Capítulo 60: Desequilibrio [Parte II]

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Narra Rolan

— ¡Rolan!  — se queja Thalia retirando sus manos de mi cabeza, pensamos que quizá podríamos canalizar mi poder para encontrar la entrada al purgatorio.

— No leas mi memorias. — pido con un tono sarcástico.

— Steve Richards no era del todo real deja de recordarlo o al menos con ropa, quizá fue alguien quien sólo Sentinel creó o alguien quien alguna vez conoció Papá Gabriel. — dice dando un suspiro para intentarlo otra vez pero no lo logra. 

— Sigues viendo mis memorias, se supone que ibas canalizar mis poderes. — riño dejándola muy enfadada. 

— ¿Crees que no lo sé? pero no lo consigo. — cuestiona muy frustrada por todo esto. 

— Él me gustaba mucho. — confieso sacándole una pequeña sonrisa. 

— Lo sé. — dice llevando sus dedos índice y corazón de su mano derecha a mi cabeza para entrar a fondo en un recuerdo pero no es mío sino suyo. 

— Steve. — le nombra ella entrando a su estudio llamado su atención. 

— Ey ¿que tal? — le saluda arrugado una hoja de papel que parecía estar contemplado cuando entró. 

— Estoy bien, tu sabes bailar ¿cierto? — le pregunta y él asiente sin ninguna duda de ello incorporándose de su asiento para mostrarme que si sabe hacerlo. 

— ¿Tú qué dices? — cuestina dándole un giro entonces ella atrae el papel a su mano. 

— Es perfecto, te veré mañana. — se despide ella con cierto nerviosismo antes de marcharse y cuando está lo suficientemente lejos mira el papel quedándose muy indignada y avergonzada, es un dibujo de mi desnudo. 

— Suficiente. — dice rompiendo la conexión que había creando notando que ha canalizando una pequeña parte de mis poderes. 

— Si sirve de algo lamento mucho lo que sea que hice para que el se fijara en mi. — me disculpo con un ápice de diversión haciendo que me mire mal. 

— No es su culpa es muy fácil caer en tus encantos demoníacos, eres el mal de la tierra y la personificación de la putería. Sinceramente no entiendo que pasó contigo. — me acusa con un tono serio pero al final termina riéndose. 

— La pubertad, eso pasó. — elocuencio. 

— Papá debió dejar que fueses un niños por toda la eternidad. — se queja. 

— Si fuese así no te hubiese ayudado a ganar el certamen de belleza del pueblo. — hago esa observación dejándola calladita. 

— Necesitamos hacer una conexión más fuerte. — dice mirando a el plano astral a nuestro alrededor para hacer una copia idéntica de mi habitación. 

— No comprendo. — digo un poco extrañado. 

— Te escuché llorar más de una ocasión supongo eso puede ayudar. — revela con un tono sarcástico mirando la falsa ilusión de mi habitación. 

— Todos los grimorios que tomo no se abren hasta que les digo mi nombre, el verdadero. — confieso y ella se encoge de hombros como si no fuese la gran cosa. 

— Todos tenemos problemas ¿Acaso eso es frustrante para ti? — pregunta con burla dejándome muy enfadado. 

— ¿Tu crees que tienes problemas Madre de todo? Yo soy hijo de uno de los siete príncipes del infierno, no soy un demonio ni un espectro sino un maldito cabello infernal que destruye todo lo que toca y que todo mundo le tiene miedo. — espeto destruyendo la falsa ilusión dejándola un poco abrumada, genial ahora estoy llorando. 

En Tierra de Lobos II© [Completa] (Corrigiendo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora