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Doy tres saltos más y me detengo, exhausta. Me estoy empezando a arrepentir de decir que sí a inscribirnos.

- No puedo más-. Le digo a mi personal trainer, que viene siendo el José, hijo del Juan. Me mira y niega.

- Te invito a seguir saltando Pamela, te falta poco-. Lo miro como las weás. 

- Invíteme a comer completos mejor po-. Se ríe, negando con la cabeza. - Tienes que mantener una alimentación saludable para tener un buen rendimiento-. Lo miro feo volviendo a saltar.

Doy los diez saltos que me faltaban y tiro la cuerda al suelo, escapando de ese suplicio. Mi pololo terminó hace que rato, me está esperando a mí pa que nos vayamos a duchar. Me mira feo, seguramente porque le dije lo de los completos al José.

- ¿Me puedo ir?-. Le pregunto al entrenador, que niega. Reteniéndome por más tiempo. - Si sigue sin dejar que me vaya voy a pensar que le gusto-. Amenazo en talla, intentando incomodarlo pa que me deje irme.

- Hay que estirar. Y deja de decirme esas cosas, no te voy a dejar ir antes aunque me incomode-. Dice con una sonrisa. Hago muecas empezando a estirar mis piernas. Luego los brazos y mi cuerpo en sí.

- Las piernas-. Me agacho y estiro las piernas, tocando las puntas de mis pies con mis dedos. El entrenamiento de hoy día fue más que nada pa que tuviese mejor resistencia física.

Termino y me estiro de espaldas, con los brazos y las piernas pa todos lados. - Bien Pamela, terminamos. Te espero la próxima semana-. Dice mirándome al piso.

- Chao, que le vaiga bien. Oiga, y pa la próxima semana sea más simpático, no ve que soy sensible-. Se ríe negando, caminando a otro lado.

- Toda tuya-. Le dice al Byron, que sigue mirándome mal. - Chao-. Se despide mi pololo.

Respiro mirando al techo, con el cuerpo hecho mierda. Esta es como la tercera semana de entrenamiento, y aunque ahora aguanto un poco más sigo haciéndome pico.

Miro a mi pololo que me sigue mirando igual. - ¿Qué te pasó, wachito rico?-.  Pregunto arrastrándome hasta él. - No seai cuática, párate-. Niego, acomodándome en el suelo un poco más cerca suyo.

Afirmo su pierna y le hago cariño, aprovechando que anda con short.

- Me estoy poniendo más rica para ti y tú me tratai mal, así no se puede-. Le digo arrodillándome entre sus piernas. Se acomoda al tiro, abriendo las piernas y poniendo su pelvis más adelante. Que es caliente, el gimnasio culiao tiene harta gente. 

- ¿Y a mí qué me importa eso si te andai pelando con el que te entrena?-. Me dice enojado. Me río dejando un besito en su pierna. - No me ando pelando oh, soy simpática nomás. Pasao a película-. Niega con la cabeza, mirándome hacia abajo.

- ¿Y por qué eri simpática?-. Me cago de la risa, apoyando mi cara en su muslo. - Porque me cae bien-. Respondo acariciando sus pantorrillas con mis manos. - Y porque si lo incómodo demás que me deja irme antes. Niega con la cabeza, en total desacuerdo.

- Más encima al frente mío-. Sigue diciendo. Ya, ahí la cagué. Pero yo quería puro irme. - Perdón mi amor, pero es que yo quería puro irme a bañar contigo po-. Digo haciéndole un puchero. - Nunca más-. Prometo mirándolo a los ojos. Asiente acercando su boca a la mía.

Nos besamos y yo me estiro para llegar mejor, afirmándome de su cuello. Mi pololo baja sus manos por mi cuerpo, llegando a mi poto. Me separo de su boca, mordiendo su labio.

Escucho una tos junto a nosotros y veo al José parado, medio incómodo. El Byron afirma su agarre en mis nalgas, atrayéndome a su cuerpo. Me pongo roja.

Sencilla y detalladamente weona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora