Estaba sentada junto a Helsinki mientras tarareábamos algunas de las canciones que sonaban de fondo, Helsinki gritaba para animar a las personas a que siguieran bailando y cantando mientras yo solo miraba a todos con una sonrisa.
—Madre mía, el pedo que lleva la señora Helsinki —Nairobi llegó con nuestras cervezas en la mano—. ¿Sabes lo que me dice? Me dice: que churrazo te agarraste —habló imitando el acento argentino.
—¿En serio? —pregunté mientras reía para luego tomar un sorbo de mi cerveza.
—Que sí, que sí, es por ti que lo dice —habló hacia Helsinki—. Todo el mundo se cree que somos marido y mujer —Se quejó apoyando su rostro sobre una de sus manos.
—Mejor, así pasamos desapercibidos —Helsinki intentó animarla.
—Mejor no, porque así no pillamos cacho ni tú ni yo —explicó.
—Oye, te estoy escuchando todo lo que dices —La empujé levemente del hombro a modo de burla.
—Que a ti no te cambio por nada mi vida, pero de vez en cuando ya sabes, podemos ganarnos unas bebidas gratis —Me guiñó un ojo haciéndome reír.
—No importa cacho Nairobi, ¡salud! —Helsinki retomó la conversación por lo que Nairobi levantó su botella para chocarla con la del serbio.
—No importa un día o dos, pero es que a este paso nos vamos a volver vírgenes —Helsinki y yo reímos ante sus palabras—. La verdad es que tú y yo hacemos una pareja espectacular —habló esta vez mirándome únicamente a mí.
—¿Tú y yo? —pregunté sintiendo como mi corazón empezaba a descontrolarse.
—Lo que yo he vivido contigo no lo he vivido con nadie —Tomó mi mano sobre la mesa y la acarició—. Esto, Lyon... esto es una historia de amor, una historia de amor de esas bonitas —Finalizó mirándome a los ojos, aparté mi mano de la suya suavemente mientras sentía mis ojos humedecerse.
—No, no puedo, un día va a aparecer alguien que de verdad te merezca —susurré bajo la atenta mirada de Helsinki—. Y ese alguien no voy a ser yo —Los tres nos quedamos en silencio hasta que Helsinki interrumpió.
—Tienes que ser libre y valiente, porque créeme, se necesita más valor en el amor... que para la guerra —Helsinki colocó su mano sobre mi hombro a modo de apoyo—. Y ustedes... son muy valientes —Al finalizar se puso de pie y se alejó de la mesa.
Nairobi siguió con su mirada a Helsinki hasta que este desapareció entre un tumulto de gente, de inmediato se giró para mirarme a los ojos, ambas nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos sin saber que decir.
—Yo, de verdad lo siento —Pedí disculpas para levantarme de la mesa.
—No, yo lo siento más —Sin premeditarlo Nairobi me tomó del brazo y me giró para después agarrarme del cuello firmemente antes de besarme.
Mi primer instinto fue apartarme pero al final terminé cediendo porque sabía que aquello era lo que realmente quería y necesitaba. Nairobi estuvo por separarse al notar que no le devolvía el beso pero la tomé por las mejillas con delicadeza antes de juntar nuestros labios en un beso necesitado, escuché la bulla de las personas detrás nuestro por lo que decidí separarme.
—Hace mucho tiempo debí haber hecho esto —susurré sobre sus labios.
—Entonces... tú y yo... —Nairobi entrelazó nuestras manos mientras nos separábamos completamente y empezábamos a caminar en busca de Helsinki.
—Tú y yo nada —Me detuve a lo que ella me miró confundida—. Ahora es nosotras —Le sonreí para volver a besarla.
— ¡Así se habla! —Helsinki llegó a nuestro lado haciendo que nos separáramos.
—Gracias Helsi —Nairobi le sonrió cálidamente.
—¡A celebrar que vamos a dejar de ser vírgenes! —Tomé a ambos de las manos y los arrastré conmigo para unirnos a las personas que estaban bailando a nuestro al rededor.
Después de unas cuantas cervezas ya estábamos bastante borrachos pero sin importarnos nada seguíamos saltando y bailando, disfrutando de la libertad que tanto habíamos soñado.
—¡Que si me agarré una churraza señora! —Nairobi le habló feliz a la señora de la que nos había hablado.
—¡Esa es mi mujer! —grité antes de tomarla por las mejillas y besarla, todo el mundo a nuestro al rededor gritó a modo de animarnos a continuar—. ¿Está fachera no? Está facherita —hablé imitando el acento argentino con voz quedada debido a la borrachera, Nairobi volvió a besarme para evitar que siguiera diciendo babosadas.
Me separé de ella y le sonreí con miles de emociones revoloteando en mi interior, la mejor decisión que podía haber tomado en mi vida era estar con la persona que amaba, que era justamente la mujer que había tenido frente a mis ojos todo el tiempo.
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La Casa de Papel - One Shots
FanficPequeñas historias con tus personajes favoritos de la casa de papel. Encontraras historias tanto de algunas escenas de la serie como algunas inventadas por mi.