Capitulo 50

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Pasó mucho mucho tiempo antes de que Daryl me dejara en libertad

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Pasó mucho mucho tiempo antes de que Daryl me dejara en libertad. Tanto que la tarta se retrasó, para cuando es la hora establecida de reunirnos en el patio está todo menos la dichosa tarta de la abuela.

Marcus y Ruby hicieron un increíble trabajo con el patio, me sorprende el que no hayan dejado todo a medias para irse a dormir o hacer otras cosas. Abraham llega con un montón de cervezas bien frías, quisiera verlo un día sin beber; Espinoza trae frituras y Los Rhee consiguieron de algún modo una bolsa de malvaviscos.

La fogata está hecha, nos sentamos todos alrededor de esta para calentarnos un poco en esta helada noche de lo que siento ya es invierno. La pequeña Judith descansa en una de las habitaciones para más tranquilidad de Rick.

Hablamos animadamente de cosas triviales mientras Daryl termina de asar las ardillas.

—¿Quien quiere una ardilla? —pregunta, retirando la primera del fuego.

—Yo —levanto la mano. Daryl está a un lado mío, sólo extiende la mano en mi dirección y gustosa acepto el manjar que me ofrece—. Muchas gracias. No se ustedes, pero para mí no hay cosa más magnifique que los asados de Daryl.

—Estoy de acuerdo con Betty, las ardillas asada de Daryl son únicas —habla Rick.

—Cocina más que la misma Betty. La cocina no es la pasión de ella. Una vez, no sé cómo lo hizo, pero hizo explotar un sartén con frijoles; las paredes quedaron como pintura rupestres.

Fulmino con la mirada a mi amiga, diciéndole que se calle. Acaba de convertirme en el centro de la burla, lo soy siempre por supuesto, mas soy yo la que comienza con las burlas.

—También está la vez que preparo taquitos de pollo, termino en el hospital con el brazo todo salpicado de aceite. Betty, muéstranos tu cicatriz cerca del codo —palmea sus piernas.

—Vete al diablo —le respondo. Intento parecer molesta, pero en realidad me da risa.

—Que me dicen de la vez cuando nos trajo bayas venenosas —argumenta Abraham.

—Eugene comió una —agrega Rosita—. Vomito por varias horas.

—Casi muero por deshidratación —murmura el susodicho con su tono monótono—. Pude haber muerto.

—Todos hemos sido testigos de una de las ridiculeces de Williams —empieza hablar Isaac. Le lanzo una mirada de advertencia nivel amarillo, si se le ocurre decir otra cosa más lo arrojaré sin piedad al fuego—. Yo he visto muchas; una en específico fue en primavera cuando Betty y su mamá visitaron nuestra casa, ella se rehusaba a quedarse a dormir ahí, escapó por el balcón de la habitación continúa usando algunas sábanas, así como en las películas.

Killer QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora