Camino por una ciudad en llamas, los edificios arden y hace un calor del infierno. No me asusta, ando como si fuera un día normal y ver el mundo arder fuese mi día a día. El aire se llena de gritos desgarradores, la piel se me pone de gallina al escuchar a una mujer gritar en agonía; sus gritos provienen de algún edificio, pero los oigo como si la tuviese a mi lado.
Cuerpos en llamas salen de entre los escombros, piden ayuda o solamente gritan en agonía.
—¡Betty!
Intento adivinar de donde provino el llamado. Lo escucho de nuevo, más cerca esta vez, tanto que sé de donde viene. Cinco calles adelante lo encuentro, parado a mitad de la calle, con sus mano acuna su boca para que suene más fuerte su voz.
—¡Betty! —grita. Me da la espalda.
Corro hacia él. El fuego se intensifica conforme avanzo, las ventanas explotan lanzando vidrios y proyectando lenguas de fuego hacia fuera.
—¡Aquí! —grito—. ¡Daryl, estoy aquí!
No parece escucharme, pues continúa llamándome. Un fuerte crujido retumba por encima del sonido de las llamas ardientes, algo acaba de romperse; un edificio de diez pisos se precipita al suelo.
—¡Daryl sal de ahí! —corro lo más rápido que mis piernas me lo permiten. Un poste de luz cae frente a mí frenándome unos segundos, salto por encima de éste—. ¡Daryl!
Me percato de una cosa, entre más corro hacia él más se aleja. El edificio cae encima suyo. En el último segundo levanto la cabeza pero era tarde.
Abro de golpe los ojos. Lo peor de las pesadillas es lo que viene después, la corta parálisis que sufro luego de una pesadilla es más espantosa que la misma pesadilla. Mi cuerpo permanece rígido por un minuto, es parecido a cuando se te sube un muerto en la noche y no puedes moverte, pero en mi caso, es mi mismo cerebro el que da la orden de no moverme y quedarme quieta como estatua. La cabeza me duele, los párpados me pesan y mi rígido cuerpo comienza a doler.
—¿Estás bien? —pregunta Daryl, su aliento choca contra mí frente. Mueve su mano de forma distraída hasta colocarla sobre la mía, dando un ligero apretón. Analizo la habitación en la que estamos, seguimos arriba de la caravana, tengo la cabeza apoyada sobre su hombro—. Hey... no fue real.
—El que un edificio en llamas te haya caído encima se sintió muy real —objeto. La fatiga me puede, deseo levantarme de una vez pero estoy cansada, llevo casi dos días sin dormir bien. Ni siquiera cambio mi posición, vuelvo a cerrar los ojos con la intención de dormir lo que resta de camino.
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Killer Queen
FanfictionYa no se puede confiar en nadie. Nadie confía en ti. Las personas hacen lo inimaginable para sobrevivir al apocalipsis. Adiós a la democracia, todos están por su cuenta. Dos chicas han sobrevivido solas, hasta que cierto grupo las encuentra o mejor...