CAPÍTULO 9

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Al salir de la clínica me siento abrumada, la presión en mi pecho es muy fuerte; recordar partes de mi vida que había decidido olvidar me ha hecho daño. Lara decía que cuando recuerdas tan repentinamente algo que en el pasado te afectó, puede que un ataque de pánico o ansiedad surja. No quiero, no quiero ahora, no aquí, no frente a la clínica, pero todo se hace más claro. Siento escalofríos, mis manos y piernas tiemblan. Intento mantener la respiración a mi ritmo normal, me cuesta respirar, siento que el aire no llega a mis pulmones, no otra vez.

Maldita sea.

Cruzo la calle al escuchar a alguien salir de la clínica, no quiero voltear, sé que es él. Corro hasta llegar al otro extremo y justo lo que me faltaba, veo a Nicolas bajar del autobús justo cuando llego a la acera. Necesito sentarme, pero aquí no. Con mucho trabajo sigo mi paso para dirigirme al parque que está a la vuelta, ignoro todo, solo estoy concentrada en mí misma.

—¡Danger! —ambos gritan al unísono. Volteo a ver y Nicolas mira al otro lado de la calle pero va tras de mi, ignora a Charlie y él a Nicolas.

—Danger, ¿qué sucede? —se escucha agitado, pero no para de seguirme. Llego a una banca del parque y me siento. No puedo respirar, no puedo hablar, no quiero que me mire así pero no puedo decirle que se vaya, solo lo miro fijamente a los ojos—. Estás temblando, ¿qué pasa? —. Comienza a desesperarse y preocuparse, no sabe qué hacer— Okay, okay, tranquila, eh —... busca algo con la mirada intentando ayudar. Que esto termine ya, por qué no acaba— Está bien, mírame, no dejes de mirarme— toma una de mis manos y la aprieta con fuerza— No voy a soltarte, tranquilízate, por favor.

Poco a poco mi respiración vuelve a ser la misma, mis pensamientos malos se van, me desbloqueo lentamente y la realidad se hace más clara. Nicolas me mira a los ojos intentando descifrar si ya estoy mejor. Muero de vergüenza por dentro, jamás había dejado que un extraño me ayudara con esto y realmente me siento decepcionada de mí por no haber podido sola, pero debo admitir que ésta, fue fuerte porque fue repentina, no pensé que ver a Charlie nuevamente me afectaría tanto...

—¿Estás mejor? —. Acaricia mi mano con gentileza y al sentirlo la quito instintivamente, él ríe por como reacciono— Descuida, solo fue para tranquilizarte.

—Lo siento, en serio, yo, no pensé que —... intento excusarme, inventar algo— que, solo discúlpame —agacho la mirada intentando evitar el contacto visual.

—Descuida, me alegra haber estado aquí, aunque no sabía qué hacer, creo que entorpecí un poco todo —se quita el gorro y se rasca la nuca.

—Sí, un poco —lo miro seria por unos minutos y él luce apenado, después sonrío para que no lo tome en serio, entiende y ríe conmigo.

—Dame la mano, vamos a los columpios —extiende su mano, estoy a punto de tomarla, pero reacciono y no la tomo, solo me pongo de píe.

Nos sentamos en los columpios y mecemos lentamente, recuerdo que no le avisé a mamá que no pasara por mí así que le escribo para decirle.

—¿Tomaste tus pastillas? —rompe el hielo recordándome justo lo que había olvidado por completo. Hago una mueca, seguramente eso me afecto más —... ¿Las olvidaste cierto? —. Niega con la cabeza— Que pésima memoria, Danger —. Toca mi frente y yo miro su mano.

—Las pastillas me lo provocan, perdón —. Levanto los hombros.

—¿Cómo así? —. Arruga la frente— ¿No se supone que las pastillas son para beneficiar, no para afectar? Bueno, las mías se supone que me ayudan.

—Efectos secundarios —respiro profundo y dejo salir el aire.

—Bueno, no me ignores. Anda, tómalas —. Saca de nuevo su botella de agua y me la ofrece, la miro y niego con la cabeza. Saco mi botella y busco entre todas cuales son— Vaya, parece que dependes mucho de los medicamentos —se sorprende al ver la mochila llena de esos frascos, pero muchos están vacíos.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora