34. Lisboa

2.9K 109 3
                                    

Llevaba una bandeja en las manos, sobre esta se encontraban unas galletas y tres tazas de té junto a un jugo de caja, caminé hasta el patio trasero y dejé la bandeja sobre la mesa en la que se encontraba el resto de mi familia.

—Aquí tienes —Le extendí una taza de té a mi madre antes de sentarme junto a Raquel.

—A ver... Paula, te falta una flor morada ahí —Raquel habló hacia su hija, quien ni siquiera se dignó a mirarla—. Paula, Paula —llamó repetidas veces tratando de captar su atención.

—Es que no entiendo por qué papá no puede venir mañana a mi cumpleaños —contestó la pequeña inocentemente.

—Tu madre ya te lo ha explicado cariño —Acaricié su mejilla para que levantara la mirada de su dibujo.

—Un juez le ha quitado la custodia y ahora voy a ser yo la que te va a cuidar —Raquel trató de explicarle con voz calmada.

—No ha sido un juez —contestó la niña dejando en claro que estaba enojada por aquel detalle.

—¿No? —pregunté sabiendo por dónde iban las cosas.

—No —respondió ella dándole una mala mirada a su madre.

—¿Quién ha sido? —Raquel preguntó haciéndose la desentendida.

—Has sido tú, que no quieres que venga a mi cumpleaños, ¿a que si abuela? —preguntó buscando apoyo por parte de la mayor.

—Eh, bueno... verás, mamá y papá ahora están regañados, ya verás cómo se arreglan —contestó alegre.

—Mamá pero que dices —La regañé estando al tanto de la situación de violencia en la que solía vivir mi hermana.

Raquel estuvo a punto de defenderse cuando su celular comenzó a timbrar, de inmediato se levantó de la mesa para contestar dejándonos solas en el patio.

—Ve a ver qué le pasa a tu hermana —Mi madre ordenó por lo que me levanté para adentrarme en nuestro hogar.

Me quedé de pie en el umbral de la puerta esperando a que ella terminara su llamada para poder seguir con nuestra conversación.

—Mándame un coche —Fue lo último que dijo para finalizar la llamada.

—¿Ya te vas? —pregunté acercándome a pasos cortos.

—Ha sido del trabajo, me necesitan —respondió sin siquiera mirarme mientras tomaba algunas de sus pertenencias.

—¿En tu día libre? —pregunté poco convencida de su respuesta.

—Ha habido un atraco a la fábrica de moneda y timbre, tengo que ir.

—Vale, pues yo también voy —avisé comenzando a tomar algunas cosas para ponerlas dentro de mi mochila.

—No es necesario, quédate a pasar la tarde con mamá y con Paula, que te ha extrañado mucho en los meses que estuviste fuera del país —Raquel intentó convencerme.

—Ya sabes que lo mío no es quedarme quieta y hoy no tengo muchas ganas de aguantar a mamá hablando de como recuperar tu relación —Rodé los ojos mientras caminaba hacia el patio siendo seguida por mi hermana.

—Han llamado del trabajo, es urgente —Raquel avisó a nuestra madre dándole una mirada de disculpa.

—Pero si hoy es tu día libre, y la estábamos pasando tan bien con Paulina en casa —Mamá me sonrió a lo que le devolví una sonrisa forzada.

—Prometemos recompensarlo —Mi hermana habló dándose la vuelta para salir de la casa.

—Ella promete, conmigo no cuenten —susurré dándome la vuelta por lo que mamá estuvo apuntó de quejarse—. ¡Ya sabes que me encantan estos casos de atracos imposibles! —grité antes de que ella pudiera hablar, sin perder más tiempo apresuré mis pasos para alcanzar a Raquel en nuestro siguiente gran caso como solo las hermanas Murillo podían hacerlo.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora