Estaba junto a Nairobi en la fundición, ella se encontraba ayudando a Bogotá con los lingotes mientras yo vigilaba que todo fuera acorde al plan.
—Hola —Matías llegó a mi lado con una sonrisa enorme.
—¿A qué hora vas por el pan, guapo? —pregunté cuando se posicionó detrás mío pasando sus brazos por mi cintura.
—A la hora que tú quieras —contestó dejando un beso en mi mejilla.
Me giré para pasar mis brazos detrás de su cuello y poder darle un beso en los labios, al separarnos nos quedamos a pocos centímetros viéndonos a los ojos.
—Que bonitos ojos tienes —Matías susurró por lo que sentí su aliento sobre mis labios.
—Bueno ya, se me van separando —Escuché la voz de Denver cuando estuve a punto de decirle una cursilería. Cerré mis ojos con fuerza apoyando mi cabeza sobre el pecho de Matías al escuchar su voz, suspiré una última vez antes de separarme de él de mala gana—. Que dije que ya está —Denver me tomó del brazo atrayéndome hacia su cuerpo mirando mal a Matías.
—No estábamos haciendo nada —Rodé los ojos y aparté su brazo de encima de mis hombros.
—Eso no se lo creen ni ustedes mismos —contestó enojado.
—Bueno, ya pasó, discúlpame —Matías intentó razonar para que el ojiazul no empezara un escándalo.
—Ya pasó nada —Denver contestó empujándolo por el pecho—. Que es una puta niñata y estabais haciendo un espectáculo frente a todos.
—Tenemos casi la misma edad —Me quejé mirando mal a Denver.
—Pues por eso, que eres una niñata todavía —Señaló acusatoriamente.
—Bueno, que yo soy menor que Lima, así que técnicamente el niño soy yo —Matías se metió en la conversación con un gesto inocente.
—No ayudas —susurré sin apartar mi mirada enojada de Denver.
—Ven conmigo —El hombre frente a mí exigió.
—No —contesté seca.
—Una vez, cuando éramos pequeños estábamos en la piscina y... —Denver empezó a hablar mirando a Matías por lo que lo interrumpí.
—Vamos —Lo tomé bruscamente del brazo para alejarnos de Matías, quien me miraba con una sonrisa burlona—. ¿De verdad ibas a contarle eso? Que bajo has caído —hablé negando con la cabeza.
—Estoy preocupado por ti —Ignoró mi queja acariciándome los brazos.
—¿Por qué? —pregunté tensándome al ver que la conversación era seria.
—Llevas saliendo con ese chaval menos de dos meses y te tiene dando vueltillas por donde él quiere.
—Ay, claro que no —Crucé mis brazos sobre mi pecho alejándome de su tacto—. Si es cierto que estoy muy enamorada de él pero... —hablé mirando con una sonrisa a Matías a lo lejos.
—Ya ves, ni puedes terminar lo que dices —reclamó.
—Pero sé que estamos en un atraco —Continué lo que estaba diciendo—. Y no pienso arruinar todo por él.
—Pues no parece —contestó cruzándose también de brazos.
—A mí me parece que estás celoso —Me burlé.
—¿Celoso yo? Pfff, ni que fueras un Maseratti —respondió mirándome desafiante.
—No, claro que no —Negué con mi cabeza—. El Maseratti es Tokio y todos ya lo sabemos —Reí al ver que su gesto gruñón desaparecía para ser reemplazado por uno de vergüenza.
—Joder, que se lo ha contado a todo el puto mundo —Giró su cara avergonzado.
—Está bien, que tengas pareja no quiere decir que seas ciego para ver la belleza de los demás —Me volví a burlar.
—Bueno, ya deja a tu hermano en paz —Escuché la voz de Matías detrás mío.
—Tú no te metas —Denver volvió a poner cara de enojado.
—Denver dice que me tienes como estúpida haciendo todo lo que tú quieres —hablé mirando a Matías con una sonrisa.
—Bueno, lo de estúpida... —respondió devolviéndome la sonrisa por lo que le pegué levemente en el hombro.
—A mi hermana nadie le dice estúpida excepto yo —Denver interrumpió.
—Yo hablo con él —Matías susurró bajo la atenta mirada de mi hermano.
—Va a matarte, ¿lo sabes? —dije solo para asustarlo.
—Ya, pues me muero —contestó tragando duro.
—Buena suerte —Besé su mejilla para caminar hacia el lado contrario de donde estábamos.
—Bueno... —Matías intentó comenzar la conversación con un nerviosismo que era notorio en su voz.
—¿Cuáles son tus intenciones con ella? —Denver preguntó sin darle vueltas al asunto.
—Pues que intenciones voy a tener, hombre —Matías respondió tratando de sacarle una sonrisa pero no lo logró—. Me gusta y la quiero, no necesito tener intenciones con Lima —contestó serio.
—A ver, que es una puta millonaria y tú te le acercas porque si, eso no me lo creo —Denver le reclamó tomándolo por el mono.
—Su dineral es lo último que me importa —Matías contestó sincero—. Estoy perdidamente enamorado de tu hermana y no me importaría si no tuviera un solo céntimo encima —Denver lo miró aún sin creerle—. Soy un puto fundidor, y si acepté entrar a este atraco es porque Bogotá me lo pidió, no porque estuviese buscando hacerme millonario, un poco si quiero el dinero, pero me interesa más lima que los billetes ahora mismo.
Denver lo mantuvo por el mono mirándolo fijamente a los ojos tratando de averiguar si encontraba una pizca de falsedad en su mirada, sin embargo lo soltó alejándose de él para palmearle la espalda amistosamente.
—Pues bienvenido a la familia —Denver lo abrazó soltando una de sus típicas risas.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunté sorprendida al verlos abrazados.
—Que te doy la bendición con este chaval —Mi hermano respondió con una sonrisa palmeando la espalda de Matías.
—No nos vamos a casar ni nada —Rodé los ojos para abrazarlo—. Pero gracias —susurré acariciando su cabello.
Me separé del abrazo y tomé a Matías de la mano para apartarlo de mi hermano, él dejó un beso sobre mi cabeza mientras apretaba mi mano suavemente.
—Bueno, a trabajar que ese oro no se funde solo —animé a los dos hombres por lo que cada uno asintió y se fue por su lado—. Al menos tengo la bendición de tu hijo —hablé tocando el collar que tenía una M grabada en el pequeño dije donde se encontraba una foto de Denver, mi padre y yo.

ESTÁS LEYENDO
La Casa de Papel - One Shots
FanficPequeñas historias con tus personajes favoritos de la casa de papel. Encontraras historias tanto de algunas escenas de la serie como algunas inventadas por mi.