61. Marsella

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Me encontraba junto a Marsella al interior del auto, pues nuestra parte del plan era bastante sencilla, debíamos distraer a un guardia a las afueras del juzgado mientras el equipo de apoyo trabajaba para sacar a Lisboa. Tras varias horas esperando decidí recostar mi cabeza sobre el hombro del hombre para tomar un pequeño descanso.

—¿Estás cansada? —Marsella preguntó al notar que cerraba mis ojos en un vago intento de reponer energías.

—¿Después de esto podemos ir a cenar? —pregunté abriendo los ojos y girándome levemente para verlo.

—¿Italiana o polaca? —preguntó con una sonrisa a la vez que tomaba mi mano entre la suya para jugar con mis dedos.

—Italiana suena estupendo —respondí contagiándome de su sonrisa.

—Cansada te ves hermosa —Marsella murmuró soltando mi mano para pasar unos mechones de cabello detrás de mi oreja.

—Tu te ves muy guapo siempre—contesté después de unos segundos al sentir como él empezaba a dejar leves caricias sobre mi mejilla.

—Marsella —Escuchamos la voz del profesor por la radio por lo que levanté mi cabeza de su hombro para concentrarme en el plan.

—Al habla —Se limitó a contestar como señal de que lo estábamos escuchando.

—Cronómetros —indicó el profesor, Marsella me siguió con la mirada mientras yo alcanzaba el cronómetro que se encontraba en la parte trasera del auto—. Tres... dos... uno... ya —Finalizó el conteo por lo que activé mi cronómetro a la vez que Marsella encendía la radio del auto subiendo el volumen al máximo.

—¿Lista? —preguntó pasándome una botella de cerveza.

—Por supuesto que si —Le sonreí tomando un sorbo largo de esta.

—Perdón por esto —Se disculpó antes de encender su cigarrillo sin siquiera bajar la ventana de su lado para dejar salir el humo.

—Solo si me das un besito —Hice un puchero logrando que el riera mientras negaba.

Sin pensárselo mucho me tomó del cuello y juntó nuestros labios en un beso lento, cuando nos separamos puso el cigarrillo entre sus labios y yo me dediqué a moverme al compás de la música mientras esperábamos a que el guarda de seguridad llegara a corrernos.

—Después de que tu boca toque eso, diles adiós a los besos —Señalé su cigarrillo a modo de broma. Marsella volvió a reír y cuando estuvo por responder vimos al guardia de seguridad acercarse al auto con un pequeño bastón en su mano.

—Buenas noches, ¿algún problema? —El hombre preguntó al bajar la ventanilla de mi lado y tomar un sorbo de su cerveza.

El guarda se adentró un poco en el auto por mi ventanilla y miró a Marsella con tranquilidad, luego me escaneó con la mirada al notar que yo también me encontraba bebiendo.

—¿Qué cojones estáis haciendo? —preguntó manteniendo su tono sereno.

—Una fiesta, han cerrado todos los bares —Reí ante la respuesta de Marsella—. Entonces tenemos una pequeñita fiesta aquí en el coche.

—Ya sabe lo que dicen, vida solo hay una y toca disfrutarla —Le sonreí antes de inclinarme para beber al mismo tiempo que Marsella.

—Marsella, Zúrich, aguanten —Escuché la voz del profesor por mi auricular.

—¿Qué coño de fiesta estáis montando con una cerveza sin alcohol? —El guarda miró a Marsella con desconfianza. Intenté disimular mis nervios con unos pequeños movimientos de baile mientras pretendía ignorar la conversación entre los dos hombres.

—Es que quiero hacer amor hoy —Me giré hacia Marsella intentando contener una carcajada—. Y con alcohol —Levantó su dedo y lo bajó lentamente.

—Y sin alcohol —Continué tomando su dedo y levantándolo hasta dejarlo derecho—. Y si me pregunta lo prefiero así.

—Corte la música —El guarda decidió ignorar nuestras palabras con un leve sonrojo en sus mejillas.

—No la cortes, Marsella, no la cortes —El profesor habló entre susurros nerviosos.

—¿Qué? —preguntó el de bigote haciendo creer al guarda que no lo escuchaba debido al fuerte volumen de la radio.

—Corte la música —repitió empezando a perder la paciencia.

—Mierda —murmuré mientras seguía bailando, sintiendo un poco de compasión por aquel pobre guarda, que seguramente debía llevar unos cuantos días sin dormir como para tener que lidiar con nosotros.

—¡Que cortes la puta música! —gritó esta vez mirándome a mí.

—Pero si nos la estamos pasando de puta madre —hablé con una sonrisa socarrona.

—Aguanten —Escuché al profesor por lo que decidí beber de mi botella demostrándole al hombre que no me importaban sus gritos y exigencias.

—Baja del coche —El guarda se apartó de mi ventana y comenzó a caminar hacia la de Marsella—. Salga del coche —repitió pero ambos lo ignoramos.

Lentamente deslicé mi mano hasta dar con la de Marsella para intentar sentirme menos nerviosa, el acarició el dorso de esta con el fin de calmarnos a ambos y no arruinar el plan.

—Estamos dentro —Finalmente escuché la señal del profesor para que dejáramos de actuar.

—Okay, okay, okay, okay —Marsella soltó nuestro agarre y apagó la música por lo que hice un puchero mirando al guarda.

—La estábamos pasando muy bien —Me quejé levantando mi mano para acariciar el cuello de Marsella.

—Lárguense de aquí —El hombre me miró una última vez antes de darse la vuelta y alejarse.

—¡Disculpe de todas maneras! —grité por la ventana antes de subirla por completo. Marsella volvió a tomar mi mano por lo que me giré a verlo, él asintió con una sonrisa que le devolví sabiendo que habíamos logrado lo que queríamos.

—Así que... ¿Quieres hacer el amor esta noche? —Me burlé cuando encendió el coche y empezó a conducir lejos de allí.

Él soltó una carcajada sin contestar a mi pregunta, lo miré por unos breves segundos antes de recargar mi cabeza contra el asiento.

—¿Cuándo tengamos un descanso del plan? —habló de repente haciendo que me girara a verlo sorprendida.

—Me parece bien, pero me debes una cena —Dejé un beso en su mejilla y volví a recargarme en el asiento tomando su mano libre, después de unos segundos en movimiento me quedé completamente dormida sintiendo las leves caricias que me brindaba su mano alrededor de la mía.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora