Escucha mi voz (4)

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Había corrido por todo el inmenso bosque, la nieve se volvía cada vez más helada y un estremecimiento pasaba por su columna cada que los copos caían sobre el, las nubes no parecían dispersarse, un camino se fue formando por la blanquecina nieve.

Al menos los había perdido de vista es lo que había pensado, odiaba escapar sin avisar pero ya no había vuelta atrás, al final de todos era para un bien  de todos, una vez que pasara la luna roja, sería el fin de toda su transformación y tendrán que esperar otros 379 años para que vuelva a suceder.

Estaba comenzando a escurecer, la luna se mostraba en todo su apogeo, tan grande y tan luminosa cubierta por un fondo carmín. Sus ojos se quedaron en el mismo color que la hermosa luna, a excepción de sus pelos que seguían siendo blancos por el momento.

Cada que veía la luna le recordaba a Tony, todos los días que la habían pasado juntos, jugueteando por toda la maleza, aullando cuando la luna se encontraba llena y los chirridos que hacía Tony en su versión murciélago.

Movió su cabeza para desaparecer esos pensamientos, tenía que olvidarlo si o si, tenía que olvidar a su padre, a Natasha, a Clint y Thor su manada.

—¿alguna vez seré fuerte para resistir todo esto?—miraba la luna—se que mi padre pidió esto para mi, pero no quiero esto como mi destino.

Bajo la mirada, sus patas estaban enterradas por toda esa nieve, un sonido muy conocido lo sacó de sus pensamientos, miro hacia arriba y en efectiva ahí estaba el.

—¡Steve!—gritaba—¡Steve!

Steve ignoró trato de hacer el menor ruido posible para no atraer su atención, pero como siempre ya saben, la estupida rama de siempre que mataba al silencio en un dos por tres, con un crujido el murciélago detectó el sonido y en seguida lo vio.

—¡Steve!—su chirrido se volvió más intenso.

Steve se preparó para emprender carrera lejos del murciélago para este se paró justamente en su hocico.

Steve le gruñó como la primera vez que se conocieron, meneo la cabeza pero el murciélago se aferró con sus diminutas patitas.

—¡Steve tienes que escucharme!—trataba de decir pero el rubio seguía moviéndose.—¡vamos Steve!

Pero aún así él lobo se negaba, tuvo que darle una leve mordida para que por fin se detuviera escuchando un llanto por parte del otro, se elevó con sus alas, miraba como él lobo se sobaba su nariz con sus patas.

—realmente lo siento pero era la única forma—volvió en su forma vampiro para acercarse.

—deberías alejarte, esto no servirá de nada—hablo con enojo.

—¡ellos nos necesitan!—grito por fin lo que temía—tú padre y mi padre harán una guerra si no los detenemos.

—¡¿y qué quieres que yo haga?!—grito fastidiado—¡si voy será más grande el problema! ¡Estoy maldito Tony! ¡Con unas simples palabras puedo acabar con tu familia!

Tony lo miró sorprendido.

—¡estoy condenado a esto, y yo no puedo cambiar, mi padre solo está esperando a que yo aparezca y acabar con su estupido problema con los vampiros!—se giró molesto.—no hay nada que pueda ser por ustedes, por ti...no quiero perderte, no ahora.

—no lo harás—Tony tomó su hocico entre sus manos—tu no eres lo que tu padre quiere puedes resistirlo, cada vez que lo intente escucha mi voz y no te desorientes de ella, pero si no vas conmigo la batalla será mucho peor.

Tenía razón pero no estaba listo, negó con su cabeza.

—bien, solo no me sueltes por favor—se agachó para que Tony subiera.

Pequeñas historias (stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora