—¿Ya estás mejor? —pregunté hacia Nairobi.
—Si, gracias —Forzó una sonrisa para darme un pequeño abrazo, la mantuve entre mis brazos por unos cuantos segundos hasta que el teléfono que había ingresado en el oso timbró.
Nairobi se separó bruscamente de mi agarre antes de levantarse y tomar el teléfono, Estocolmo y yo la imitamos para escuchar su conversación.
—¿Qué? —Nairobi preguntó cambiando su gesto drásticamente.
—¿Qué pasa? —pregunté cuando ella empezó a caminar lejos de nosotras—. ¿Qué haces? —Intenté detenerla pero ella sola se detuvo en medio de la oficina.
—No es verdad —susurró mientras negaba—. Estás mintiendo, te voy a colgar —Se llevó las manos a la boca para no sollozar—. Yo no confío en hijas de puta —Miré a Estocolmo tratando de averiguar si entendía algo pero ella negó igual de confundida a mí.
Sin esperarlo Nairobi separó el teléfono de su oído para acercarse a una ventana y correr la cortina.
—Nai, ¿qué pasa? —pregunté caminando lentamente hacia ella.
—Mi hijo —susurró cuando logré ver a la inspectora con un niño cogido de su mano, algo hizo clic en mi cabeza y giré asustada a ver a Nairobi.
—Nairobi, ¡aparta! —Estocolmo gritó antes de que yo pudiera hacerlo.
De pronto escuché el impacto de una bala contra el vidrio de la ventana, la bala atravesó el peluche y luego el pecho de Nairobi antes de que ella cayera al suelo debido al impacto.
—Nairobi, quieta, quieta —Me agaché a su lado para apoyar su cuerpo sobre mis piernas.
—¡No! —gritó ella cuando le abrí el mono para ver un chorro de sangre salir de su herida.
—¡Ayuda!¡Vengan rápido! —Empecé a gritar junto a Estocolmo desesperada.
Con mis manos hice presión sobre su herida, en un vago intento de parar el sangrado, mientras varias lágrimas escurrían por mis mejillas.
—Vas a estar bien, vas a estar bien —La intenté animar entre sollozos.
—Ayúdame —rogó ella con dolor apretando mis brazos.
—¡Nairobi! Nairobi por favor, aguanta —Helsinki entró a la habitación apurado y se acurrucó a mi lado.
—Joder —susurré apartando algunas lágrimas logrando llenar mi cara de sangre.
—¡Aguanta, Nairobi! —Helsinki seguía diciendo desesperado.
—Estoy bien jodida Helsi —contestó ella levantando su mano para acariciar mi mejilla.
—Está bien, está bien, déjame ver —El serbio pidió por lo que aparté mis manos volviendo a dejar salir el pequeño chorrito de sangre.
—Aún está dentro —avisé para volver a hacer presión sobre su herida.
—Está dentro, no está mal —Helsinki repitió intentando convencernos de que todo iba a salir bien—. Lo sacaremos.
De pronto Estocolmo llegó junto a Denver con un botiquín y los dos se acurrucaron a ambos lados de Nairobi para ayudarnos.
—Gasa, gasa rápido joder —pedí viendo a Denver asustada. El chico nos extendió la gasa por lo que Helsinki la tomó sin pensarlo, yo aparté mis manos y el colocó la gasa sobre su herida rápidamente.
—Ya está, ya está, vas a estar bien —Acaricié su cabello tratando de calmarla tanto a ella como a mí misma.
La puerta de la habitación volvió a ser abierta para que Bogotá entrara viendo todo el espectáculo frente a sus ojos, rápidamente se agachó a mi otro lado sin dejar de mirar a Nairobi.
—Pero que cojones, tranquila —murmuró hacia Nairobi—. ¿Está dentro? —Me preguntó con miedo.
—Si —respondí sin girarme a verlo.
—Morfina —ordenó de inmediato.
—Me han reventado, estoy destrozada por dentro —Nairobi habló para todos.
—No —Tokio negó ante sus palabras, me asusté al no haber notado en qué momento había entrado a la habitación.
—Se saca y listo —añadí—. No te va a pasar nada, no voy a dejar que te pase nada —Nairobi asintió empezando a lagrimear.
—Te vamos a poner morfina para sacar la bala —Bogotá le avisó—. Tu aguanta, aguanta.
—Morfina —pedí hacia Estocolmo—. Mierda —susurré antes de inyectarla ignorando mi enorme pánico por las agujas.
—¡Chicos!¡Chicos, chicos, chicos, chicos! —Denver nos llamó asustado—. ¡Vienen con la puta tanqueta!¡Joder! —gritó antes de salir corriendo por el pasillo.
—Tú tranquila —hablé hacia Nairobi cuando todos se miraron preocupados—. Primero me muero yo antes de dejarte.
—No digas eso Lyon —susurró empezando a ponerse pálida.
—Por favor aguanta —Aparté algunas lágrimas de su rostro negándome a dejarla ir.
—He visto a mi hijo, tú lo has visto —habló en tono alegre—. Ahora mismo, y está bien —Giró su cabeza para mirar a Helsinki.
—Si, lo está, lo está —Volví a sollozar llevándome las manos a la boca.
—Cuando tenga dieciocho años, le dan el dinero y le cuentan quién fue su madre —Alternó su mirada entre el serbio y yo.
—No —Ambos negamos sin pensarlo.
—Jurádmelo —rogó esforzándose por hablar.
—Si, si —Helsinki aceptó pero yo me quedé callada.
—Mírame —Tokio la llamó—. Se los vas a dar tú, ¿vale? —Asentí estando de acuerdo con ella—. Tú vas a salir de aquí y vas a hacer lo que te dé la gana.
Nairobi se rio por lo que le agradecí a Tokio apretando levemente su mano, al poco tiempo Palermo llegó agitado para empezar a gritar órdenes.
—¡Helsinki!¡DEFCON 2 ahora! —gritó pero el serbio negó de inmediato.
—¡Palermo!¡Ahora no! Ahora estoy con Nairobi, Palermo —Sollozó apretando a Nairobi contra su cuerpo.
—¡Lyon!¡Ahora y es una puta orden! —gritó pero su mirada reflejaba pena al verme en tal estado.
—¡La puta madre que te parió! —Le saqué el dedo de en medio haciendo reír a Nairobi con dificultad, me acerqué más a ella para acariciar su mano donde estaba nuestro anillo de bodas.
—¡Yo voy! —Tokio se ofreció, ella junto a Denver y Palermo salieron para defendernos del ataque, al poco tiempo Río salió corriendo detrás suyo para ayudarles.
—No puedo Lyon, no puedo —Nairobi empezó a aflojar su agarre de mi mano.
—No, no, Nairobi no —Vi como empezaba a cerrar los ojos—. Amor no, por favor no —Sollocé por lo que Bogotá apoyó su mano en mi espalda intentando darme apoyo.
—Te amo —susurró tratando de mantener sus ojos abiertos.
—Y yo a ti Nai —Junté nuestras frentes escuchando un estruendo fuera del banco que ignoré para ver como ella cerraba sus ojos por completo.
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La Casa de Papel - One Shots
ФанфикPequeñas historias con tus personajes favoritos de la casa de papel. Encontraras historias tanto de algunas escenas de la serie como algunas inventadas por mi.