No paraba de llover, las gotas caían y caían chocando contra el duro metal que servia como techado de la casa, no podían olvidarse de los estruendosos relámpagos, ese momento en el que piensas que la lluvia solo te relajaba y así poder dormir en un ambiente cálido, mientras escuchabas el sonido caer de las gotas chocando contra el dura piso, pues no, para Tony no lo eran, ya había dado un par de vueltas a la cama para intentar dormirse incluso había llamado a Steve para acostarse a su lado haber si eso podía calmarlo pero no.
Tanto revuelo que había hecho Tony en la cama hizo que steve lo abrazara por la espalda intentando pegar sus cuerpos, pues hacía frío y la lluvia no ayudaban en nada, pero aún así Tony no podía dormir.
Cansado se levantó y bajo por un vaso de leche para beberla y tratar de dormir, era para bebés si pero a veces podían funcionar, para su desgracia no lo hizo, envidiado del sueño de su esposo cuando subió de nuevo a su habitación, trató de despertarlo.
—Steve—llamó un par de veces—Steve—volvió a susurrar, esta vez más cerca en su oído.
—¿Que pasa tony?—miró a su esposo quien se encontraba parado aun lado de él.
—no puedo dormir—había dicho tony, no eran los relámpagos, él ya era grande se dijo así mismo.
—pero yo si puedo—dijo steve entre bostezos, y se giró dándole la espalda—incluso e dormido muy bien.
—¿en serio?—Tony lo miró con reproche, y lo tiró de la cama e incluso lo sacó a patadas de su habitación.
Steve ni se inmutó, la verdad es que estaba cansado, estaba acostumbrado a los berrinches de su castañito así que para no molestarlo se acosto en el sofá de la sala.
La lluvia no cesaba para su malestar, había utilizado una almohada para cubrirse los oídos pero tampoco había funcionado, incluso ya había corrido a su esposo ¿porque no simplemente dormía? no lograba captar por qué no podía quedarse dormido. Suspiro por cuarta vez, agarro su edredón y se lo llevo afuera.
Busco a Steve, por todas partes pero no lo encontró, temió qué tal vez se hubiera molestado y se hubiera salido con todo y lluvia encima, sip su esposo era un demente, iba abrir la puerta para ver si podía alcanzarlo pero unos ronquidos en la sala lo hicieron sobresaltarse. Era el rubio después de todo, no se había ido, ahí estaba acostado en ese incómodo colchón.
—que va—se encogió de hombros y se acosto encima de su pecho.
—¿Tony?—dijo steve medio dormido.
—no digas nada tengo sueño.
Steve sonrió, besó su mejilla y lo abrazó por la cintura para que Tony se acomodara. Tony por su parte solo pudo taparlos a ambos con el edredón que se había robado de su cama, pudiendo dormir por fin completamente tranquilos.
Tal vez por la mañana amanecería con un gran dolor en la espalda y en el cuello, o por lo menos Steve si, pero había un pequeño sacrificio para ello y ese era el sueño de su hermoso castañito y él se encargaría de velar por cada una de sus noche para que por fin durmiera bien.