72. Denver

5.1K 298 29
                                    

Caminé a hurtadillas hasta la habitación de Río, pues Tokio había hecho planes con Nairobi a los cuales no había sido invitada, y el resto de la banda ya se encontraba durmiendo. Toqué la puerta tres veces antes de que el chico de rulos abriera dejando a la vista su torso desnudo.

—Wow —hablé viendo su pecho—. Siempre supe que los nerds ocultaban algo bueno debajo de esos hoodies holgados.

—¡Viena! —Río susurró tratando de ocultar su sonrojo.

—¡Ay, como si no hubiese visto gente semidesnuda antes! —Río apartó su mirada aún más avergonzado—. Sólo ponte una camisa, te doy dos segundos —Rápidamente Río cerró la puerta en mi cara, del otro lado de esta podía escuchar como el chico rebuscaba una camisa en su desordenada habitación—. Me hago vieja esperando —Me quejé pegando mi frente contra la puerta, antes de poder decir cualquier otra cosa Río abrió, de inmediato crucé sin esperar una invitación de su parte.

—Por cierto, ¿qué haces aquí? —El chico preguntó después de cerrar la puerta detrás suyo.

—Estoy aburrida —contesté lanzándome a su cama—. Y tú noviecita parece que me odia porque me excluyó de sus planes super divertidos.

—Tokio no es mi novia —respondió sentándose a mi lado.

—Yo nunca dije nombres —Levanté mi cabeza levemente para verlo con una sonrisa pícara.

—Yo... —Río intentó responder pero su nerviosismo fue tan notorio que solté una carcajada.

—No era en serio —hablé al lograr regular mi respiración después de reír—. Aunque en mi opinión, te ves como un bebé indefenso cuando estás a su lado, de verdad, te lleva como veinte años la anciana —Volví a reír logrando que Río riera conmigo.

—A veces pareces más anciana que Tokio —Se burló por lo que llevé una mano a mi pecho ofendida.

—Auch, no creí que el bebé del grupo me insultaría algún día... además tenemos la misma edad —Escuché su risa ante mi dramatismo—. Bien, a lo que vine, a divertirnos —Me levanté de la cama para pararme frente a él.

—¿Qué haces? —preguntó con nerviosismo mientras yo apoyaba mis manos en sus hombros.

—Ponerte nervioso —susurré con una sonrisa acercándome a su rostro.

—Viena, yo no, yo, yo... —Me separé de él al verlo tan nervioso.

—Tú mi amigo, necesitas experimentar porque parece que vas a morir si tan solo te miro —Río rodó los ojos sintiéndose avergonzado.

—Tú lo dijiste, soy el menor, vosotros sois unos ancianos experimentados —murmuró levantándose de la cama.

—Touché, puedo parecer un bebé como tú pero de seguro tengo más experiencia —Lo señalé con mi dedo dándole un punto a favor—. Ahora en serio, vine buscando diversión y solo veo a un adolescente aburrido y triste —Me burlé tomando sus mejillas y apretujándolas, Río abrió su boca indignado y cuando estuvo a punto de contestar la puerta fue abierta bruscamente.

—¿Os estáis divirtiendo? —Escuché la voz de Denver detrás nuestro.

—No, creo que la diversión acaba de llegar a nosotros —Me separé de Río para caminar hacia él con una sonrisa.

—Pues parecía que estabais pasándola de puta madre —Se alejó de mí antes de que llegara a siquiera rozar su piel.

—Denver —Me quejé sabiendo que estaba celoso.

—¿Qué? Podéis seguir con vuestra reunión privada —murmuró con enojo antes de darse la vuelta y salir de allí.

—Perdón —Me disculpé con Río antes de salir detrás de Denver—. ¿Puedes parar? Tus pasos son como cincuenta de mis pasos —rogué mientras trotaba detrás suyo.

—Pues vuelve con el enano que seguro a él si lo alcanzas —contestó entrando a su habitación.

—¡Oye! Ofendes al Babyboy del grupo —Coloqué mi mano en la puerta cuando estuvo a punto de cerrarla.

—Me importa un carajo —contestó ejerciendo fuerza sobre esta para cerrarla en mi cara, intenté girar la perilla para entrar pero el ojiazul le puso seguro al notar mis intenciones.

—Denver —Golpeé la puerta varias veces pero él no contestó—. Oye, me veo ridícula rogándote, ya abre, podemos divertirnos como te gusta —Intenté convencerlo.

—Me parece que hoy no tengo ganas —contestó por lo que rodé los ojos.

—Pero tú siempre tienes ganas —Me quejé—. Ya ábreme, me estoy congelando.

—Río puede darte calor.

—¿Es en serio? —Bufé rodando los ojos—. Ya sabes que me gustan los abuelitos como tú —Ahogué una risa ante mis propias palabras.

—¿Acabas de llamarme anciano? —Abrió la puerta mirándome con enojo.

—Por fin —Pasé debajo de su brazo para adentrarme a su habitación, estando allí me lancé a su cama donde segundos después él se sentó.

—¿Qué estabas haciendo con Río? —preguntó sin darle vueltas al asunto.

—Estaba aburrida, Tokio no me invitó a su noche de chicas y creí que tú estabas dormido —Me encogí de hombros restándole importancia.

—¿Y no podías visitar a alguien más? —Volvió a preguntar.

—Quizá la próxima vez visite a Berlín —Denver negó de inmediato—. Además no tienes que estar celoso, tú y yo no somos pareja —Me senté a su lado para pasar una de mis manos detrás de su cuello.

—¿Ah, no? —murmuró tomándome de la cintura para sentarme a horcajadas sobre él.

—No, nosotros solo sabemos divertirnos juntos —murmuré antes de lanzarme a besar sus labios, Denver me siguió el beso con necesidad olvidándose por completo de su molestia.

—Creo que debería cambiar eso, amor —habló entre jadeos haciéndome sonreír ante el apodo que solía usar únicamente cuando estábamos solos.

—Por ahora solo concentrémonos en tener un poco de diversión —Me separé de sus labios para quitar mi camisa y volver a besarlo con más intensidad.

El resto de la noche ambos nos tomamos en serio la tarea de divertirnos un poco, mientras que al respaldo de la habitación Oslo y Helsinki tapaban sus cabezas con almohadas tratando de dormir.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora