38. Tokio

4K 178 3
                                    

Moscú se encontraba en estado crítico debido a las locuras de Tokio, quien no había querido admitir que toda aquella situación era su culpa, sin embargo todos en el fondo sabíamos que lo era. Después de una pequeña reunión en la que decidimos la nueva distribución de turnos para cuidar a los rehenes, nos dispersamos para ir a cumplir con nuestras obligaciones, por mi parte me dirigí hacia el baño antes de volver a producción con Nairobi.

Estaba a pocos metros de llegar a mi destino cuando escuché sollozos provenientes de allí, sin pensarlo me acerqué tan rápido como me fue posible para encontrarme a Tokio apoyada sobre uno de los lavabos. La chica tenía el mono hasta la cintura dejando a la vista la parte superior de su lencería y sus brazos y rostro se encontraban llenos de la sangre seca de Moscú.

—¿Qué pasa? —Me acerqué a ella a paso lento mientras hablaba—. Ven aquí —Extendí mis brazos hacia ella al ver que sus mejillas estaban empapadas de lágrimas.

Sin pensarlo dos veces Tokio se abalanzó sobre mi mientras sollozaba, luego de unos cuantos minutos de silencio en los que ella lloró y yo acaricié su cabello, decidimos separanos.

—Pensé que no te iba a volver a ver, ni a ti ni a Río —susurró tratando de apartar las lágrimas de sus mejillas.

—¿De qué hablas? —pregunté confundida.

—Él me lo dijo, que voy dejando cadáveres por donde voy —habló refiriéndose a Moscú—. Berlín me echó y yo he vuelto a entrar, y he puesto la vida de todos en peligro —Tokio aumentó el tono de su voz al hablar—. ¡Por mis santos cojones tenía que volver y ahora el cadáver es Moscú!

—A ver, Moscú no es ningún cadáver —aclaré mirándola a los ojos—. Va a mejorar y vamos a salir todos de aquí siendo los putos millonarios que merecemos ser —Intenté animarla pero ella negó.

—Soy un puto gato negro que se cruza por delante —habló con rabia.

—No, eres una pantera negra, mi pantera negra —Río contestó apareciendo repentinamente.

—Anda, ve con tu príncipe —Señalé con mis ojos a Río mientras acariciaba por última vez la mejilla de Tokio.

Ella asintió antes de correr a los brazos de Río y besarlo, empecé a sentirme incómoda cuando él la alzó por la cintura haciendo que ella rodeara su torso con las piernas.

—Creo que Berlín me llama —Mentí señalando la puerta.

—Gracias Kioto —La chica agradeció separándose de los labios de Río.

—Para eso somos como hermanas —Le antes de salir del baño cerrando la puerta detrás mío.

Me quedé unos segundos recargada contra esta pensando en lo mal que debía estar Denver, estaba dispuesta a ir a buscarlo cuando alguien me llamó logrando que brincara en mi lugar.

—Kioto —Berlín susurró burlón—. ¿Espiando las relaciones ajenas? —preguntó a la vez que se empezaban a escuchar algunos gemidos dentro del baño.

—Cállate y ponte a trabajar —hablé seria tratando de ocultar mi vergüenza.

—Está bien, a mí también me gustan las cosas raras —Berlín me siguió mientras hablaba—. No tan raras como eso pero... —Hice el cargador de mi pistola sonar para que él dejara de hablar.

—No quiero saber de tus gustos extravagantes, gracias —Le sonreí falsamente mientras me alejaba de él para ir a trabajar con Nairobi.

—Como quieras, siempre puedo ir con Potsdam a practicar algunos de mis gustitos —Sonrió con picardía antes de ir a buscar a la nombrada.

—Tengo que conseguirme a alguien ya, o van a volverme loca —susurré para mí misma mientras entraba a la habitación donde Nairobi daba órdenes.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora