CAPÍTULO 25

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La noche fue menos pesada con la presencia de este chico aquí. Sentí transcurrir la noche en un abrir y cerrar de ojos, fue casi fugaz aunque al principio haya sido diferente. Preferí no dormir más hasta que amaneciera, no quería soñar cosas sin sentido, estoy harta ya de eso. Pasé la noche observando a Nicolas y de alguna manera, cuidando que no se vaya.

Miro la hora en mi teléfono, ya son por fin las cinco y media de la mañana, me siento sumamente cansada, los ojos me duelen por haber trasnochado, pronto mamá despertará y vendrá a mi habitación para cerciorarse que todo esté en orden.

Los ojos del chico comienzan a parpadear lentamente, su cuerpo va cobrando vida de nuevo para despertar de la larga siesta que se tomó. Se supone que él cuidaría de mí, no yo de él. Se toma su tiempo por unos minutos para despabilarse poco a poco, hasta que nota que probablemente esa no es su habitación. Mis ojos no se despegan de cada movimiento que él hace, sigo enfocada en su rostro y las gesticulaciones del mismo. Sus ojos viajan al techo de mi habitación, siente el frio por todo su cuerpo, lo noto porque la piel de sus brazos se enchina al contacto de la neblina. Hala de la cobija y en ese momento nota mis piernas extendidas frente a él, así que lento su mirada sube hasta encontrarse con mis ojos. Sacude la cabeza y parpadea un par de veces antes de tallarse el rostro, me mira confundido y sonríe apenado.

Sí, Nicolas. Estoy aquí.

—Dime que no te quedaste despierta toda la noche —su voz ronca llega a mis oídos. Niego con la cabeza— Ay Danger —... bosteza cubriéndose la boca y quitando el gorro de su cabeza— soy un fracaso como cuidador.

Una sonrisa se escapa de mí aun con los ojos cansados. Estira su mano para que la tome y me pose a su lado. Mi cansancio es tanto que la tomo sin importancia para arrastrarme hacia él.

—Pensé que desaparecerías como la vez pasada —susurro cerrando los ojos.

—Solo, descansa...

El sonido de tres toques a mi puerta hace que dé un salto y mire directo a la entrada. Lo primero que diviso es a mamá diciendo un par de cosas que ignoro porque miro por toda la habitación, toco mis sabanas notando que estoy en mi cama. Paseo la mirada por el cuarto en busca de Nicolas, no hay nadie. Agacho mi cabeza hacia un costado de mi cama para verificar que no esté ahí y entonces, recuerdo las colillas de los cigarros con la cajetilla. Mi vista se centra en el balcón, pero me sorprende al ver las puertas cerradas con seguro y nada en el suelo, ningún rastro de cigarrillos o algo que de indicio de que él estuvo aquí.

—¿Estás escuchándome? —mamá levanta la voz mirándome con el ceño fruncido y los brazos cruzados— ¿qué es lo que tanto buscas? Se te hará tarde para ir a tu terapia, lo siento pero no voy a llevarte hoy.

La voz de mamá hace que regrese a la realidad justo cuando ella abandona la habitación, ni siquiera me da un chance de pelear con ella para no perder la costumbre.

—Pero qué carajos —... susurro antes de abandonar mis sabanas.

La mañana en casa fue igual a cada 22 por las mañanas. Todos me miraban en silencio esperando a que yo dijera algo respecto al tema, o tal vez lo que esperaban era que entrara en modo de ataque pero eso, no fue así hoy.

Yendo hacia el paradero del autobús noto que el paso está cerrado debido a una reparación, eso quiere decir que tendré que caminar más, maldita sea. Con todo el fastidio del mundo me dispongo a tomar el camino entre calles para llegar al siguiente paradero. Hace bastante tiempo que no me desviaba hacia aquí, antes recurrí a este lugar un par de veces pero dejé de hacerlo desde mi sobriedad.

Ahí están. Quisiera ser invisible en estos momentos para que no me notaran pero, eso es imposible.

—Pero miren quien regresó a visitarnos de nuevo —la voz del idiota de Brian, deja sus labios en un tono de "sorpresa", eso hace que cierre los ojos en son de fastidio antes de acercarme a él para saludar.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora