03. Nairobi

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Después de recibir el mensaje del profesor y haber viajado por días con nuestro transportador finalmente habíamos llegado a Filipinas, estaba exhausta y lo único que quería era un poco de agua para refrescarme, no sabía cómo el profesor podía soportar aquella temperatura.

—Joder, lo que daría ahora mismo por una gota de agua —Me giré hacia Nairobi y Helsinki para quejarme.

—Tengo una idea para quitar calor Lyon —Helsinki habló mientras miraba los particulares vehículos para turistas a su al rededor.

Sin rechistar seguí a Helsinki mientras Nairobi nos miraba dudosa, a los pocos segundos decidió seguirnos hasta lo que parecía ser uno de los autos que habían captado la atención del serbio. Helsinki se ubicó en el asiento de piloto mientras Nairobi y yo nos sentábamos en los asientos traseros del auto.

—No sé qué estés planeando, pero esos ojitos de diversión ya los he visto antes —Nairobi se dirigió hacia Helsinki mientras me daba una sonrisa cómplice y tomaba mi mano.

—Deja en paz al osito, el sabrá lo que hace, ¿a que si Helsi? —hablé mientras tomaba la mano de Nairobi y depositaba un beso en el dorso de esta.

—Te va a gustar, yo conozco muy bien los gustos de Lyon —Helsinki me guiñó un ojo antes de girarse y tomar el volante entre sus manos dispuesto a conducir.

— ¡Qué más da! Ya hemos robado un banco, no hay nada de lo que no podamos salir ilesos —Nairobi cambió de opinión repentinamente, en seguida se puso de pie en el asiento empezando a gritar mientras abría los brazos para sentir el viento rodeando su cuerpo, al verla tan feliz decidí levantarme de mi asiento e imitarla, logrando que Helsinki se nos uniera dando alaridos de felicidad.

Noté un par de ojos sobre mí por lo que giré la mirada para encontrarme a Nairobi viéndome con un brillo indescifrable en sus ojos, un calor se esparció por mi pecho logrando que una sonrisa apareciera en mis labios, dejando que las emociones se apoderaran de mí, tomé a Nairobi del cuello para estampar mis labios sobre los suyos, en medio del beso escuché a Helsinki gritar el nombre del profesor varias veces.

Me separé de Nairobi para ver al profesor a pocos metros de nosotros, grité emocionada por reencontrarme con las personas que consideraba mi familia, porque eso era lo que aquel grupo de personas significaban para mí, una hermosa y extraña familia; El profesor nos recibió con una sonrisa logrando que toda la banda imitara su acción.

— ¡Helsinki para! —Nairobi gritó mientras tomaba mi mano fuertemente, pues aún estábamos de pie en los asientos traseros, Helsinki decidió ignorarla para empezar a gritar mientras aumentaba la velocidad del auto.

Repentinamente todos cambiaron sus gestos de felicidad por sorpresa, todos menos el profesor, quien nos observó con un poco de miedo; Sin tener tiempo de siquiera reaccionar me encontré gritando junto a Nairobi mientras ambas salíamos volando del carrito y caíamos al agua, salí rápidamente a la superficie para tomar una bocanada de aire, y al verificar que Nairobi y Helsinki estuviesen bien, empecé a reír mientras volvía a sujetar la mano de Nairobi para alzarla en el aire.

— !Hemos vuelto! ¡Y por fin como pareja joder! —No pude contenerme un segundo más por lo que terminé gritando a todo pulmón la sorpresa que teníamos preparada para todos. Desde el bote todos celebraron soltando varios gritos y risas de alegría debido a la noticia.

—Era una sorpresa Lyon —Nairobi me miró con mala cara mientras yo le devolvía una mirada nerviosa, pues era ella quien quería darles la noticia a todos.

—Perdón cariño, la felicidad me pudo, ya sabes que siempre termino hablando de más cuando estoy emocionada —Traté de justificarme mientras le sonreía con cariño.

—Tú y Nairobi besarse ahora —Helsinki apareció a nuestro lado con una sonrisa enorme, a lo lejos escuché como todos nos motivaban ante las palabras del serbio.

Miré a Nairobi con cara de cachorrito intentando que me perdonara, al principio pareció seguir enojada pero poco a poco empezó a ceder para dejar salir una risa escandalosa de sus labios.

— ¡Si no la besas tú, lo voy a hacer yo Nairobi! —Tokio gritó, de inmediato Nairobi me tomó del cuello y me besó apasionadamente mientras le sacaba el dedo de en medio a Tokio.

—Jódete Tokio, está bella mujer ya no da besos a nadie —contestó a modo de broma mientras empezábamos a nadar hacia el bote.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora