Steven grant Rogers uno de los aventureros más reconocidos en la tierra, desde que llegaba de cada excursión que hacía en algún lugar, contaba con detalle cada uno de los sucesos que le ocurrían, ya sea si llegó a estar en peligro o no, realmente era una de las cosas que le fascinaba hacer y contarle a la gente sobre sus más grandes méritos y no porque le gustaba llamar la atención, no, el simplemente lo hacía porque era una de las cosas que tanto le alegraba hacer y quería compartir aquella alegría con todas esas personas, motivándolas a que si alguno se proponen hacer algo puedan cumplirlo como él lo había hecho.
La gente no perdía mérito tampoco, les fascinaba escucharlo y sobre todo aquellas mujeres que se perdían en aquella melodiosa voz, a veces solo iban con el simple hecho de tratar de coquetear con el rubio, Steve simplemente les daba la vuelta o simplemente les sonreía con timidez cuando aquellos alagos se iban fuera de lo común que steve podía haber escuchado alguna vez.
—¿listo para tu marcha?
—en eso estoy.
Aquel día zarparía en una de las islas que más anhelaba por visitar, tal vez por sus riquezas que le proporcionaba aquella isla con diferentes tipos de frutas o con el simple hecho de querer indagar qué cosas extrañabas encontraba por ahí, normalmente siempre eran piedras y no cualquier piedras eran cuarzos, uno que otros que pertenecían a una gran leyenda que guardaban esas islas que temor de la gente nadie se atrevía a pisar a excepción del rubio.
—Steve estamos listos—esta vez llamó su amigo Bucky.
—¿no falta nada?—le pregunto al castaño volteándolo a ver.
—no a excepción de tus cosas—se acercó hasta el para sostener su maleta— venga que te doy una mano.
Steve no replicó, sabía que debatir en estos momentos con su amigo no valdría la pena así que simplemente se dejó ayudar por el castaño de cabellos largos.
—¿habló Sam?
—si—asintió—me dijo que no podría venir porque aún tenía que entregar su reporte.
—entiendo—a veces no lograba entender como es que su amigo podía soportarle tanto a su jefe—será para la próxima entonces.
Ambos hombres abordaron aquel barco enorme, no sería la primera vez después de todo, siguieron su camino colocando la maleta del rubio en uno de los compartimientos que se encontraban dentro del barco.
—todo saldrá bien amigo—apoyo una mano en su hombro y le sonrió de lado.
—lo sé Bucky no estoy preocupado.
—¿entonces porque la cara larga?
—¿Que?—lo miro con intriga.
Bucky solo despeinó sus cabellos y se retiró para ver en qué podía ayudar al capitán que dirigiría el barco.
Eso fue bastante extraño pensó Steve, con una mueca en sus labios, simplemente negó y salió del lugar.
El barco hace un par de minutos que ya había zarpado, camino hacia la orilla del bote para poder observar con mayor precisión aquellos olas que se movía a causa del bote y puede que un poco por el viento que había, no era tan fuerte en realidad si le preguntaban.
Era una vista hermosa, una gran tranquilidad que le transmitía volver a navegar por esos sitios, respiro hondo tomando de aquel aire fresco compensado con el olor salado del mar, realmente muchos podían preguntar ¿A qué huele? Era algo que no podía definir con exactitud pero simplemente era algo agradable para sus fosas nasales.
Las horas pasaban y solo podía observar con preocupación aquellas nubes negras que se avecinaban, al parecer era una tormenta, sintió aquel temblor en el bote así que lo más seguro sería alejarse de esa zona.