Ocupado.

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- ¡Ya chiquillos, está lisro el asado!-. Grita mí tío a pesar de que estamos todos en el patio.

Después de que mi amorcito se le parara a mi primo hemos estado la tarde abrazaditos, haciéndonos mimos.

Se separa y va a buscar carne para los dos.

Veo como mis tíos le tiran tallas, y él se ríe mientras recibe las brochetas.

Vuelve a mí y y se airea el hocico cuando se quema por lo caliente que está. Me río recibiendo la que me tiende.

- Cuidao que está caliente. Advierte cuando se logra tragar la carne. - No si caché.

- Dame un besito. Pido estirando los labios. Me da un piquito y se gana junto a mí, abrazándome por los hombros.

- ¿Y tus cumpleaños son así todos los años?-. Pregunta comiendo su carne, ahora soplandola antes. Asiento.

- Los sábados, porque los viernes son de carrete. Mamonie este año.

- ¿Y por qué mamoneaste?-. Lo apunto mientras mastico.

- Tú me haci mamona. Masca mi mejilla. - Ay, me duele-. Digo alejando mi carita.

- Qué eri linda weón. Te amo-. Busca mi boca y yo le recibo un besito que lentamente pasa a besote.

- Oye yapo-. Nos gritan desde algún lado de mi patio. Se separa y busca a la voz. Es mi papá. Nos ponemos rojos.

El único weón de esa familia que no me cae mal es este, el Javier. Es menor que yo, y cuando él se iniciaba en molestarme yo aprendía a pegar patadas. Beso su mejilla. - ¿Cómo estai, prima?-.

- Bien, ¿Y tú?-. Mi primo le da la mano al Byron, quien se la apreta, causándole una mueca. - No, no. Este es bueno. Digo separando sus manos.

- Perdón-. Dice mi pololo asintiendo.

- Yo soy el Javier, el más chico de estos weones. Aclara mi primo mirando de reojo a sus hermanos, y a la gente en general. Mi pololo asiente otra vez, comiéndose su último pedazo de carne. - Permiso. Dice antes de ir a buscar más.

- ¿Y qué onda, se quedó o qué?-. Pregunta el Javier. Supongo que lo tiene que haber escuchado de la charla de las viejas.

- Sípo.

- ¿Y tú, te hay ido a quedar a su casa, o es oficial por un puro lao?-. Recién me doy cuenta que tiene una cerveza en la mano. De ahí es que habla tanto.

- Todavía no, mis papás creen que en su techo con ellos no vamos a hacer nada.

- Pero igual lo hacen. Afirma dándole un trago a la cerveza. - ¿Cuántas llevai?-.

- Como cinco. Responde y se la quito.

- Déjate de tomar, teni dieciséis nomás.

- Ya, ¿Y qué tiene? Es pa pasarla bien.

- Ya estai suelto, la estai pasando bien. Anda a wear pa allá-. Lo empujo hacia adentro de la casa. Se va bailando.

Le doy un trago a la chela, porque ya está abierta y uno no está pa perder plata.

- ¿Estai tomando?-. Escucho hablar a mí mamá a mi lado. Escupo al suelo como primer instinto, se me olvida que ya me deja. Asiento limpiándome la boca con la manga. - No vayai a curarte nomás, que tú sabi cómo son tus tíos y vai a dejar a tu pololo solo.

De lo que se preocupa. Asiento y se va, bailando con mi primo.

- ¿Estai tomando?-. Ahora no la escupo, sólo asiento. - ¿Y por qué?

Sencilla y detalladamente weona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora