KARINA NARRA:
Estaciono frente a la clínica diez minutos antes de la hora de salida, acomodo la cabeza en el asiento y doy un largo suspiro antes de bajar. Apenas mi mente deja de estar ocupada, mis ojos me amenazan con derrochar el dolor que he estado invadiendo todo el día. Desde que desperté supe que sería un día realmente jodido. La llamada del padre de Danger me alarmó cuando mi teléfono sonó muy temprano esta mañana.
Cuando le conté lo que sucedió lo único que hizo fue echarse la culpa—como todos—de lo que ocurrió. Se reclamó a sí mismo una y otra vez el no haber estado ahí para ella, pero al parecer le duele más por él y no por ella porque no ha sido capaz de visitarla o intentar hablarle. Como siempre, dijo que no podía con todo eso, que no le haría ni un bien acercarse ahora a ella y que eso también era una amenaza para él. Y fue así. Su llamada me sorprendió, pensé que algo grave había sucedido cuando en realidad no era así. Me habló llorando mientras bebía, así que supe que no podía dejarlo solo.
Estar con él es como tener un hijo más, una Danger más. Es un riesgo que se acerque al alcohol cuando no tiene a nadie más cerca. A pesar de que lo nuestro no funcionó gracias a su irresponsabilidad como padre y esposo, no soy capaz de dejarlo a la deriva en una situación tan fuerte. Su hermana tenía la misma edad de Danger cuando falleció en un accidente. Él jamás se repuso.
Es una historia que al menos mi pequeña no sabe, porque nunca le dio oportunidad de contársela, tal vez si lo supiera sería distinto. Sé que no es una justificación para que él sea así pero, yo vi lo mucho que le dolió esa perdida y ahora que sabe lo de la niña, no quiero cargar con un peso en la consciencia.
Didier y yo nos reunimos con él esta mañana para devolverlo a la realidad y decirle cuán importante es ser cuidadosos con Danger. No podemos mencionar nada de la noche a la mañana y mucho menos sin la autorización de los terapeutas, si ella se entera podría ser devastador.
Miro hacia mi muñeca para ver la hora pero recuerdo que no llevo el reloj. Hurgo en mi bolso en busca de mi teléfono que se encuentra con la batería agotada. Lo enciendo conectándolo a la batería portátil. Mientras espero que encienda busco debajo de mi asiento hasta sacar una pequeña licorera de la cual bebo, al parecer toda la familia ya tiene un serio problema con el alcohol.
Cuando mi celular enciende, un sin número de llamadas perdidas se hacen presentes en la pantalla; montones de mensajes y notas de voz. Desbloqueo el móvil y lo primero que encuentro es una nota de voz de la psicóloga. Bajo del auto en cuanto miro a los chicos salir de la clínica, Eli me encuentra con la mirada así que cruzo la calle de inmediato mientras escucho el audio de Lara.
¿Danger está bien? ¿Por qué no asistió hoy? ¿Está todo en orden?
Abro los ojos a la par cuando ese mensaje llega a mis oídos. Corro hacia Eli, ella también me mira con preocupación.
—Eli, ¿en dónde está Danger? —pregunto impaciente por su respuesta.
Tengo un muy mal presentimiento.
—Eso mismo quería preguntarle, porque hoy no...
Mi corazón late al mil por hora cuando ella me lo confirma.
No la dejo terminar porque corro hacia la entrada abriendo las puertas de un solo golpe. Lara se encuentra conmigo en el pasillo y en cuanto me ve, también muestras signos de preocupación.
—¿Dónde está Danger? —mi pecho sube y baja.
—Te estuve llamando y pensé que algo sucedió... espera, ¿no estabas con ella? —Lara examina mi rostro.
—No me digas eso...
Me doy la vuelta y salgo de inmediato para ir hacia el auto. No miro los demás coches que atraviesan por ahí pero por suerte no me sucede nada, solo me centro en ese horrible dolor en el pecho que me ataca.
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SOBRIA, DANGER...
Teen FictionMis manos tiemblan, el corazón comienza a latirme más rápido, su voz... El móvil cae de mis manos. En la pantalla ha dejado de correr la llamada y solo puede verse su nombre, quien diría que sería la última; quien diría que incluso estaría con él ha...