Mi cuerpo por mucho tiempo ha sido una bomba de tiempo, ha sido una variable que lucha por mantenerse con vida. No soy anoréxica, no padezco de este trastorno. Los portadores de la anorexia crean una imagen distorsionada sobre su cuerpo, creen que si comen un gramo de cualquier cosa engordarán de forma exagerada, creen que los cuerpos bellos son aquellos que son delgados. El miedo por engordar es tanto que incluso afecta su vida en general, la sociedad es el arma más letal, temen a que los despedacen si aumentan un gramo más. Un gramo que para ellos representa hasta una tonelada si eso fuera posible. No soy anoréxica. Porto las características pero ¿y si no cumplo con la mentalidad de una? Sé que soy sumamente delgada, me miro al espejo y sé que mis huesos se notan a simple vista, la báscula también me lo dice. Estoy consciente de que desayunar antes de salir de casa no hará que mi peso aumente bruscamente. Todos y cada uno de los cuerpos me parecen hermosos, no solo las chicas delgadas. Mi “miedo” a engordar se basa en un castigo propio que solo yo podría entender a la perfección. Tu repentina despedida se llevó todo contigo, se llevó una gran parte de mí. Simplemente dejé de sentir apetito y mi cuerpo se acostumbró a eso. No quiero recuperar aquellas caderas, esos muslos ni esa cintura que tus manos algún día tocaron. Me parecerá devastador mirar mi cuerpo frente al espejo y no ver tus brazos alrededor de mi cintura. Te entregué mi cuerpo y te lo llevaste contigo cuando te fuiste.
Dejo de mirarme en el espejo y comienzo a vestirme para bajar al comedor. Esta mañana me despertaron un poco temprano, al parecer algo traman mis padres porque no es normal que papá esté conviviendo con mamá y mucho menos aquí dentro de casa. Ella lo detesta, jamás va a perdonarle todo lo que le hizo pasar, puedo darle la razón.
Bajo las escaleras rápidamente y me encuentro con todos en el recibidor; mamá, papá, Di, Susy y alguien que no conozco. Todos voltean a verme cuando bajo el último escalón. Esto no me da buena espina. Noto que ya levantaron los platos del desayuno de esta mañana que por cierto, por un momento pensé que habían olvidado lo de hablar porque solo Di y Susy desayunaron conmigo.—No te quedes ahí, acompáñanos —Di extiende su mano pero solo la miro sin tomarla.
En el sillón está sentada una mujer bastante guapa, muy bien vestida, jamás la había visto. Frente a ella están mis padres en el sillón contrario. Los otros dos están de pie a un costado. Me acerco con cautela y me quedo de pie cerca de las escaleras. Esto es sumamente incómodo.—Danger, tenemos que hablar contigo acércate —mamá protesta.
—Estoy bien aquí —contesto inexpresiva. Ella voltea los ojos y bufa.
—Hija —. Volteo los ojos— Ella es Amanda —señala a la chica quien se pone de pie junto con él— Es una colega mía, la otra vez intenté hablar contigo sobre esto pero —… en ese momento se me viene a la mente aquel folder que había encontrado en el sofá— Amanda es una excelente abogada, es parte de la firma, ella se ofreció para llevar el ca…
—No —interrumpo de forma seria. Mi cuerpo se tensa ante la situación y comienzo a sentir ansiedad. Papá cierra los ojos con gesto de molestia.
—Hola Danger, no tenía el gusto de conocerte hasta ahora. Tus padres me han puesto al tanto del caso que ahora está en mis manos…
—Mira, no quiero ser grosera contigo pero —… la chica me mira atentamente.
—No comienzas Danger, por favor —interviene mamá.
—No, está bien, ella es libre de expresarse —Amanda interrumpe a mamá.
—Hija, solo queremos que las cosas mejoren pero necesitamos de tu ayuda —papá calma su tono de voz.
—Que parte de “arréglenlo ustedes” no entendieron la última vez. ¡NO! quiero saber de esto…
—Tienes que poner de tu maldita parte…
—¡Mamá! Tranquilízate por favor, Danger tiene razón, no siquiera sabemos si está lista, ella —… Di interviene intentando defenderme y hacerme parecer vulnerable ante los demás.
—No discutan ya… ¿Tú, estás lista? —Susy me mira cuidadosa.
—Váyanse a la mierda todos —. Dejo ese circo a mis espaldas para disponerme a salir.
—Tienes que quedarte, no me interesa si estás lista o no. ¡Compórtate como la adulta que eres carajo! —mi madre toma de mi brazo pero me arrebato.
—Déjame, en paz —le contesto retante y retomo mi camino.
—Luisa y Martin están por llegar así que regresa aquí.
Me detengo en seco al escuchar eso. Un silencio incomodo se produce por toda la habitación, pienso en salir corriendo pero me siento paralizada, tengo que reaccionar rápido si no quiero verlos de nuevo.
—Entonces arréglalo con ellos —digo sobre mi hombro y salgo apresurada de casa.
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SOBRIA, DANGER...
Teen FictionMis manos tiemblan, el corazón comienza a latirme más rápido, su voz... El móvil cae de mis manos. En la pantalla ha dejado de correr la llamada y solo puede verse su nombre, quien diría que sería la última; quien diría que incluso estaría con él ha...