Me tomaste, te hiciste de mi confianza y ahora me destrozas. ¿Por qué buscarme si vas a desaparecer cuando más te necesito? Como todos, me abandonaste y huiste tan lejos que ya no pude ni quise llamarte de nuevo. Porque ahora sé que no eres alguien, nunca lo fuiste. Me he convencido de que mi mente te creo para hacerme sentir mejor pero como siempre, solo me hundí y esta vez me está costando trabajo levantarme. No. No eres real porque si lo fueras cumplirías lo último que me dijiste. No te quedaste.
Aquella noche cuando desperté de esa mentira que mi cabeza había creado, todo se volvió mil veces más complicado. Llamaron a mi madre, quien regresó por la mañana; gritó todo lo que creía en realidad sobre mí, amenazó con internarme en un psiquiatra y por primera vez temí que lo cumpliera. Susy le suplicó que no lo hiciera porque eso no iba a curarme, así que tuvo piedad y no lo hizo. Desde entonces todo empeoró. Intenta trabajar desde casa el mayor tiempo posible, va y me trae todos los malditos días a ambos consultorios, —si es necesario me espera fuera— el de Lara y el de Bates. Retomé citas con el nutriólogo y aunque mi dieta es muy estricta y aparentemente la cumplo, no logro subir mi peso. Temo decir que la anorexia ha regresado a mí. Escondo la comida, la escupo en las servilletas, me salto los horarios, me ejercito por las madrugadas y en las duchas.
Mi sobriedad sigue intacta solo porque tengo a todos muy de cerca. Didier le contó a mamá sobre los cigarrillos y ahora no puedo ni siquiera tener eso. Hablando de mi hermano, esa madrugada discutió bastante fuerte con mi cuñada, desde entonces hay ocasiones en donde lucen muy distantes. Me siento culpable.
El insignificante de mi padre desapareció de nuevo cuando Di le contó sobre mi situación. Dijo que no era capaz de afrontar mi mala racha, que después de todo no estaba listo para retomar la relación conmigo. Por su puesto, que esperaba de mí. Por suerte eso hizo que detuviera de nuevo el proceso legal con sus padres de él.
A él, sigo escribiéndole cartas todas las noches en las cuales le prometo que cada vez estaremos más cerca. Ya no hay obstáculos ni cobardías. Todo está planeado. Me disculpé por ya no poder fumar en su nombre, por no haber ido a ver a sus padres aún, por no ir al cementerio. No paro de herir a los demás.
Por su puesto, me quitaron de nuevo mi puerta, los permisos, los cigarros e incluso el celular. ¿Por qué? Porque esa noche les dije que lo revisaran para llamar a ese idiota, pero claro, ¡sorpresa! No había conversación y el número no estaba registrado. Me quitaron todo por mentirosa, mi único consuelo está siendo una nueva libreta de dibujo porque la anterior me mataba abrirla y no solo por recordar esos momentos, también porque me recordaba esa noche. Pensé en romperla, quemarla, destrozarla pero no me atreví, porque amor mío tú no tienes la culpa de todo esto.
A veces intento bosquejar algo pero cuando estoy divagando sin rumbo, término dibujando retratos sobre Nicolas y su estúpida sonrisa... para mi fortuna cada día ese retrato se va borrando de mi mente y ya no logro recordarlo como al principio. No regreso a los primeros bocetos porque me niego a recordarlo, tengo que sacarlo ya de mi mente. Tengo que confesar —aunque me llene de rabia— que el primer dibujo lo miré por un largo tiempo, cerraba los ojos e intentaba llamarlo pero él no, solo no aparecía. La última vez me dijo que todos los bocetos cobraban vida cada que se les admiraba, bueno, yo intenté con todas mis fuerzas pero no logré verlo nuevamente.
Ahora ya no quiero mirarlo más. No quiero pensar ni recordar todos esos alucines. Si vuelve a aparecer por aquí... quien huirá seré yo.
Mamá pensó que estaba drogándome o algo como eso, pero Lara le explicó que todo era un proceso, y que no precisamente estaba drogándome. La situación con Lara fue un enredo. Al principio todo era "normal", tomaba citas privadas y grupales. Con eso me refiero a que nada que no haya vivido antes, pero después le sugirió a mi madre la grandiosa idea de realizar una sesión de hipnosis. Ni siquiera estoy segura de que Lara le haya dicho eso porque en realidad ya no sé qué esperar de mi madre y, si Lara realmente se lo sugirió, no sé si eso sea ético o esté bien, es igual. Por último, el psiquiatra Bates está siendo muy claro conmigo en cuanto a la medicación y todas esas tonterías.
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SOBRIA, DANGER...
Teen FictionMis manos tiemblan, el corazón comienza a latirme más rápido, su voz... El móvil cae de mis manos. En la pantalla ha dejado de correr la llamada y solo puede verse su nombre, quien diría que sería la última; quien diría que incluso estaría con él ha...