Permanezco ahí por unos minutos más, es como si el tiempo se detuviera; solo estamos la noche, tu recuerdo y yo. Las lágrimas hacen pequeños charquitos que empapan las hebras de mi cabello.
—He esperado tanto tiempo para este momento. Sé que me tardé un poco pero, no sabía como hacerlo, eres muy especial para mí, eres mi compañera de vida, de eso estoy convencido. La vida nos unió desde el momento en el que nacimos. Yo —... se queda en silencio, permanece de espaldas, yo solo lo miro con ternura desde el marco de la puerta, aún notó mi presencia— ¿Quieres... ser, mi chica? —deja caer sus brazos a un costado y yo, solo me aguanto la risa por su actitud.
—Sí, sí quiero —respondo entrando a su habitación. Él se da la vuelta y sus mejillas se enrojecen, sus ojos se abren exageradamente, intenta explicar pero antes de que diga algo me acerco y entrelazo mis brazos en su cuello— Ni siquiera era necesario que lo dijeras, ambos sabemos que lo de nosotros es especial, es infinito —. Sus pupilas se dilatan y bajan lentamente a mis labios entre abiertos— Esperé tanto para esto.
—Desde que sucedió a los 8 años he estado tan ansioso de hacerlo —sonreímos para después sentir nuestros labios juntos, el movimiento torpe e inexperimentado nos causa aún más risa.
Ambos éramos tan pequeños, inocentes. Descubrimos y pactamos nuestro amor desde entonces, a los 15 inmaduros años. Fuimos creciendo, el uno con el otro. Esperamos el momento correcto para que todo sucediera, desde que fuimos niños sabíamos que sucedería algo, era evidente, no lo ocultábamos, no nos apenaba, simplemente queríamos ir paso a paso, no había prisa, sabíamos que pertenecíamos al otro.
Estuviste ahí, cuando ambos perdimos nuestro primer diente, cuando papá se fue, en todos los años escolares, cuando mi periodo y la pubertad comenzó a pegarme, fue divertido. Éramos inocentes, éramos unos niños, éramos felices. Crecimos, estuviste en la boda de Di, estuviste en los momentos más difíciles y más alegres, estuviste todos los días, sin falta. Nuestros padres celebraban juntos los cumpleaños, mamá te veía como su hijo, ella también sabía que vivía enamorada de ti, todos lo aceptaban y eran felices con eso. No había falla ni queja, siempre nos complementamos de manera sobre natural. Las peleas terminaban en risas, habíamos convivido por tantos años que conocíamos perfecta y minuciosamente cada parte de nosotros. Que se diga de cuanto estuvimos juntos la primera vez, cuando exploraste mi piel y yo la tuya. Nos hicimos adictos al otro. Ya sabíamos el lugar exacto de nuestros lunares, de nuestras marcas, de nuestras partes sensible; ya eras parte de mí y yo de ti. Jamás, nunca, encontraré a alguien como tú, nadie puede ocupar tu lugar, no existe amor como el tuyo. No hay manera de que mi piel se erice y se entregue como solía hacerlo contigo. No hay manera de que me ría tan abiertamente como antes. No hay manera de que sienta un dolor tan profundo como el que tú me estás provocando.
Abro los ojos lentamente, una brisa suave comenzaba a acariciar mi rostro. Me levanto y miro como la lluvia se hace intensa de poco en poco, así que cierro las puertas del balcón y me echo a la cama. Enciendo otro cigarrillo y como si tomara valor, doy un respiro profundo antes de tomar mi block. Miro los dibujos que hay en él, pauso detenidamente en cada página, cada una cuenta una historia, no solo en mis recuerdos, también en la parte trasera de cada dibujo.
"Tomados de la mano una eternidad", "Que perfecto eres", "Tu piel"
Recordarte de esta manera es exageradamente doloroso, revivir momentos felices sabiendo que nunca sucederán de nuevo, maldita vida ¿por qué no me llevaste a mí?
A la mañana siguiente despierto sintiéndome agotada, tengo el libro entre mis manos, puedo ver colillas de cigarros alado de mi cama, son casi imperceptibles no creo que alguien más las haya visto si entraron a mi habitación. Miro la hora en mi celular, no es tan de mañana, ya es medio día, eso significa que alguien no irá a terapia, qué más da. Giro sobre mi cuerpo para quedar boca abajo y dormir por un rato más.
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SOBRIA, DANGER...
Teen FictionMis manos tiemblan, el corazón comienza a latirme más rápido, su voz... El móvil cae de mis manos. En la pantalla ha dejado de correr la llamada y solo puede verse su nombre, quien diría que sería la última; quien diría que incluso estaría con él ha...