CAPÍTULO 46.1

57 5 0
                                    

KAINA NARRA:

—¿Estás segura? Debe de haber una equivocación, no hay posibilidades de que esto sea real. Yo entiendo que seas profesional pero, ¿esto? —recuerdo lo que le dije a Lara unas semanas antes.

—Yo te dije que el caso de Danger era complicado por algún factor que todos los demás especialistas ignoraron o pasaron por algo. No es normal estancarse por tanto tiempo en una pérdida... siento mucho que no lo creas pero si la escuchas sé que vas a convencerte.


La sensación de ardor en todo el perímetro de mi cuerpo hace que me desconcentre cuando entramos a la clínica. "Calma, calma" es todo lo que me repito para que no caiga en un colapso total. Esa corazonada en mi pecho me avisa que la sesión de Danger no va ser nada fácil de presenciar, mucho menos después de todo lo que Lara me ha estado diciendo.

Todas las noches me acuesto pensando en que debe ser una broma, una mala interpretación o algún tipo de distorsión en sus pensamientos. Cuando la psicóloga dijo que yo podía asistir para confirmarlo con mis propios ojos, dudé en aceptar, incluso quise enviar a Didier pero con lo que sucedió, no es una opción.


—¿Quién está en la habitación, Danger? —pregunta el terapeuta Job.

—Es... estamos él y yo nada más, no hay nadie en casa —mi hija hace gestos extraños como si reviviera todo lo que dice.

—¿Qué sucede? —pregunta de nuevo el terapeuta cuando Dangi deja salir un chillido.

La miro fijamente con la angustia hasta el tope. Lara me toma de la mano cuando nota mis inmensas ganas por ir corriendo a abrazarla.

—Está gritando porque dice que no puedo dejarlo... él... no, no, no...

—¿Dan?

—Acaba de pegarme una cachetada y... y... dice que soy una cualquiera porque le sonreí a uno de sus amigos... no, no, te juro que no te engañaría ¿por qué... me tratas así?...

Aprieto los labios para no soltar un grito de dolor al escuchar con mis propios oídos todo lo que mi niña sufría frente mí y nunca noté.

—Ya, ya, él dice que solo soy de él, no... paren, ya por favor.

Me derrumbo.

Intento reincorporarme cuando ella abre los ojos, no quiero que se angustie por mi expresión, no quiero que sepa todo esto tan de golpe como yo lo supe. Me pongo de pie y salgo de la habitación cuando siento mi llanto avecinarse a mí. Cubro mi boca con ambas manos en el momento que doy el último paso y no pasan más de 3 segundos cuando Lara me alcanza para darme un abrazo.

—Dime ¿cómo no me di cuenta antes?, dime ¿por qué no decía nada? —reclamo como si ella fuera culpable de todo esto.

—Ya te lo explique, ella borró todo eso cuando él falleció —palmea mi espalda con delicadeza.

Intenta tranquilizarme de todas las formas posibles hasta que al fin lo logra aparentemente. Me disculpo con ella y le pido que le diga a Danger que una emergencia me surgió. No puedo dejar pasar esto ni un solo día más, necesito ir a hablar con los padres del idiota que se atrevió a lastimar a mi hija.

El cielo amenaza con soltar una cortina de lluvia interminable, truena con toda la furia que cargo dentro de mi ser y parpadea contando cada latido de mi corazón. Pum- pum- pum.

Deslizo ambas manos en el volante del auto. Miro al frente intentando unir todos aquellos cabos sueltos que pasaban frente a mí, pero como la mala y estúpida madre que soy, no logré unirlos nunca. Recuerdo entonces, que antes de que todo sucediera, Danger comenzó a beber repentinamente sin razón alguna. Había días en los que se veía decaída por completo e incluso días en los que iba llorando a escondidas, pero en realidad nunca le presté importancia. Mis padres siempre fueron duros conmigo y yo creí que era la mejor manera de criar a los míos.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora