11. Profesor

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Habíamos viajado por más de una semana, y a decir verdad no había sido uno de los mejores viajes de mi vida, de hecho habíamos tenido que cruzar varios países por medio de lugares que no sabíamos siquiera que existían. Cuando el auto en el que íbamos viajando por al menos unas cuantas horas se detuvo, me levanté de mi asiento y pasando por encima de varias personas logré bajar de primera.

Al sentir el viento mover levemente mi cabello decidí estirar los brazos hacia el cielo y disfrutar de que finalmente nuestro tormentoso viaje había terminado, cuando me sentí un poco más relajada dejé salir un suspiro largo mientras giraba a ver a la mujer que se encontraba a mi lado.

—¿Estás lista bonita? —preguntó Nairobi.

—Nunca en la puta vida voy a estar lista —Desvié mi mirada de Nairobi para posarla en Helsinki, quien acababa de bajar del auto con una maleta pequeña donde se encontraban agua y comida con la que habíamos sobrevivido los últimos días—. Pero ya estamos aquí, a ver que dramita se monta.

—Así se habla Chicago —Me animó Helsinki.

Sin perder más tiempo empezamos a caminar por el lugar en busca de otro medio de transporte que nos llevara al lugar donde debíamos encontrarnos con el resto de la banda, a unos pocos metros encontramos un pequeño estacionamiento, de inmediato Helsinki se fijó en un carrito de dos puestos que estaba en alquiler.

Al serbio se le ocurrió la idea de que subiéramos al carrito para pasar desapercibidos como otros turistas del lugar, sin embargo conocía demasiado bien a Helsinki y sabía que iba a terminar haciendo una locura por lo que me negué desde que noté una mirada de diversión en sus ojos.

—No seas aguafiestas, anda sube —Nairobi me alentó siguiéndome hasta la choza donde debíamos pagar la renta de los vehículos.

—Ni que estuviera loca, además no cabemos las dos ahí atrás —Traté de excusarme mientras pagaba la renta del carrito y de una moto extra para mí.

—Pero si adelante hay un asiento libre —Nairobi siguió insistiendo.

—Creo que alguien ya pagó la renta de una moto y no va a perder el dinero que invirtió —hablé burlonamente mientras le mostraba las llaves que me habían entregado.

—Bien, como quieras, aburrida —Nairobi se resignó y fue a montarse con Helsinki en el auto.

Mientras subía a la moto y Helsinki encendía el auto pude ver como Nairobi me sacaba la lengua de manera infantil, reí ante su comportamiento antes de encender la moto para empezar a seguir a Helsinki.

Conducimos alrededor de diez minutos hasta llegar a un pequeño muelle algo alejado del pueblito principal, al divisar el inicio del muelle Helsinki comenzó a aumentar la velocidad mientras Nairobi le gritaba que parara, yo estacioné mi moto y caminé hasta llegar a la punta del puerto mientras veía a Helsinki y Nairobi hundirse en el mar al haber salido disparados del auto.

—¿Y tú querías que así me subiera en esa cosa? —Me burlé de Nairobi mientras reía al ver su vestido favorito mojado.

—Pues tira pa' acá porque tú también te vas a mojar —Me retó con la mirada.

—Ni en tus sueños voy a... —Dejé de hablar cuando sentí como alguien me empujaba por detrás logrando que cayera al agua.

Nairobi se había encargado de distraerme mientras Helsinki salía del agua para vengarse debido a mis burlas.

—¡Me cago en tu vida Nairobi! —Empecé a nadar hacia el bote mientras reía. Estando allí Denver me ayudó a subir para después saludarme desde lejos, pues no quería empaparse al saludarme con un abrazo.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora