Mala tuya.

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Golpean la puerta, fuerte y repetitivamente.

- ¿Quién es?-. Pregunto dormida.

- Soy yo, el Tomy. Quiero ropa pa bañarme-. Escucho que dice del otro lado. Gruño y lo insulto en silencio antes de abrir los ojos. Estoy de guata en la cama. Me apoyo en mis codos y veo al wachito junto a mí. Sus ojitos están cerrados y está de guata, su brazo encima mío, abrazándome. Su carita es tan linda.

Siento su pierna entrelazada con las mías, y me encanta. El cobertor cubre hasta la mitad nuestros cuerpos desnudos. Lo tiro más arriba, cubriendonos por completo.

- Ya, pasa-. Grito volviendo a acostarme en la cama, acercando mi cuerpo al de mi novio. Abren la puerta y escucho pisadas, luego que abre el closet y después se va. Vuelvo a dormir, con mi cara junto a la de mi amorcito.

- Me estai aplastando un coco-. Escucho una voz angelical junto a mí, pero me vale pico. Siento que no he dormido ni mierda. Me mueven y le pido a Dios que apague a esa persona. - Amor-. Ahora su voz suena estrangulada. 

Giro rudamente mi cara hacia él, sin abrir los ojos. - ¿Qué?-. Pregunto pesá. 

- Me estai apretando un coco-. Contesta intentando mover mi cuerpo. Me muevo a un lado, supongo que soltando su coco. Me acomodo, intentando volver a dormir. 

- Son las diez de la mañana ya. Dice moviéndose. Gruño y continuo durmiendo. - Despiertaaa-. Me empieza a mover desde la cintura. 

- Chúpala. Giro mi cara hacia la pared, moviendo dos centímetros mi cuerpo porque así obvio que no llega a molestarme. - Yapo, amor-. Insiste tirándose sobre mí. Me quejo sin abrir los ojos. 

- Ay-. Alargo mi alarido de dolor lo más que puedo, pa que se baje y me deje dormir. Se baja y me tapo entera antes de seguir durmiendo. Siento el aire entrar por el cobertor, producto de que mi pesado pololo lo levantó. Cinco segundos después no tengo nada que me cubra. 

Abro los ojos y lo miro lo más feo que puedo. Está de rodillas, envuelto en mi cobertor, parece monja el culiao. Me arrastro hasta él, le abro los brazos y me acomodo entre su cuerpo, juntando sus brazos en mi espalda para envolvernos a ambos. Lo empujo y cae de espaldas en la cama, conmigo encima. Uso su cuello de almohada y cierro otra vez los ojos, segura de que no me seguirá molestando. 

Pero lo hace. 

Peñisca mi espalda, apretando mis rollitos. Ruedo a un lado, arrastrándolo a rodar conmigo. Queda encima mío, golpeo sus manos para que suelte mis lonjas. 

- Deja mi gordura tranquila-. Lo miro feo. Sonríe volviendo a tocar mis reservas de grasa. Es pa el invierno, no se crean. Intento empujarlo, pero usa su peso a su favor, impidiendo que lo bote. 

Muevo mis manos sobre sus costados, peñiscándolo de vuelta. Se mueve, doblándose pa los lados. Me río al verlo así. Peñisco su cadera como puedo. Se escapa y el roce que producen nuestros cuerpos me recuerda que estamos en pelota. Nos quedamos quietos, mirándonos. 

- ¿Qué hora dijiste que es?-. Pregunto intentando ignorar el estar desnudos. - Las diez. Responde afirmándose de la cama como si estuviese haciendo una lagartija para separar un poco nuestros cuerpos, sin embargo me sigue tocando con cierta parte. 

- Que rico despertar contigo-. Digo tirando a la mierda su plan de mantener distancia al acercarme a besarlo. Nuestros labios encajan y se mueven sobre los del otro, en un rico beso con tufo a cerveza. Por lo menos de su parte, ya que no tomó nada más que chela. 

Lamo su labio, esperando que me deje introducir mi lengua en su boca. Abre el paso y me adentro, disfrutando mi desayuno favorito. Pienso en desayuno y me ruge la guata. Separa su boca de la mía mordisqueando suavemente mi labio. 

Sencilla y detalladamente weona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora