16. Bogotá

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Ya tenía mi malla cargada de lingotes de oro por lo que me metí al batiscafo para tomarme un descanso, al salir del otro lado me encontré a Matías de frente.

—Tremendo susto que me metiste Matías —Me quejé llevándome una mano al pecho.

—Que vengo para recibirte los lingotes y ayudarte —Me ofreció su mano para bajar de la plataforma, estuve por tomarla cuando la mano de alguien más apartó la de Matías con un suave golpe.

—Tu aquí estas para fundir, no para estar de caballero con mi mujer —Bogotá le habló enojado enfatizando las dos últimas palabras.

—Bogotá, solo me estaba ayudando —Tomé su hombro tratando de tranquilizarlo.

—¿Quedó claro? —preguntó hacia Matías quien asintió repetidas veces antes de irse de allí—. ¿Qué? —preguntó con tono inocente cuando se giró a verme, encontrándome de brazos cruzados.

—Ya pareces novio tóxico —Me burlé bajando del batiscafo con su ayuda.

—Es que tendrías que ver cómo te mira ese chavalito —Se quejó mientras miraba mal en la dirección por la que se había ido el nombrado.

—Llevamos conociéndolo y trabajando juntos —Lo señalé enfatizando mis palabras—. Por más de tres años.

—¿Y eso qué? Las mujeres nunca se dan cuenta de quien las está mirando —habló sin dejar de mirarme con reproche.

—De hecho te equivocas, llevamos tres años conociéndolo y claro que he notado sus miradas descaradas —Bogotá rodó los ojos mientras yo reía.

—Ya ves, y aun así no te molestan sus miraditas —Comenzó a alejarse de mi enojado.

—No, no me molestan, ¿y sabes por qué? —Lo tomé del brazo para que se girara a verme—. Porque yo sé que siempre te voy a tener para que me defiendas —Me paré en puntas y estiré mis labios esperando a que me besara.

—No —Se negó a darme un beso con burla en su voz.

—Odio que seas un gigante —Comencé a saltar intentando alcanzar sus labios.

—Y yo amo que seas un puto hobbit —Finalmente se agachó para dejarme un pequeño beso en la mejilla.

—¡Ahí no! —Me quejé volviendo a saltar, él rio antes de agacharse y tomarme de las mejillas para besarme en los labios con necesidad.

Bogotá bajó sus manos hasta tomarme de la cintura y levantarme sin mayor esfuerzo para que yo enredara mis piernas alrededor de su cintura con el fin de que él no tuviera que agacharse debido a nuestra gran diferencia de estatura.

—Entonces... ¿qué decías de Matías? —preguntó entre besos.

—Que las únicas miradas que me importan son las tuyas —Dejé un último beso en su mejilla para desenredar mis piernas de su cintura y volver a tocar el suelo con su ayuda, sin que él apartara sus manos de mi cintura.

—Lo que te haría ahora mismo si no hubiera nadie más aquí —Me atrajo hacia él para besarme de nuevo.

Bogotá comenzó a bajar sus besos hacia mi cuello por lo que lo detuve antes de que pudiera continuar con su propósito, sentía mis mejillas arder y sabía que ese no era el lugar ni el momento adecuado para hacer lo que ambos queríamos.

—¿Qué pasa? —preguntó cuando aparté sus manos de mi cintura.

—Voy a subir un momento —avisé empezando a quitarme el neopreno.

—¿Y eso cómo por qué? Aún no se termina tu turno —habló recorriéndome con la mirada, pues me había quitado todo el traje quedando en ropa interior.

—Tengo que hacer del uno —Sonreí mientras empezaba a colocarme mi mono.

—Bien, pero no te tardes —Se agachó para darme un beso corto en los labios.

—Si señor —Hice un saludo militar antes de comenzar a caminar hacia el ascensor.

—¿Necesitas que alguien te acompañe? —Matías se interpuso en mi camino cuando estuve por llegar al aparato.

—¡Matías! —Escuché el grito de Bogotá a mis espaldas.

—Ahí tienes tu respuesta —Apretujé sus mejillas antes de seguir caminando hasta estar dentro del ascensor.

—¡Bogotá! Necesito a Matías en el vestíbulo —Escuché la voz de Palermo por mi radio.

Matías sonrió triunfante mientras empezaba a caminar hacia mí para meterse en el ascensor, cuando este estuvo por cerrarse Bogotá entró y se paró entre los dos pasando su brazo sobre mis hombros. Tras unos incómodos segundos en silencio el elevador abrió sus puertas por lo que Matías salió casi corriendo, dejándome a solas con Bogotá.

—Tóxico —susurré mientras él me seguía hacia el baño.

—Tengo que hacer del uno—Intentó imitar mi voz mientras cada uno entraba a un cubículo.

—¡Así no es mi voz! —Me quejé—. Pero... ¿sabes qué? —hablé al salir de mi cubículo encontrándomelo de frente.

—¿Qué? —susurró debido a la cercanía de nuestros cuerpos.

—Aquí no hay nadie que pueda escucharnos —Sonreí traviesa mientras llevaba mis manos a su cuello y me colocaba de puntas.

—Me gusta tu idea —Sin pensarlo me tomó de la cintura y me cargó hasta dejarme sentada sobre los lavabos para empezar a besarme.

—¡Uy! Mal momento, no me tardo, ¿eh? —Denver entró interrumpiéndonos, rápidamente ingresó a un cubículo para hacer pipí por lo que los dos nos quedamos en silencio intentando contener la risa—. Que la pasen bien, y no olviden que sin gorrito no hay fiesta —Nos guiñó un ojo antes de salir.

—¿En qué estábamos? —Bogotá me acarició la cintura con los pulgares, sin embargo cuando intentó volver a besarme aparté mi rostro para reír sobre su pecho.

—Perdón, pero no puedo después de haber escuchado el chorrito de Denver —Le sonreí inocente, él sonrió antes de bajarme del lavabo y entrelazar los dedos de nuestras manos—. Pero si sabes que te amo, ¿no? —pregunté con un puchero.

—Yo también te amo —Me dio un último beso antes de salir del baño para seguir con nuestro trabajo.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora