: Coincidencia

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- Bien, eso sera todo por hoy.- le dije a Ino después de que su esfera de agua se desplomara.- ¡Jajaja! ¡Realmente me alegra que por fin hayas podido hacer magia! Ahora todo lo que debes hacer es descansar y comenzar a practicar durante la semana. Recuerda que tienes que evitar que mis padres o alguien más descubre que puedes usar magia, así que te recomiendo que practiques en esta zona, ya que...-

Antes de que pudiera terminar de hablar, Ino se levantó en un instante y se lanzó contra mí con fuerza. Por un segundo, pensé que había hecho algo que la había hecho enfadar, pero rápidamente me di cuenta de que solo me estaba abrazando. Antes de que pudiera pensar en lo que tenía que hacer, Ino se alejó un poco, levantó su cabeza y intentó sonreír mientras me miraba con sus ojos llorosos, por la felicidad y emoción que sentía.

- ¡Lo logré, Anuar, lo logré! Por fin pude lograr lo que mis padres no pudieron. ¿Recuerdas lo que había dicho? Al final, sí cumplí con mi promesa... - antes de que pudiera terminar lo que quería decir, no pudo controlarse por más tiempo y comenzó a llorar. La abracé y deje que llorara sobre mi hombro, mientras una pregunta rondaba en mi cabeza. ¿Qué me había dicho?

Antes de que Ino terminara de llorar, llegué a la conclusión de que se estaba refiriendo a algo que le había contado al primer dueño de este cuerpo. Así que me empecé a preocupar. Si digiera algo raro, ¿comenzaría a sospechar de quien soy? Y si descubriera que ya no soy el Anuar que conoce, ¿qué pasaría? Este tipo de pensamientos empezaron a rondar por mi cabeza, provocando que empezara a sudar y tener escalofríos. Pero para mi suerte, Ino continuo hablando y pude entender que tipo de promesa había dicho.

- ¿Recuerda que mis padres eran aprendices de magos? Aún así, ellos jamás lograron aprender a usar la magia. Pero ellos siempre esperaron que yo si pudiera usarla. Desde que era pequeña, me comenzaron a inculcar un interés por la magia y esperaban que cuando fuera mayor, el mago al cual servían me dejará aprender magia de él. Entonces ocurrió ese accidente y los perdí a los dos. Fue en esos momentos que me prometí a mi misma que cumpliría con su sueño y aprendería magia, aunque tardara toda mi vida. Pero hacía tiempo que había perdido la esperanza, pues no encontré alguna manera de acercarme a la magia. Me había rendido y seguramente hubiera muerto sin lograrlo si no fuera porque me diste la oportunidad de cumplir mi sueño y promesa. Así que, muchas gracias. En serio, muchas gracias... -. 

Tras escuchar su historia, me di cuenta de la razón por la que siempre se había esforzado tanto. Y me di cuenta de que el no saber las cosas que el anterior dueño del cuerpo sabía podía provocar que hiciera graves errores en el futuro. Pero seguramente no había manera de que pudiera recordar todo sin hacer preguntas y arriesgar a que alguien sospechara de mí comportamiento, así que lo único que podía hacer era tener cuidado con las decisiones que tomaba con las personas del pueblo. Otra razón más para irse de allí lo antes posible.

Pasó un tiempo antes de que Ino se tranquilizara y pudiéramos regresar a casa. Esa noche me costó conciliar el sueño, pues me comencé a preocupar por el siguiente paso que tendría que tomar. El primero de mis planes ya estaba bien encaminado. Con Ino ya habiendo entrado oficialmente en el mundo de la magia, solo era cuestión de tiempo y esfuerzo antes de que pudiera ser lo suficientemente fuerte como para defender a mis padres de cualquier peligro. Al fin y al cabo, no pensaba llevarla conmigo en mis aventuras ya que sería más seguro y fácil para mi que se quedara viviendo en el pueblo.

Pero claro, para realmente poder abandonar con tranquilidad este lugar, primero tenía que deshacerme de los Ulkons. Y era allí, mi segundo plan, donde no sabía que paso debía dar. Los Ulknos eran nobles y, si la sociedad de este mundo funcionaba de manera parecida a la de la Edad Media de mi mundo, atacarlos directamente no era una opción para un pueblerino como yo. Necesitaba que algo los hiciera huir o conseguir un poder mayor al suyo que me permitiera sacarlos de esa mansión para siempre.

Y fue así como, mientras pensaba en ello, me dormí y llegó la mañana. Me levanté con mucha pereza y salí de vuelta al bosque, para cazar otra semana con Orien y Jana. Pero antes de que pudiera llegar a la cabaña, vi como un pequeño grupo de hombres salía de ella. Cuatro de ellos llevaban una armadura de hierro y espadas colgadas en sus cinturas, dando la apariencia de ser caballeros. No identifique ninguna de sus caras, pero supe que no pertenecían a lo Ulknos por el escudo que portaban en sus armaduras. En lugar de un cuerno de guerra, el escudo tenía la imagen de un águila con sus alas abiertas. 

Aparte de ellos, había otro que vestía ropas que ha simple vista se veían como algo que solo los nobles llevarían. No parecía estar en forma y llevaba una especie de boina con una larga pluma blanca. En su pecho, se apreciaba el mismo escudo que llevaban los soldados. Tras salir, se dirigieron a sus caballos, los cuales habían atado a un árbol, y salieron en dirección al pueblo. Jamás me vieron, pues desde que aviste a sus caballos había salido del camino y me escondí en la copa de un árbol. Una vez se fueron, baje y entre con prisas en la cabaña.

- ¿Quiénes eran las personas que acaban de salir?- pregunté cuando vi a Orien sentado en una silla de la sala. Cuando vi su cara de preocupación, me puse algo nervioso. -¿Ocurrió algo malo?

- Sí, podías decir eso. El hijo de el duque Orizon se encuentra en un grave estado y esta buscando una cura que solo se encuentra en el bosque. Algunos de sus sirvientes vinieron para ver si tenía un poco, pero tuvieron que irse con las manos vacías. Seguirán buscando en otros lugares, pero me preocupa que no lo consigan a tiempo.

Entonces me di cuenta: una gran oportunidad había llegado. 

Viviré su vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora