Parte 45: Refuerzos

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Una vez tuve una idea del nivel de las criaturas, pude comenzar a atacar sin preocuparme demasiado. Mi forma de hacerlo era sencilla: teniendo en cuenta lo difícil que es luchar contra muchos enemigos con solo dos dagas, aprovechaba la existencia de los compañeros. Es decir, me enfocaba en acabar con las criaturas que querían atacarles mientras ellos luchaban contra otra. 

De esa manera, nuestra esquina de la formación se pudo mantener sin mucho problema, aunque también hay que destacar la ayuda que aportaban los arqueros. Unos cuantos lobos habían logrado atravesar las defensas, pero lograban acabar con ellos antes de que causaran daños graves en la formación. 

De esa forma, un camino se fue abriendo entre las criaturas mágicas, aumentando nuestras esperanzas de escapar sin que nadie muriera. Pero entonces, como para reírse de nosotros por tener esos pensamientos, llegaron dos seres que iban a cambiar el curso de la batalla.

Por mi lado, un goblin mago apareció desde el bosque. Ni siquiera tuvimos tiempo de reaccionar cuando este último ya había acabado de preparar su hechizo. Los goblins, que de por si ya eran molestos por su número, comenzaron a sufrir los efectos del hechizo de enfurecimiento. El cambio fue tan drástico que la formación no tuvo otra opción que dejar de avanzar y evitar ser empujados hacia atrás.

Si eso de por si ya era un problema grave, por el otro lado apareció un lobo del bosque más grande que los anteriores y con algunas lineas verdes en su pelaje. Fue aparecer y los lobos, que antes atacaban sin mucha coordinación, comenzaron a comportarse como veteranos. Dejaron de saltar porque sí y se quedaban atrás esperando la orden del nuevo lobo para atacar.

No hace falta decir que, con solo la aparición de esas dos criaturas mágicas, el flujo de la batalla cambio de sentido. Ya no podíamos seguir avanzando y lo mejor que podíamos hacer era guardar nuestro puesto y esperar que no lograran pasar mientras evitábamos aumentar el número de heridos. Es decir, o hacíamos algo para acabar con ellos o era posible que no pudiéramos salir con vida de este bosque. Así que era hora de hacer tonterías.

- ¡Tú, el aventurero con el arco!- grité al compañero que nos apoyaba desde atrás, que también era aquel con quien había hablado en el carruaje por primera vez. - ¡Me voy a enfrentar contra el goblin mago y para eso tengo que acercarme! ¡Necesito que me apoyes con tus flechas!

- ¿¡Estás loco!? ¡Es demasiado peligroso! ¡No arriesgues tu vida haciendo eso, todavía podemos...!- No me quedé a esperar que acabará lo que quería decir, ya que no me servía de nada. Ya sabía que lo que hacía era una tontería, pero en el peor de los casos solo tendría que usar mi magia para escapar, mi vida no estaría en peligro si actuara ahora. El verdadero problema sería si la batalla se alargara mucho. En ese caso, existía la posibilidad de que se me acabará la resistencia de los canales de mana antes de la fin de la batalla y entonces ya no podría asegurar mi supervivencia.

Por esa razón, la mejor opción era intentar acabar con las dos criaturas mágicas que habían aparecido, tanto para mi beneficio como para el de los demás. Con eso en mente, comencé a correr hacia el goblin mago.

Aunque no estaba totalmente seguro sobre si me haría caso el arquero o no, mientras corría me puse a eliminar a cualquier monstruo que se pusiera en mi camino, especialmente los goblins enfurecidos, que no paraban de lanzarse en contra mío. En un momento dado, en lobo intentó saltar sobre mí, solo para encontrarse con una flecha atravesando su cráneo. Ni siquiera tuve que girarme para confirmar quien había sido.

En un momento, llegué enfrente del goblin mago, que como ya me había visto desde hace un rato, tenía una bola de fuego preparada para recibirme. Debido a mi radar mágico, ya sabía que tenía preparada una, así que la esquivé con facilidad. El problema era esquivar la siguiente pues estaba seguro que tendría tiempo de lanzar una más antes de que estuviera lo suficientemente cerca.

Justo como predije, cuando comencé a correr en su dirección, comenzó a preparar la siguiente bola de fuego. Y entonces una flecha apareció apuntando a su cabeza.

Tristemente, el goblin mago se había puesto una cosa similar a una barrera mágica, que le salvó de morir por culpa de la flecha. Pero al menos esta había logrado destruir la barrera y había detenido el hechizo de la bola de fuego, por lo que era mi oportunidad de atacar.

Ignorando a los otros goblins y lobos, que estaban tratando de sobrevivir a las flechas, tomé una de las agujas de madera que había hecho y la puse en la pequeña ballesta de mi muñeca, para posteriormente dispararle al goblin mago. No pensaba matarlo de esa forma, y sinceramente ni siquiera lo herí, pero logro el objetivo esperado: distraerlo.

Para cuando el goblin mago se dio cuenta, ya estaba dentro del área de alcance de mis dagas, por lo que solo basto un golpe para romper su defensa y otro para clavarle la daga en el pecho. Por seguridad, volví a apuñalarle en en la cabeza y en el cuello, y entonces pude asegurarme que había acabado con él.

Las consecuencias se mostraron al instante: los goblins, ya de por sí incontrolables por estar enfurecidos, perdieron totalmente el control y comenzaron a atacarse también entre ellos. Aprovechando la oportunidad, saque un frasco con cebo de goblin y se lo lancé a un grupo de lobos.

No tardo demasiado antes de ver como los goblins comenzaban a atacar los que habían sido sus aliados en la batalla, provocando que la presión en los aventureros del lado izquierdo se redujera considerablemente. Viendo la oportunidad, los compañeros no tardaron en pasar al ataque para volver a intentar a abrir camino. 

Sin embargo, el otro lado seguía viéndose amenazado. Aunque los goblins hubieran perdido el control, los lobos de es lado seguían bajo las ordenes del lobo con lineas verdes. Debido a eso, decidí que era necesario encargarse también de esa criatura si queríamos abrir el camino.

Pero en ese momento, el gran lobo abrió la boca.


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