Capitulo 45

2.4K 223 41
                                    

Cada segundo se vuelve un siglo, los gruñidos de los caminantes son el sonido reinante en cada rincón de toda Alexandria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cada segundo se vuelve un siglo, los gruñidos de los caminantes son el sonido reinante en cada rincón de toda Alexandria. Marcus reposa su cabeza en mis piernas, acaricio su cabello, de no ser por los movimientos inquietos de sus dedos creería que duerme.

—¿Crees que se vayan? —pregunta Marcus, su voz tiembla un poco.

—En algún momento, sí.

Ruby mira por la puerta que da al exterior a los caminantes pasar por la acera. Estas casas tienen como cien puertas. Si sigo el pasillo a dos metros de la puerta llego sin problemas al garage, que dá al otro lado de la calle. De su mano cuelga una barra de cereal a medio comer, siempre que está nerviosa come.

—Todos están bien. Incluidos Beeckman.

—No es él quien me preocupa —no me mira—. Maggie está embarazada. Quiero ir a traer a ese coreano de los pelos.

—Si en caso de que ocurra, avísame, tengo que decirle ciertas cosas a Glenn.

—Deberíamos ir arriba. Ya no escucho caminantes arañando la puerta. Quitemos las barricadas y pongámonos cómodas en la sala —propone.

Inclino la cabeza aceptando su propuesta. El sillón es más cómodo que el duro suelo del sótano/garaje/ puerta secreta. Marcus permanece a mi lado, su temblorosa mano toma la mía con fuerza, sus ojos no dejan de mirar en todas direcciones al llegar arriba. Mira hacia las ventanas, las puertas, las habitaciones, sus ojos viajan como flechas por toda la casa. Está asustado, todos lo estamos.

En las puertas no hay peligro, sin hacer mucho ruido deshago las barricadas, no acomodo nada en su lugar sólo lo dejo a un lado para tener camino libre si hay que salir. Cerbero permanece en silencio, una de las razones en que los caminantes de interesarse en esta casa.

El radio se escucha fuerte en toda la casa por el silencio qué hay. Lo apago para no llamar otra vez la atención de los muertos; hasta que no estoy en cuarto vuelvo a encerderlo.

—Betty, responde.

—Aquí estoy —abro un poco la ventana para mirar el sol ocultarse—. ¿Que necesitas, Bombón?

—¿Cómo está todo?

—Tan bien como podría estar una comunidad llena de caminantes merodeando por sus calles. ¿Ustedes?

Se toma su tiempo para responder.

—Bien. Estamos cerca.

—Dime en qué les ayudo —hablo decidida.

—Tú queda donde estas —responde enseguida, apurado. Lo imagino con el radio pegado a los labios con su ceño fruncido y lanzando maldiciones—. No salgas hasta que los caminante no hayan salido de Alexandria, ¿entendiste?

Killer QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora