CAPÍTULO 24

54 6 0
                                    

Los latidos de mi corazón vibran en mis oídos, la garganta se me retrae y se amarra en un nudo que no soy capaz de romper por uno par de minutos. Mis ojos se inundan de lágrimas instantáneamente, mis labios tiemblan en un vibrato exagerado.

Puedo sentirte, sé que estás aquí.

Silencio.

Me quedo paralizada escuchando la nada, con la esperanza de escuchar de nuevo mi llamado. Bajo la mirada en signo de que nada sucedió, solo quiero regresar a mi habitación. Vuelvo a cruzar la pierna por la ventana y después mi cabeza.

—Danger —... el susurro aparece de nuevo.

—¿Dónde? —. Salgo de nuevo bruscamente y me planto frente a la casa.

Miro hacia todas las direcciones posibles, mis manos cubriendo mi boca para que no se escape mi chillido. Camino hacia en medio de la calle y miro hacia ambos lados. Nada. Solo el ruido de mis tenis en contacto con las piedras, es lo único que se escucha.

—Danger —... de nuevo.

—Maldita sea, deja de jugar conmigo —susurro entre llantos dejándome caer en medio de la calle, mientras golpeo a los lados de mi cabeza.

Una y otra vez, golpeo a puño cerrado, intento sacar esas alucinaciones de mi mente.

El pavimento fresco por la neblina hace que mi pijama se humedezca; encojo mis piernas hacia mi pecho, golpeo cada vez más fuerte los costados de mi cabeza hasta ir cansándome. Cierro los ojos abrazando mis piernas, con las lágrimas aun recorriendo mis mejillas y mis manos húmedas por ellas, siento que toman mis muñecas. Un desaire de sorpresa se escapa de mí, justo cuando doy un pequeño salto y abro los ojos pero, no hay nada, no hay nadie, me aseguro de mirar a todos lados de nuevo. Siento mi respiración, puedo escucharla, aquí no hay nadie. Miro mis muñecas antes de volver a cerrar los ojos.

De nuevo. Siento ese agarre y abro los ojos con la respiración acelerada y los brazos temblando. La brisa de la noche se hace cada vez más fuerte, es eso o la presencia de él.

—Está bien —susurro para mí misma, asintiendo con la cabeza una y otra vez.

Tomo una larga bocanada de aire y cierro de nuevo los ojos apretándolos. Trago saliva y siento recorrerla por mi garganta, mis demás sentidos se activan rápidamente. Espero solo un par de segundos para volver a sentir ese agarre. Aprieto los ojos aún más fuertes para no abrirlos.

Un calor relajante recorre mis brazos al sentir esas manos sobre mis muñecas, es un agarre ligero, sutil. Siento el dedo índice moverse como si fuera una caricia, eso provoca que mis labios tiemblen de nuevo.

Todo está bien...

Intento abrir mis manos lentamente, siento como tiemblan mis dedos de manera exagerada pero no le presto mucha importancia, solo, solo quiero sentir ese agarre. Siento aquella mano deslizarse por la parte de arriba de la mía, hasta detenerse en mis dedos y al terminar de abrirla, dejo de sentirla. Mi mano se mantiene en el aire, temblorosa y asustada, esperando a sentir ese calor nuevamente. Unos segundos bastan para que aquella mano junte solo la yema de sus dedos con los míos.

Respira...

Deslizo despacio mi dedo índice a lo largo del suyo. La respiración se me corta al llegar al tronco de su dedo y sentir esa misma cicatriz.

—Shhh —... susurran frente a mi cuando intento abrir los ojos y siento el calor de la otra mano frente a mi rostro.

Mi mente se transporta instantáneamente a aquel momento.

—No, espera vas a...

—Ahhg —. Él, mira su dedo sangrando con la astilla enterrada.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora