09. Bogotá

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Estaba exhausta pues llevaba más de veinticuatro horas despierta ayudando a Bogotá en los hornos y cuidando a los rehenes, podía jurar que no había estado tan agotada durante todo el atraco. Al recibir el relevo de Denver para cuidar a los rehenes me dirigí a tomar el ascensor para ir a mi siguiente turno fundiendo oro, estiré mis brazos sobre mi cabeza mientras bostezaba esperando a que el ascensor se detuviera.

—¿Cómo va todo por aquí? —pregunté hacia Matías apenas di unos cuantos pasos fuera del ascensor.

—Vamos bastante colgados, entre más manos mejor —contestó antes de ir a recibir los lingotes que Bogotá estaba sacando de la cámara acorazada, por lo que caminé hacía el para saludarlo antes de meterme de lleno en mi tarea.

—Hola cariño —Dejé un beso en su mejilla a modo de saludo—. ¿Dónde está mi traje? —pregunté buscando este con mi mirada.

—Tienes cara de querer morirte, estás hecha mierda —Ignoró mi pregunta a lo que solté una risilla mientras rodaba mis ojos.

—Y yo creyendo que ibas a recibirme con un beso y un chorizo ya asado —Me burlé mientras me acercaba para abrazarlo dejando nuestros rostros separados por pocos centímetros.

—El único chorizo que tengo ahora mismo es el que está entre mis calzoncillos —Bogotá me tomó por la cintura antes de besarme apasionadamente.

—Tres años —Matías habló logrando que nos separáramos para mirarlo—. Tres años y todavía tengo que soportar sus escenas de cachondeo —Siguió caminado con cara de asco, no pude evitar reírme mientras me separaba completamente de Bogotá.

—Ya tenemos que empezar a actuar como una pareja profesional —Le sonreí antes de darle una nalgada y voltear en busca de mi neopreno.

—De verdad estas muy cansada y se nota a kilómetros —Bogotá me tomó del brazo deteniéndome antes de que pudiera alejarme—. Ve a dormir un rato, yo me encargo de que todos muevan las manos.

—Pero vamos retrasados, aún puedo trabajar —Me quejé.

—Si, y tal vez termines con una mano en el fuego mientras te quedas dormida —Antes de darme cuenta empezó a empujarme hacia el ascensor contra mi voluntad.

—Bogotá —Lo llamé alargando la última vocal a modo de queja, escuché como bufaba empezando a cansarse—. Está bien, está bien, me voy pero me tienes aquí en menos de dos horas —Lo señalé con mi índice mientras le daba una sonrisa ladeada.

—Aprovecha y salúdame a Nairobi —Me dio un corto beso antes de que las puertas del ascensor se cerraran.

Me recosté sobre una de las paredes del ascensor antes de que este se detuviera en el primer nivel, estando allí solté un largo suspiro antes de salir, subí las escaleras hasta el salón principal y cuando estuve a punto de subir las escaleras que conducían al segundo nivel escuché un grito por parte de Palermo.

— ¡Que cara de mierda que tenés Florencia! —Palermo aún se encontraba atado a la silla por su intento de escape, ni siquiera me molesté en voltear a verlo para sacarle el dedo de en medio mientras subía las escaleras.

Caminé por el pasillo lentamente a la vez que observaba a todas las personas que nos apoyaban desde fuera, sonreí al ver la gran cantidad de personas que gritaban nuestros nombres y apoyaban a la banda estando detrás de las bardas de la policía, aparté mi vista cuando escuché el pitido del monitor de Nairobi.

— ¿Cómo está mi mujer favorita? —Entré a la habitación con una sonrisa.

—Para serte sincera estoy en la puta mierda —Nairobi contestó mientras alzaba su mano como saludo.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora