Pololeo.

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Me pego en el pecho intentando destrapicarme. Respiro intentando calmarme, y como puedo le pregunto - ¿De verdad?-. El Byron asiente nervioso y yo dejo las cosas en la mesa de centro. - Obvio que sí-. Respondo lanzándome a su cuello. El Byron me abraza y me da dos besos en el pelo. Que linda sensación la que tengo ahora. Estoy demasiado emocionada. Nos quedamos abrazados el resto de la tarde. Mañana es lunes, así que el Byron se tiene que ir temprano a su casa. - Ya, nos vemos mañana. Te amo-. Le digo despidiéndole en la puerta de mi casa. El Byron me da un beso y asiente. - Chao polola-. Dice sonriendo. Lo agarro de la polera y lo beso otra vez, ahora más largo. - Me encantai weón-. Le digo al separarnos. El Byron me da dos besos más y se despide definitivamente. 

Apenas se va llamo al Cris. - Hola-. Me responde. - Chúpalo, estoy pololeando-. Le digo full emocionada. - ¿De verdad?-. Me pregunta, a lo que asiento efusivamente. - Buena-. Me dice mostrándome el pulgar arriba. Uno a la Maca a la videollamada. - Hola, bitches. Whats up?-. Dice mi amiga en la línea. - La Pame está pololeando-. Le cuenta el Cris, a lo que la Maca abre los ojos y grita por mi con emoción. - Buena, por fin-. Dice al dejar de gritar. - ¿Y?-. Pregunta además la Maca, sabiendo que hoy teníamos una cita. - Ay, weona. Me puse a llorar en el parque. Ahí me dijo que le gustaba mucho y que se la iba a jugar pa que yo no me quisiera alejar. Después me fui a lavar la cara, y llegó una mina. Casi peleo con ella. Después nos vinimos a mi casa a ver películas, pero terminamos en el delicioso, y me pidió pololeo-. Le resumo mi día. - ¿Le quitaste la virginidad?-. Pregunta mi amiga alzando la voz. - La virginidad no existe, pero sí-. Le respondo. El Cris abre la boca. - ¿Por eso los chupones?-. Asiento. - Y tengo más-. Me luzco con algo super estúpido. La Maca se ríe. Hablamos un rato más y cortamos justo cuando aparece parte de mi familia. Llegan mis papás junto con mi tía y la abuela. Los saludo a todos y tomamos once en familia. Cada vez que miro mi sillón recuerdo todo lo que pasó. Ahora es mi mueble favorito en esta cagá de casa. 



Despierto con el irritante sonido de mi alarma. La odio. Estaba soñando con que era una hija de la familia Ingalls. Mi vida era tan buena en el campo. Me levanto, extrañando mi tranquila vida, y tomo la ropa que me pondré. Me lavo el cuerpo porque el pelo no se lava todos los días, y me visto en el mismo baño. Al bajar a desayunar me encuentro con mi abuela y mi mamá tomando desayuno juntas, así que me uno. - ¿Por qué está levantada tan temprano?-. Le pregunto a mi abuela comiéndome un pan. - Tengo médico. Responde tomándose su té con las pastillas. Asiento y me pongo a ver las noticias. Veo la hora y me levanto, deseándole un buen día a el par de hermosas mujeres. Dejo mi loza en la cocina todavía deprimida por ser yo y no ser la hija de la familia Ingalls. Me pongo las zapatillas del colegio y ordeno mi mochila, echando los cuadernos de las materias que me tocan. Tomo el celular y me voy de mi casa. De camino al paradero me voy pateando una piedra, sin interesarme en llegar tarde al liceo. Calculo tres metros desde donde estoy hasta el paradero. Señoras y señores, momento único en la historia del fútbol. La tensión es latente, se ve, se siente. ¡Arriba Muñoz, señores! Si logra acertar este tiro, nuestra historia dará un giro impresionante. Se prepara y... ¡Le pega! La piedra se levanta, vuela ligera por los aires, para caer en la orilla del paradero. Me dicen que es probable que no esté dentro, tendremos que acercarnos para corroborar. Corro al paradero a ver mi piedra y efectivamente cayó dentro del paradero.

- ¡Sí, esa es Muñoz! El público aclama, volviéndose loco-. Digo levantando los brazos. La demás gente en el paradero me mira raro, algunas personas riéndose. Yo bajo los brazos y miro hacia otro lado, con vergüenza. Obvio esto no hubiese pasado si fuera la hija de la familia Ingalls. 

La micro llega y yo me subo apretándome contra la gente. Con cuea puedo ver si estoy o no llegando al liceo. Cuando veo que estamos llegando a la parada de mi liceo, es muy tarde. No alcanzo a tocar el timbre a tiempo. Toco el timbre para la próxima parada, en la cual si alcanzo a bajarme. Veo la hora y me quedan menos de cinco minutos para llegar al liceo. Nicagando llego, ni corriendo weón. Tranquilamente salto el corto camino del paradero en el que me bajé hasta mi liceo. Al llegar, me ponen atraso en portería y después me dejan subir a mi sala. Toco la puerta y espero a que alguien me abra. Espero y espero, no pasa nada. Le escribo a la Maca. 

Sencilla y detalladamente weona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora