94. Berlín

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Sentí mi respiración entrecortarse a cada paso que daba por los pasillos de aquel lugar, debía admitir que en el instante en el que la inspectora había revelado el secreto de Berlín me había sentido fatal, pero al alejarme y pensar en sus palabras un sentimiento de ira se expandió por todo mi ser, pues no podía creer que el hombre no confiara en mí, que era su pareja, para decirme aquella noticia tan importante.

Realmente no sé por cuantos minutos caminé sin un rumbo fijo hasta que me choqué con Nairobi, ya que ella se encontraba corriendo por los pasillos como una loca desesperada.

—Potsdam, madre mía, la cara que llevas —Nairobi habló extendiendo su mano hacia mi al notar que había caído al suelo debido al impacto.

—¿Sabías que el hijo de puta de Berlín está a punto de morirse? —pregunté aceptando su ayuda para ponerme de pie.

—Ya te he dicho yo que ese tío no es de fiar —Nairobi acarició mi espalda tratando de reconfortarme.

—Ahora mismo lo que menos quiero es hablar de él —Aparté mi mirada al notar que ella me miraba con pena—. ¿No se supone que deberías estar con el corderito? —Miré detrás suyo tratando de buscar a la niña con la mirada.

—Joder, si es cierto —Nairobi me soltó al recordar a Alison—. La niñata se me ha escapado en los baños, ayúdame a buscarla.

—¿Cómo que se ha escapado? —pregunté empezando a seguirla al notar que volvía a correr desesperada.

—Me la ha metido doblada, que le he dado un puto discurso de amiguis y ahora se me escapa —Se quejó sin dejar de correr.

—¿Y si nos dividimos? —pregunté cuando llegamos a un pasillo que se dividía en dos.

—Venga, tú ve a las habitaciones de rehenes y yo voy por Río para revisar toda las oficinas —Asentí de inmediato para empezar a caminar por los pasillos que conducían a la oficina del jefe del edificio.

Al estar frente a la puerta de madera no dudé en ingresar para revisar con mi mirada a todas las rehenes que tenían un trato especial, conté rápidamente a las mujeres para notar que una de ellas no se encontraba allí.

—¿Dónde cojones está la otra? —pregunté levantando mi rifle para intimidarlas.

—En la oficina —respondió la maestra de Alison señalando con dedos temblorosos a la oficina privada de Arturo—. Está con...

Sin querer escucharla me dirigí a la puerta de la habitación y la abrí sin pensar, sentí una punzada en mi pecho al ver a Ariadna bajando su mono de manera sensual frente a Berlín, quien parecía disfrutar de tener a la mujer en aquel estado frente a él. Al escuchar que la puerta era abierta el líder se giró con rapidez para encontrarse conmigo.

—Potsdam —Se levantó de su lugar e intentó acercarse a mi con una mirada de culpa.

—Ahórratelo —Di dos pasos hacia atrás negándome a mirarlo—. Alison está perdida y solo estaba verificando.

—No es lo que parece —La rehén interrumpió subiendo su mono con vergüenza.

—Potsdam, tenemos al corderito —Nairobi anunció por la radio por lo que le di una mirada rápida a Berlín antes de centrar mi atención en la rehén.

—Me importa una mierda lo que estén haciendo —Miré a Berlín al notar que había avanzado hacia mi—. Por mi puedes follarte a toda España si te apetece —murmuré con rabia antes de darme la vuelta y abandonar la habitación.

Después de ayudar a Río y Nairobi llevando a los rehenes a los lugares que les correspondían para trabajar nos dirigimos a la cafetería por petición de Berlín, pues según él tenía algo importante que debía comunicarnos; Al entrar a la habitación noté que todos ya habían tomado asiento alrededor de la mesa principal.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2021 ⏰

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