La Casa de Papel - One Shots

50. Río

—Tokio —susurré por lo que ella se giró a verme confundida.

—¿Qué pasa? —preguntó en otro susurro mientras el profesor explicaba algo frente a nosotros.

—Pásaselo a Río —Le entregué un papelito doblado.

—¿Qué van a hacer esta noche tía? —Tokio preguntó subiendo y bajando sus cejas al leer lo que contenía el papel.

—Tú dáselo —Señalé con mis ojos a Río.

—Verona —El profesor me llamó enojado—. ¿Se puede saber qué es más importante que la clase de cómo desactivar explosivos? —Sentí la mirada de todos sobre mí por lo que me encogí en mi sitio.

—Perdón —Me disculpé con una sonrisa apenada.

—Que no vuelva a pasar —Me señaló—. Va para las dos —Finalizó mirando también a Tokio.

El resto de la clase ya no volví a distraerme y me olvidé completamente del papel que le había enviado a Río. Cuando la clase finalizó todos comenzaron a salir dejándome a mí de última junto a Berlín, intenté escabullirme pero él me tomó del brazo logrando que nos quedáramos solos en la habitación.

—¿Se puede saber que decía el papel que le diste a Tokio? —preguntó mirándome enojado.

—No era nada importante, cosas de chicas —contesté con una sonrisa falsa.

—Ya, cosas de chicas, con Río —reclamó por lo que me puse nerviosa.

—Bueno, cosas de jóvenes en realidad —mentí esperando que me creyera.

—Voy a fingir que te creo pero voy a estar vigilándote —Me señaló con dos de sus dedos para salir de la habitación dejando un beso en mi cabeza.

Solté un suspiro aliviada cuando lo vi cruzar la puerta, recogí un pequeño cuaderno que tenía en mi mesa y me dispuse a caminar hacia mi habitación.

—¡Verona! —Río gritó cuando entré a mi habitación haciendo que saltara en mi lugar.

—¡Joder Río! —Me quejé llevándome una mano al pecho—. Me pudiste matar del susto idiota —Le pegué juguetonamente cuando se acercó a mí.

Antes de que apartara mi mano Río la tomó y me atrajo a su pecho para rodearme la cintura con ambas manos.

—Un hola, te extrañé, quiero besarte me hubiese gustado más como saludo —dijo con una sonrisa haciendo marcar sus hoyuelos.

—Hola, te extrañé, en serio quiero besarte —repetí antes de ponerme de puntitas y unir nuestros labios.

—Odio que pueda verte una vez cada puta semana —Río se quejó entre besos guiándome a mi cama.

—Ya sabes que Berlín y el profesor me están vigilando todo el tiempo —respondí sentándome con mis piernas a cada lado de su cuerpo.

—Aun no entiendo por qué te cuidan como si fueses su hija —Río acarició mi cintura mientras hablaba.

—Ya te dije que conocieron a mis padres —mentí acariciando su cabello.

—Pues a mí me parece que tienes un cierto parecido con Berlín —habló analizando mi rostro.

—Pues no sabes nada de parecidos —Volví a besarlo para que dejara de preguntar y que tal vez descubriera quién era mi padre.

Seguimos besándonos por un rato hasta que escuché unos golpes en mi puerta, rápidamente me levanté y corrí hacia esta para hablar con la persona que estuviese fuera.

—¿Quién es? —pregunté con la respiración agitada.

—¿Quién va a ser? —Tokio respondió del otro lado—. Te está buscando el profesor, así que yo de ti me apuro —Solté un suspiro de frustración al saber que tenía que dejar a Río—. Ah, y más te vale que nadie note que estás con Río —Tokio soltó una carcajada para alejarse de la puerta.

—La puta madre que me parió —Recargué mi cabeza contra la puerta—. Perdón, otra vez —Me giré para mirar a Río con una sonrisa.

—Es la cuarta vez en la semana que nos interrumpen —Río se quejó caminando hacia mí.

—Bueno, eso es lo que conlleva enamorarte de lo más codiciado en esta banda —bromeé a lo que el soltó una risita.

—Anda que te están buscando —Señaló la puerta sin borrar la sonrisa de sus labios.

—Te voy a extrañar por las próximas dos horas —Hice un puchero pasando mis brazos por detrás de su cuello.

—¿Dos horas? —preguntó confuso.

—Si, la nota que te envié —contesté obvia.

—Pues a mí no me llegó nada, no sé nada de planes esta noche —Río besó la punta de mi nariz.

—Pues ahora ya lo sabes, nos vemos en la roca de siempre —Dejé un casto beso en sus labios para separarme y salir de la habitación.