Sencilla y detalladamente weona.

Si la cago me avisan.

Abro mis ojos pestaña por pestaña, encontrándome con el Byron abajo mío. Está abriendo los ojos igual que como lo hice yo, a diferencia de que en él se ve divino, y en mí tuvo que haberse visto deforme. Sus pestañitas, negras igual que su pelo, terminan de abrirse. Me quedo ahí porque siempre hay que aprovechar los momentos, y si Dios me lo dio, es por algo. El Byron me mira y no sé qué decirle, él tampoco. Nos miramos hasta que una voz ahora odiosa nos interrumpe. Cris culiao mata pasiones. Me gustaría tener un chat mental con él y decirle que se vaya a la conchesumadre. 

- ¿Estai bien-. Le pregunta al Byron. Txoa, y yo que me caí por su culpa, que lo conozco de más tiempo. El Byron asiente mientras lo mira. Después vuelve su mirada a mí. Según yo la situación no es incómoda. - Ya, weona párate. Te perdono-. Me dice ofreciéndome su mano. En los pocos segundos que ha durado esta conversación, ya he ideado un plan. Tomar su mano y hacer como que mi otro brazo se debilita, cayendo completamente sobre el Byron. Espero no ser muy pesada. Ahora solo falta poner mi plan en práctica. Tomo la mano del Cris, asegurándome de no tomarla muy fuerte para poder soltarme en el momento de mi caída. Sin embargo, el plan se va a la mierda cuando el Cris me tira fuerte del brazo, y yo al hacer el impulso para abajo, termino con mi rodilla en las cositas del Byron. La saco rápidamente y me arrodillo junto a él, profundamente horrorizada. 

- ¿Estai bien? Byron por la chucha, perdón. Ven, hace esto-. Lo pongo de pie con la ayuda del Cris y hacemos que haga un tipo de sentadillas, que según sé ayudan para dolores en la pelvis. Dejo al Cris ayudando al Byron y voy a buscar hielo. En una bolsa de plástico pongo mucho hielo y lo envuelvo en un paño de cocina, para que no esté muy frío. Al volver se lo pongo directamente al Byron en sus partes nobles. Ambos chiquillos me quedan mirando, uno de ellos con una mueca de dolor que se ve reemplazada por una de alivio. El Byron reemplaza mi mano con la suya y hago de muleta al momento de llevarlo de vuelta dentro de la casa. Lo sentamos en la cama del Cris, ya que el living está lleno de weones que todavía no despiertan.

 Lo miro con arrepentimiento, porque imagino que debe ser como un cólico menstrual, y eso duele mucho. - Perdón, de verdad que no quería. ¿Te duele mucho?-.

- No tanto, tranquila. Sé que no era tu intención molerme los cocos-. Sonríe y yo hago lo mismo. Me pone feliz poder tener este momento y esta confianza con él. Gracias Dios. - ¿Te queri mirar ahí abajo?-. Le pregunto a lo que asiente. - Dale-. Escucho como la puerta se abre y me acuerdo de que el Cris estaba aquí. Bueno, tanto el Byron como yo nos percatamos de su presencia. Lo miramos a lo que el señala el afuera con la cabeza. Quiere que salga. Me paro de mala gana y abandono la pieza junto a mi ahora no querido amigo. - ¿Por me hiciste salir? No ¿Por qué me hiciste pararme? Estábamos re playa-. Le cuestiono en susurros, porque seré lanzada pero no es la idea que mi vida piense que soy una pervertida o que solo lo quiero para mmm. 

- Vo me metiste un hielo en el hoyo, aguántate-. Dice con voz diva mirándose las uñas. 

- Chúpalo-. Goleo la puerta donde está el Byron y espero a que me autorice para pasar. Entro y lo veo parado cerca del espejo, menos pálido y ya erguido. - ¿Y, cómo está la cosa?-. Soy consiente de que suena mal, pero estoy literalmente hablando de su cosa. 

- Todo bien, un poco rojo pero nada del otro mundo-. Me dice mientras asiente y se muerde el labio. - Eh, voy a dejar esto a la cocina, permiso-. Pasa junto a mi y me es inevitable oler su perfume. Sencillamente me encanta. Lo sigo a la cocina para obvio seguir hablando con él. 

- ¿Seguro que estai bien, no necesitai ir al médico o algo pal dolor?-. Le pregunto ganándome detrás de él, apoyada en las encimeras. 

- Sí, tranqui-. Me responde con una sonrisa. Después de echar los hielos al lavaplatos, se gana junto a mi. - Me pasa por sapo-. Dice y me sonríe de manera encantadora.