07. Marsella

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Estábamos en las motos en camino a uno de los centros de control que tenía el profesor en una fábrica, pues debíamos llegar allí lo más rápido que nos fuese posible. Habíamos decidido dividirnos en dos motos, yo iba en la parte trasera de la moto de Marsella mientras me sujetaba de su cintura fuertemente, y el profesor iba en una moto solo.

Pocos minutos después el hombre nos pidió que nos detuviéramos para que el pudiera hablar con Tokio, al menos la parada nos serviría para estirar las piernas antes de seguir el viaje. Mientras el profesor se alejaba para llamar, Marsella se encargó de ayudarme a bajar de la moto para después quedarse de pie sin alejarse mucho de mí, al ver que la llamada tardaría más de lo esperado decidí recostar mi espalda sobre el pecho de Marsella para poder vigilar al profesor.

— ¿De qué crees que están hablando? —pregunté a la vez que él me rodeaba con sus brazos, a mi parecer creía que el profesor estaba llorando mientras hablaba.

—No sé, pero no tiene buena pinta —Marsella debilitó su agarre para acercarnos un poco más hacia el profesor, de repente este se levantó dejando sus lloriqueos y empezó a caminar a toda velocidad hacia las motos—. ¿Dónde va profesor? —Marsella se alejó completamente de mi para interponerse en el camino del hombre.

—Al Banco de España —contestó como si fuera la respuesta más lógica, Marsella y yo lo miramos esperando que fuera una broma.

—No, no —Marsella negó al darse cuenta de que el hombre hablaba en serio—. No es buena idea, hay mucho riesgo —Giró a mírame en busca de apoyo.

—Valoro muchísimo tu apreciación pero es el único lugar del mundo donde puedo averiguar si mi mujer sigue viva, aparta —El profesor trató de seguir su camino pero Marsella se interpuso.

— ¡No! —Supuse que los dos iban a empezar a pelear a los gritos por lo que decidí sentarme a verlos a lo lejos.

—Aparta Marsella, por favor —El profesor siguió insistiendo.

— ¡No! No pienso permitir que suba a moto —Los dos hombres se miraron fijamente esperando que el otro cediera.

—Marsella, ¿me vas a obligar a llegar a las malas? —Me limité a reír al escuchar sus palabras, no me imaginaba al profesor llegando a las malas con alguien.

—Yo solo protejo el plan —Marsella se mantuvo firme en su lugar.

— ¡Yo soy quien hace el plan! —El profesor contestó alterado.

—Esto no es un plan, es una improvisación, usted siempre dice nada de improvisación —Cuando terminó de hablar el profesor lo empujó tratando de apartarlo, me acerqué a ellos a pasos cortos con miedo de que empezaran una pelea justo en ese momento.

— ¡No voy a ceder! —Amenazó Marsella, el profesor lo tomó del cuello aunque Marsella era notoriamente más alto, yo me limité a quedarme a unos pasos de ellos esperando a que terminaran su pelea.

—Me gustaría que entendieras que solamente allí es el lugar donde puedo encontrar respuestas, en el banco de Espa... —Marsella lo tiró al suelo logrando asustarme, el profesor se levantó rápidamente como si no le hubiera afectado.

—Muy bien —El profesor se colocó en posición de pelea.

— ¿De verdad, profesor? —Marsella preguntó dándome una pequeña mirada de disculpa antes de imitar al hombre.

Me adelanté unos pasos para quedar en medio de ambos llamando su atención, cuando me aseguré de que los dos me estuvieran mirando me posicioné junto a Marsella antes de hablar.

—Yo solo tengo algo que decir, no creo que deban solucionar esto con... —No alcancé a terminar mi frase cuando el profesor le pegó un puño a Marsella logrando que el peso del hombre recayera sobre mi costado.

—Eso si dolió —Me quejé sobando mi brazo, al escuchar mi queja Marsella le devolvió el golpe sin que se lo esperara.

— ¿Estás bien? —Mientras el profesor se recuperaba del golpe Marsella se giró a verme preocupado.

—¡Para proteger el plan debemos saber si ella está allí, si la están interrogando, porque de ser así, sería Alicia Sierra quien lo estaría haciendo y eso estaría ocurriendo en el banco de España! —Luego de gritar aquello el de gafas le pegó otro golpe a Marsella.

— ¡Pero no puede ir! —Traté de razonar mientras me volvía a interponer entre ellos.

—Zúrich, déjame esto a mi —Marsella me apartó suavemente colocándome a su lado.

—Para proteger el plan debemos ir al banco de España —Siguió insistiendo el profesor.

— ¿Y cómo va a ir a la carpa? Si su cara esta por todos los telediarios, ¿eh? —Marsella contestó ya cansado de la insistencia del hombre.

—Como va todo el mundo allí, con mono rojo y careta de Dalí —Asentí levemente al notar que el profesor tenía un punto a favor, me coloqué delante de Marsella para tomar sus manos entre las mías.

—Creo que tiene razón —susurré, él asintió relajando su postura.

—Ah, bien, ella no traicionará —Soltó una de sus manos de mi agarre para señalar al profesor.

—Todo el mundo puede traicionar —Intentó defenderse—. Marsella te lo juro solo hay que saber... —Marsella le pegó un puño con la mano que tenía libre logrando que el profesor cayera al suelo, solté una risilla impresionada de la fuerza que tenía el de cabello largo.

—Vaya hostia me has dado —Se quejó—. ¡Pero si ya habíamos terminado! —El profesor se masajeó la cara adolorido.

— ¿Ah, sí? No lo sabía —Marsella volteó la cara pero logré ver su mueca evitando reír, solté su mano para pasarle las gafas al profesor y ayudarlo a levantarse.

—Suficiente testosterona por hoy, tenemos un camino largo que recorrer —hablé mientras sostenía al profesor y lo ayudaba a llegar hasta las motos.

Estando allí lo ayudé a subir a su moto antes de volver con Marsella y subirme en la parte trasera, me agarré de su cintura antes de estirarme para susurrarle algo al oído.

—Tu actitud demandante me gusta —bromeé—. Aunque me hubiera gustado que me dejaras darle ese último golpe a mi —Escuché a Marsella reír mientras encendía la moto para posteriormente avanzar tras el líder del atraco. 

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora