60. Arturito/Matías

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Me levanté de mi lugar sin rechistar cuando Palermo nos pidió a gritos que camináramos hacia la biblioteca con tal de estar protegidos de Gandía, el escolta escurridizo que estaba causando un gran alboroto en el banco.

—¿Estás bien? —Escuché un pequeño susurro a mi lado cuando caminaba en medio de todos los rehenes.

—Mhm —Hice un sonido como afirmación sin girarme a ver al hombre a mi lado.

—Lima... —Matías me susurró como súplica pero Palermo lo hizo avanzar a la fuerza alejándolo de mí.

Solté un leve suspiro tratando de contener mis ganas de correr tras él y dejar mi orgullo de lado para lanzarme a sus brazos.

—Hola, ¿qué tal estás? —Arturito llegó a mi lado interrumpiendo mis pensamientos.

—Bien —respondí seca tratando de caminar más rápido pero el aceleró su paso manteniéndose a mi lado.

—Soy Arturo —Se presentó a lo que no respondí—. Arturo Román —insistió esperando alguna reacción de mi parte.

—Ya lo sé, has salido en las noticias antes —Fingí una sonrisa para mirarlo por unos breves segundos.

—Antes te he visto muy tensa pidiendo ir al baño y me he preocupado —El hombre a mi lado intentó tomar mi mano pero la aparté sutilmente.

Me giré a verlo con una expresión seria al recordar mi pelea con Matías justo cuando le pedí que me llevara al baño para hablar con él.

—Estaba un poco nerviosa, es horrible estar aquí dentro —mentí volviendo a mirar al frente.

—Con estos terroristas se pasaría mal en cualquier lugar, te lo digo por experiencia —dijo en un intento de alivianar el ambiente pero mi única reacción fue rodar los ojos empezando a exasperarme.

—Fue ansiedad, la he tenido desde siempre, pero estoy bien, gracias —Le susurré cuando él se quedó mirándome, esperando que siguiera con la conversación.

—Aquí solo nos tenemos los unos a los otros y tenemos que apoyarnos, confía —Me tomó del hombro deteniéndome en la puerta de la habitación.

—Vale —Le sonreí antes de alejarme tanto como me fuese posible de él, sin embargo volvió a insistir llegando a mi lado a paso apresurado.

—Y si te vuelve a pasar lo de la ansiedad, tengo algo que te puede venir muy bien —susurró intentando que ningún atracador lo escuchara.

—¿En serio? ¿Qué tienes? —pregunté interesada, Arturo sacó una pequeña botellita de vidrio que contenía algunas pastillas dentro y la sacudió frente a mis ojos para volver a guardarla en su mono.

—Privilegios de veterano, shhh —Intentó bromear.

Estaba por contestarle algo sarcástico cuando Palermo comenzó con uno de sus tantos discursos, justo cuando había empezado a recitar las reglas una explosión sacudió el lugar por lo que Arturo me cubrió con sus brazos y me acercó a su pecho tratando de protegerme. Instintivamente me aparté y busqué con mi mirada a Matías, quien ya se encontraba buscándome.

—¿Estás bien? —Arturo volvió a atraerme a su pecho, me removí incomoda sin apartar mi mirada de Matías.

—Si, gracias, puedo cuidarme sola —Le sonreí para apartarme de su agarre.

—¡Todos al suelo! —ordenó Palermo antes de salir corriendo de la habitación.

Todos los rehenes se sentaron con miradas nerviosas y una palidez increíble apoderándose de sus rostros.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora