Capitulo 57

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Bien había predicho que el golpe de Donnie dejaría marca y así fue, tengo una pequeña cicatriz en mi pómulo que servirá para recordar el resto de mi vida la vez que fui secuestrada junto con mis dos amigas mientras atracábamos la guarida secreta d...

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Bien había predicho que el golpe de Donnie dejaría marca y así fue, tengo una pequeña cicatriz en mi pómulo que servirá para recordar el resto de mi vida la vez que fui secuestrada junto con mis dos amigas mientras atracábamos la guarida secreta del malvado Doctor Tocino; una increíble historia para contarle a las futuras generaciones. La paliza había valido la pena, ahora teníamos tomates frescos, lechugas, cebollas, lo justo para hacer algo rico y por las noches no había nada más placentero que beber un vaso de leche fresca junto a Marcus.

Hoy es mi día de descanso, sin ninguna guardia ni tener que ir a la enfermería, Denise insistió en tomarme el día después de la ajetreada semana que tuvimos; así que, mi día básicamente se ha tratado de limpiar la casa, lavar la ropa, hacer la comida... la típica rutina que antes se consideraba aburrida para una mujer, pero en estos tiempos como extrañaba una casa de la cual hacerme responsable. Ayudaba a mamá con los quehaceres de la casa antes, luego de que ella se fuera yo era la responsable de hacer todo, limpiaba, lavaba, planchaba, hacia la comida, absolutamente todo; papá ayudaba con la comida pues cuando yo me encargaba de cocinar terminábamos comiendo huevo frito o mi especialidad: arroz quemado. Carol se ha encargado de ampliar mis artes culinarias como mamá lo habría hecho si tan sólo hubiera memorizado los platillos que tantas veces la mire preparar. Ya puedo preparar un guiso exquisito con un par de verduras y cualquier animal que Daryl cace.

Me inclino un poco sobre el lavabo de la cocina para ver por la ventana la posición del sol, debe ser cerca del medio día o posible las dos de la tarde. Hay un reloj en mi muñeca izquierda —muy lindo por cierto— pero es más fácil para mí guiarme mirando el sol que tratar de adivinar las manecillas del reloj; es un mero adorno por qué siendo realista me veo estúpida preguntándole la hora a los demás cuando tengo un reloj, su cara de confusión es entendible y más el que rueden los ojos cuando les explico que no le sé al estúpido reloj de palito; si tuviera al menos los números sería diferente mas solamente tiene doce palitos que me cuesta recordar cual es cual.

—¿Nadie piensa venir a comer? —pienso en voz alta. Termino de lavar la tabla en la que pique las verduras de la ensalada. Cerbero, quien ha estado acompañándome toda la mañana, levanta la cabeza esperando a que me mueva. Ha recorrido toda la casa esperando a que Marcus regrese de sus clases con Ruby, le gusta pasar más tiempo con el niño que conmigo—. ¿Sabes, Cerbero? a veces creo que Daryl y Marcus odian mi comida.

Él mueve la cola feliz por alguna razón. Palmeo mis piernas, su señal para venir corriendo y saltarme encima, sus patas delanteras se apoyan en mi pecho mientras lambe mi cara.

—Eres hermoso. Mi perro hermoso. —lo abrazo. Su cola se mueve mucho demostrándome lo feliz que está—. ¿Por qué te amo tanto, eh? Dímelo —estrujo su hermosa carita.

De forma pausada Cerbero se va dejando caer de espaldas mostrando su barriga, hago lo que quiere y le froto la panza. Tiene aspecto de ser un perro agresivo de esos que muerden hasta al dueño, Cerbero odia a los desconocidos, casi muerde a Jesús el otro día y mato un mapache que rondaba por los alrededores; sin embargo, nada más hay que mostrarle un poco de amor a este perro y ya te ganas su confianza y cariño para toda la vida. Si lo comparo con Dixon es como ver si versión en perro, al igual odia a las personas que no formen parte de su circulo social, tiene cara de hombre rudo pero si todas las personas conocieran la faceta que él muestra sólo cuando estamos los dos no creerían que es el mismo Daryl Dixon.

Killer QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora